Publicado el viernes 20 de abril de 2007 - Edici�n No. 892 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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De lo que no se habla

El tema está sobre el tapete y de lo que no se habla a los jóvenes, se hablará. La educación en sexualidad se planea hacer obligatoria y enseñarse desde la primaria. ¿Incomoda o alivia esta resolución?

Ileana Pérez Burgos

Los planes para incluir la educación en sexualidad en las escuelas está en marcha. Por un lado, ya está preparado el anteproyecto de ley sobre sexualidad y salud reproductiva que establece que la educación sexual y reproductiva será obligatoria.

Al mismo tiempo, el Ministerio de Educación (Meduca), a través de la oficina de Educación en Población y Desarrollo Humano, ya está ejecutando en algunas escuelas un plan de educación integral en sexualidad que se planea sea parte del currículum educativo para 2008. Esto no es coincidencia. Son esfuerzos que parten de la Comisión Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, en la que participan tanto instituciones del Estado como organizaciones de la sociedad civil.

Si bien para algunos no es nuevo que se hable de sexualidad en las escuelas -muchos recibieron la primera explicación formal del tema justo allí-, a muchos incomoda el tema (¿Qué le dirán exactamente a mi hijo sobre sexo?). Mientras, para otros resulta un alivio que la escuela le ofrezca esta información a sus hijos, pues lo consideran una alternativa más confiable que lo que aprenden los jóvenes a través de los medios de comunicación y sus compañeros.

La incomodidad, según Siria Martínez, de la Asociación Panameña para el Planeamiento de la Familia, radica en lo que se suele pensar al escuchar la palabra ‘sexualidad’. ‘Hablamos de sexualidad como si habláramos de sexo y de relaciones sexuales. La sexualidad incorpora todo un quehacer profundo de nuestras vidas que tiene que ver con cómo nos sentimos con el cuerpo que tenemos, tiene que ver con afectividad y espiritualidad’, explica.

Profesionales vinculados al proyecto de educación en sexualidad insisten en que este no trata únicamente del sexo coital y métodos anticonceptivos, sino que abarca las relaciones afectivas, la equidad de género y el respeto.

Lo que dice la ley

‘Será obligatoria la inclusión de la educación sexual y reproductiva con perspectiva de género de una manera integral, considerando los aspectos afectivos, biológicos, culturales, sociales y espirituales en la currícula de todos los niveles educativos oficiales y particulares de la República de Panamá’. Esto establece el artículo 10 del anteproyecto de ley en materia de derechos sexuales y reproductivos.

Mery Alfaro de Villageliú, quien forma parte de la Comisión Nacional de Salud Sexual y Reproductiva, a través de Voces Vitales, resume la ley en dos palabras: prevención y educación. ‘Se busca la prevención a través de la educación integral en todas las etapas del ciclo vital, por supuesto en proporción a la edad de la persona, y se extiende esa educación a los padres de familia y a los docentes. Es una educación completa porque contempla los aspectos biológicos, pero también el aspecto humano, afectivo, psicológico, involucra el tema de género’.

Villageliú cuenta que la Comisión trabaja este anteproyecto de ley desde hace dos años. ‘No es una cosa improvisada y se ha discutido a nivel nacional’. Explica que se han realizado 14 talleres en las regiones de salud del país, abarcando organizaciones estatales y civiles. Se ha revisado varias veces el documento tomando en cuenta las dudas y objeciones recogidas y las recomendaciones del ministro de Salud, Camilo Alleyne. Incluso, asegura, se ha enviado el anteproyecto a sacerdotes que han ofrecido sus comentarios, ‘que se tomaron muy en cuenta’.

Una de las objeciones que encontraron quienes habían leído el anteproyecto fue la palabra ‘libertad’ en relación a la sexualidad. ‘Parece mentira, le tenemos miedo a la palabra libertad, que es adecuada en estos casos; cuando hablas de delitos en el Código Penal hay un título que dice 'delito contra la libertad sexual’. No obstante, la palabra se eliminó sin cambiar el sentido del artículo 14: ‘se reconoce el derecho al ejercicio de la sexualidad independientemente de la procreación. . . ’.

Comenta Villageliú que el Ministro de Salud se comprometió a presentar este anteproyecto luego del feriado de Semana Santa. ‘Estoy convencida de que el proyecto es bueno, que la gente lo quiere y que se va a aprobar’, y ya se discutió con cinco comisiones de la Asamblea Legislativa.

‘Hago la salvedad de que la educación incluye también información sobre métodos de regulación de la fecundidad naturales, no solamente anticonceptivos como la píldora, la T de cobre. . . Se trata de informar a la gente para que pueda decidir libremente por qué método optar. . . Lo que se quiere aquí es que toda mujer tenga acceso a la educación, a la información, a los métodos y a los servicios de salud, y no solamente la mujer educada y la mujer que lo pueda pagar’, agrega.

Lo que se hablará en clase

En el anteproyecto ha participado Meduca, también a través de la Comisión Nacional de Salud Sexual y Reproductiva. Este ministerio a su vez ha preparado el Plan Nacional de Población, Sexualidad y Desarrollo Humano, que propone incluir la educación en sexualidad en el currículum escolar, no como una asignatura, sino incorporada a las diferentes materias.

El director de Educación en Población y Desarrollo Humano, Roberto Pinnock, insiste en que la visión del Meduca es mucho más amplia y profunda que la del Ministerio de Salud, algo que, asegura, tranquiliza a muchos padres.

‘Para nosotros no basta con que sea sana’, dice refiriéndose a la sexualidad. ‘Nosotros vemos más allá de la salud biológica a todo el ser humano’. Añade que también ven esta educación como un arma para incidir en la pobreza. ‘Hay mayores embarazos en gente más pobre, lo que contribuye a reproducir el ciclo de la pobreza’.

Reconoce que actualmente hay problemas sobre esta enseñanza. ‘Uno, es que no está lo suficientemente bien capacitada la gente para desarrollar todo eso; dos, no quieren tocar algunos temas porque ha habido padres de familia que se oponen’, explica. ‘Pero nosotros hemos estado haciendo un ejercicio distinto, con los padres de familia es que hemos ido hablando, hasta con las iglesias, y les hemos presentado cómo queremos hacer las cosas. La reacción ha sido positiva’.

‘Es mentira que le vamos a hablar de condón a los niños de preescolar, ni siquiera de primaria’, agrega. ‘Eso no tiene mayor sentido. Hay que hablarle de otras cosas que ayuden a formar esa actitud responsable cuando estén más grandes, que sea parte de sus propios valores’. Explica que el plan inició enfocándose en la prevención del VIH con programas en San Miguelito y Colón, de cuarto a sexto grado, y a partir de esta experiencia se reformuló el plan. >>>

>>> ‘[El VIHI no era problema para nadie allí y cómo íbamos a abordar un problema que no existía. Allí el problema era violencia y la violencia lleva al VIH en un momento dado, eso nos lleva a hacer un enfoque más integral. Cuando los estudiantes ven que el niño y la niña son iguales pero diferentes y comienza a enseñársele al niño que esa diferencia hay que respetarla, ya estamos hablando de derechos humanos. Entonces estamos contribuyendo a que la equidad de género se vaya conformando desde la niñez y eso tiene que ver con sexualidad, porque cuando ese chico crezca y respete a la mujer, no la va a estar presionando para que tenga relación sexual si ella no quiere, él no la va a presionar a hacerlo o no de manera protegida, porque la va a respetar y va a llegar a acuerdos con ella de manera responsable’.

Este año el plan se probará a partir del segundo semestre en Veraguas, Chiriquí, la comarca Ngöbe-Buglé y zonas de control en la provincia de Panamá. Luego se evaluará y revisará, y se espera integrarlo al currículum para el próximo año. Este año también se iniciará la formación en sexualidad de los futuros educadores en la Universidad de Panamá y en la Normal de Santiago.

Pinnock menciona el caso de las autoridades de Kuna Yala, que se negaban a permitir la educación en sexualidad en las escuelas, y el año pasado se acercaron al ministerio solicitando ayuda.

‘Según lo que ellos mismos decían, 'estamos viendo morir de sida a nuestros hijos, a nuestras hijas, a la sobrina, a la vecina', porque se infectan en otro lado pero se van a morir a las islas. Esa realidad hizo que vinieran y el mismo congreso está buscando diferentes formas de intervenir con educación sexual’.

¿Qué dicen los padres?

Indica Pinnock que en un sondeo realizado por el Meduca se encontró que la mayoría de los padres de estudiantes en premedia deseaba que su hijo recibiera educación sexual en la escuela, y se manifestaba de acuerdo con que esta comenzara desde primaria.

Si bien este es un tema sensible, es evidente que los padres lo desean, pero les preocupa el contenido.

‘Me siento feliz de que estén tocando un tema que forma parte de la vida’, dice Ana (quien pidió reserva de su nombre), madre de un niño de 9 años que, en un colegio católico, ya está recibiendo educación sexual. ‘No que se ignore como si no existiera o fuera algo malo. Yo sí quiero que tenga la información que le permita reflexionar y decidir’.

Explica que luego de exponer a su hijo las diferencias físicas entre niños y niñas, en la clase de ciencias se pasó al tema del respeto y del género. ‘Lo que más me gustó es que no se quedaron allí, sino que en el siguiente capítulo hablaban del respeto al cuerpo propio y al cuerpo de los demás, la diferencia de qué es género, qué es sexo y qué es sexualidad. . . Por fin veo algo concreto, y el libro es de edición local. Me parece que si siguen así están progresando’.

Por su parte, Ana Melissa Españó, de Fundación Vida y Familia y de la Alianza Panameña por la Vida, no se opone a la educación en sexualidad, pero considera que los principales responsables de impartirla son los padres y que debe hacerse énfasis en la abstinencia y la castidad.

En su interpretación del anteproyecto de ley, considera que este no incluye métodos naturales de control de la fertilidad ni la abstinencia, porque para ella el término ‘salud sexual y reproductiva’ solo abarca ‘el desarrollo de programas dirigidos a los jóvenes en la planificación familiar basados en anticonceptivos, los cuales han dado pésimos resultados’. Para ella, el anteproyecto no habla de valores y considera que al establecer el derecho al ejercicio de la sexualidad independientemente de la procreación ‘estás desligando la visión de la sexualidad de su función procreadora. . . y si desarrollas ese artículo a través de la educación y estructuración de programas de planificación familiar, los jóvenes se van a llevar un mensaje de que uno siempre puede tener relaciones sexuales sin tener hijos, y los vas a obligar a pensar que la sexualidad no conlleva esa gran responsabilidad’.

Indudablemente, en el contenido de la educación en sexualidad cuesta ponerse de acuerdo, pese a que se reconoce necesaria tanto para preservar la salud de los jóvenes como para mejorar las condiciones de pobreza y la calidad de las relaciones afectivas.


 
 
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