Publicado el viernes 27 de abril de 2007 - Edici�n No. 893 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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EL PERSONAJE
Susy González Ruiz de Varela
Con las botas puestas

Recientemente condecorada con la medalla Gumercinda Páez por su labor social, la presidenta de Nutre Hogar vive un voluntariado permanente impulsado por la fe y la certeza de que es la misión que Dios le encomendó hace 17 años.

Patricia Aramburú

‘Disculpe, ¿es usted familia de la señora que murió hace poco?’, le preguntó un empleado del aeropuerto de Panamá a Marta Susana González Ruiz de Varela, mejor conocida como Susy. ‘¿De quién, Martha Stella? No, pero éramos muy amigas’, contestó sintiéndose halagada de que la comparen, aunque sea por apariencia, con una mujer ejemplo de entrega total.

‘Yo soy la de Nutre Hogar’, le comentó Varela con una sonrisa y mirada agradecida detrás de sus lentes oscuros que son parte de su vestimenta diaria (desde los 12 años sufre de miopía y de glaucoma, por lo que le afecta la luz).

Sentada en la sala de su hogar que comparte hace 37 años con su esposo Roberto, rodeada de reliquias religiosas que colecciona, vestida de blanco y con lentes oscuros de la última moda, Susy de Varela se sentó a compartir y analizar lo que ha significado para ella formar parte del voluntariado de Nutre Hogar, a lo que ha dedicado 20 años de su vida y lo que asegura es la misión que Dios le encomendó.

Recuerda que estando en el colegio María Inmaculada, ‘hace muchos años por supuesto’, recalca sonriendo, reunía a sus amigas para hacer donaciones, ya que se les inculcaba que la labor social debía formar parte de sus vidas. Con afecto habla de una monja de Suiza que les pedía donaciones para las ‘misiones’, como le llamaba a las comarcas indígenas. Siguiendo su ejemplo, hoy Susy está muy comprometida con ese sector.

Llevando la batuta de Nutre Hogar -la única organización privada que se dedica a la erradicación de la desnutrición en Panamá y tiene tratamiento para desnutridos severos- Susy dedica sus días a trabajar por las comunidades más desfavorecidas de Panamá y lucha para erradicar la pobreza, lo que considera una posibilidad real para nuestro país.

Al descubrir su misión

Desde joven Susy inició su labor social respondiendo a esa inquietud que le nació desde chica en el colegio. ‘Ayudaba en lo que podía’ como voluntaria del arzobispado de monseñor McGrath. ‘Fue un aprendizaje, las personas con quienes trabajé me enseñaron lo que significa perseverancia y entrega’, cuenta.

Formó parte del grupo de apoyo en la Parroquia de Fátima de El Chorrillo y de otras obras sociales de la Iglesia católica, ‘pero en realidad lo que siempre le pedía a Dios era que me encaminara hacia algo más permanente, a lo que pudiera aportarle tiempo completo’, confiesa.

Fue por esa época cuando recibió la llamada que la integraría al grupo que monseñor Rómulo Emiliani convocaba para ayudar a niños abandonados panameños, que más adelante se convertiría en una organización para prevenir y erradicar la desnutrición.

‘Supe entonces que esa era la misión que Dios tenía para mi vida y enseguida acepté el reto’, cuenta Varela, quien trabajó desde el primer día al lado derecho de Emiliani, un pilar esencial en el crecimiento integral de Nutre Hogar y su fundador oficial.

Diecinueve años después recuerda con gratitud aquella época y empieza a armar el rompecabezas de cómo funciona esta institución panameña que hoy lidera, pero que en 1988 era sólo un sueño guiado por una visión y con muchas ganas de hacer la diferencia.

> De visión a realidad

Hace 20 años la sociedad panameña no conocía la palabra desnutrición. Varela recuerda que cuando el Dr. José Renán Esquivel, director del Hospital del Niño, les planteó la situación de los niños desnutridos y los llevó a conocer de cerca la realidad, enseguida supieron que ese debía ser el enfoque de su trabajo y lo escogieron como prioridad.

Se necesitaba tratamiento para el niño desnutrido que salía del hospital, que no se lo podían ofrecer ni en el hospital ni en su hogar. Fue así como se interesaron en el tema y, con la asesoría del médico y la guía de Emiliani, instalaron el primer centro de Nutre Hogar en 1988.

‘Empezamos en un hogar muy sencillo, con pocas camitas y muy buena voluntad, sin tener idea de hacia dónde se iba a proyectar este programa’, recuerda Varela, quien inició como vicepresidenta de la junta directiva ‘muy comprometida con la obra’, y dos años más tarde fue nombrada presidenta.

‘Cuando yo me siento a analizar lo que ha sucedido en estos años veo una gran transformación y un gran avance’, confiesa. Uno de los puntos en los que Nutre Hogar ha contribuido más, afirma, es creando conciencia sobre la problemática de la desnutrición infantil. En ese entonces no se conocía o no se podía ver una foto de un desnutrido porque causaba shock, y hoy es tema prioritario en la agenda nacional. ‘Es un aporte muy importante... haber concienciado a la población sobre la situación de los desnutridos severos y el compromiso como sociedad civil para resolver ese problema’.

> Un compromiso real

Son 177 comunidades y 6 mil 500 niños los que diariamente se benefician de los programas de Nutre Hogar, a través de líderes voluntarios y de madres promotoras en las distintas comunidades a nivel nacional.

‘Estamos trabajando no solamente en la recuperación de los niños desnutridos, sino en prevenir la desnutrición de las comunidades’, explica Varela, para quien ser la cabeza de esta fundación significa más que un título, significa ‘apoyar a los capítulos, gestionar acuerdos con organismos internacionales, gestionar recursos desde la capital y, sobre todo, inculcar a los voluntarios la mística, la importancia de cultivar su espiritualidad, valores éticos y morales, y el deber de transmitir estos conocimientos en las comunidades’.

Nutre Hogar nació y se mantiene como un apostolado de la Iglesia católica. Su fundador (Emiliani), explica Varela, les enseñó ‘la importancia de cultivar la espiritualidad’, y así lo hace tanto ella como los integrantes y voluntarios de la organización.

‘Esperamos que en el futuro este programa que ha sido exitoso pueda seguir como un modelo de desarrollo en otros países donde también hay tanta pobreza’, dice Varela, al contar con orgullo que recientemente se fundó Nutre Hogar Honduras, liderado por Emiliani. ‘Fue satisfactorio y me hizo meditar mucho, porque cuando monseñor me pidió que presentara el proyecto allá realmente tuve que sentarme a analizar cómo se hace Nutre Hogar’. El centro es hoy una realidad y utiliza toda la parte técnica del programa fundado en Panamá.

Parte del secreto del éxito de Nutre Hogar, explica, es que siempre han tenido su misión muy definida y han sido constantes. ‘Nosotros hemos llegado a las comunidades, hemos permanecido ahí y vemos los frutos del trabajo’. Tienen un plan de trabajo organizado que les dice hacia dónde tienen que ir, ‘vamos evaluando y rectificando sobre la marcha y tenemos una agenda anual completa que cumplimos realizando actividades constantemente’.

> Reconocida y apoyada

Además de contar con el apoyo incondicional de su familia, de su esposo y de sus dos hijos, Roberto, Diego y su nuera Vanessa, que siente ha sido fundamental y necesario, este año Varela fue reconocida por la Primera Dama con la Medalla Gumercinda Páez por su aporte a la comunidad. Ella se siente agradecida por el mérito, pero confiesa que lo comparte con los voluntarios, las madres de las comunidades y con los donantes de Nutre Hogar, quienes ‘me han ayudado para llevar este esfuerzo adelante’, sin ellos, ‘no hubiera podido’.

A Varela el contacto con la gente la ayuda a mantenerse activa. Le gusta visitar con frecuencia las comunidades de pobreza extrema, en especial las comarcas ngöbe, ‘me llena de motivos, seguridad y me da más energías para gestionar. Es una ayuda más que una frustración, me refuerza el convencimiento de que estamos haciendo algo necesario y que estamos en el camino correcto’, sustenta.

Asimismo, está convenida de que ser parte de Nutre Hogar es la misión que Dios le encomendó y lo seguirá siendo hasta que Él lo quiera... ‘Aún no es el momento de irse’, asegura, al menos no lo siente así.

‘Veo que el Señor pone algún proyecto o señal en el camino que me indica que todavía no ha llegado el momento...’, cuenta Varela. ‘No me puedo imaginar tranquila o sin poder aportar. . . hay mucho que darle a la sociedad... Como diría monseñor Emiliani, 'uno tiene que morir con las botas puestas', y pienso que así lo haré’.


 
 
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