Publicado el viernes 5 de enero de 2007 - Edici�n No. 877 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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Educar para resocializarlas

Un convenio educativo se firmó entre la Universidad de Panamá y la Fundación para el Apoyo Social y Educativo con el fin de que las internas del Centro Femenino de Rehabilitación de Panamá tengan acceso a educación superior, pero aún falta la aprobación del Ministerio de Gobierno y Justicia.

VANNIE ARROCHA

Desde su apertura el 24 de julio de 1964, el Centro Femenino de Rehabilitación de Panamá ha contado con cierta gestión educativa dentro de pabellones.

Durante los años en que fue administrado por la Congregación Religiosa de las Hermanas del Buen Pastor (1964-1984), se dispuso tanto un área laboral (que consistía en talleres donde las internas tenían la posibilidad de aprender corte y confección, elaboración de piñatas y peluches, ensamblaje de brillo y horquillas, una granja integral y, por último, un salón de belleza) como una área educativa.

En el Centro funcionó una escuela primaria regulada por el Ministerio de Educación (Meduca) dividida en tres niveles y un nivel de alfabetización. Esta escuela intramuro, en la década del 90, se bautizó con el nombre de Rosa Virginia Pelletier luego de firmarse un convenio con Meduca; en 1997, la escuela se suspendió y abrió nuevamente en 2000.

A este Centro también han llegado programas que firman otras instituciones gubernamentales con el Ministerio de Gobierno y Justicia, entidad que regular el sistema penitenciario.

A pesar del intento, los programas no han sido totalmente exitosos o consecuentes en el tiempo y, por ende, no han impactado positivamente en la vida de las internas que luego de cumplir su sentencia deben reintegrarse a la sociedad. Pero los guantes no se han colgado, hay gente y organizaciones que tratan de colorear la situación en positivo.

A paso lento

La jefa de la sección de Investigación y Docencia del Departamento de Tratamiento y Rehabilitación del Sistema Penitenciario, Gisell Castillo, dice que el Centro Femenino de Rehabilitación empieza a ser administrado por personal técnico y administrativo a principios de los 80, desde ese entonces, se implementaron programas de resocialización, con los que se ha tratado de enfocar carreras académicas con reinserción social, donde se busca que las internas aprendan un oficio que puedan poner en práctica cuando estén fuera y utilizarlo como medio de generación de ingresos, como clases de belleza.

‘Hay una gama de actividades que se desarrolla en cada centro, los programas culturales, educativos, deportivos y culturales’, expresa Castillo, quien tuvo a su cargo la dirección de este Centro por varios años, sin embargo, acepta que las herramientas que le dan a las internas aún son bastante limitadas.

Otro obstáculo en el buen funcionamiento de los programas educativos es que no se han llevado debidamente los registros de estudio, las estadísticas son escasas.

La escuela Rosa Virginia Pelletier luego abrió un primer ciclo y en 2005 se implementó un bachillerato en comercio con énfasis en computación.

Según la actual directora del Centro Femenino de Rehabilitación de Panamá, Frida Govea, los únicos datos que se tienen son recientes: la matrícula de la escuela en 2005 fue de 205 estudiantes, mientras que en 2006 se incrementó a 236. En 2005 hubo una graduación de los cursos de manualidades y de belleza. La primera graduación formal de premedia fue el pasado 21 de diciembre, donde 65 internas recibieron su certificado en un acto formal y 60 por ventanilla.

Mitzi Brenes, de 25 años, es bachiller en ciencias y cuenta que incurrió en un delito contra la salud pública, específicamente, tráfico de drogas. Antes de llegar a este sitio, Brenes, quien ya lleva 60 meses ahí, estudiaba una licenciatura en negocios con énfasis en mercadeo.

Ella dice que su percepción y cosmovisión de la vida han cambiado mucho. Esta interna toma cada curso que llegue a este Centro tanto como le sea posible. Actualmente, está tomando un técnico en manualidades de bisutería y arreglos navideños, el curso sabatino ‘Preparación para la libertad’ que imparten estudiantes practicantes de la Universidad de Las Américas, y toma clases de kabbalah.

Brenes, a quien le falta un año para concluir su pena, señala que el mantenerse ocupada, además de aprender algo, le sirve para sobrellevar de una mejor manera el día tras día en estos pabellones.

‘La educación es hoy el mayor capital’, opina el sociólogo Marco Gandásegui. Por tanto, ‘la educación no debe excluir a nadie. Incluso dentro de los centros penitenciarios hay personas que no han sido condenadas, sólo están detenidas, con más razón deben tener acceso a la educación’, expresa. Él considera que tanto hombres como mujeres necesitan herramientas que les permitan integrarse a la sociedad, ‘entre esas herramientas, la principal es la educación, que da la capacidad de manejarse con seguridad en un oficio. El problema en Panamá es que la sociedad ofrece muy pocos empleos y oportunidades para que las personas puedan integrarse al proceso productivo del país’.

En la obra escrita y dirigida por Cristóbal Muñoz llamada Detrás del Muro, basada en la vida de las internas de este centro, una de las situaciones que se expresaba con claridad era el temor de estas mujeres cuando se aproxima su puesta en libertad, ya que no sabían cómo las recibirían su familia, sus amigos y, por supuesto, la sociedad.

‘No justifico nada, pero en los problemas de reincidencia, las mujeres te dicen 'busqué trabajo, no conseguí y tenía que darle de comer a mis hijos, por eso robé’, expresa Castillo, jefa de la sección de Investigación y Docencia.

Una meta ambiciosa

La educación es la columna vertebral dentro de la visión de la Fundación para el Apoyo Social y Educativo (FASE) por ello le planteó a la Universidad de Panamá (UP) establecer un convenio en beneficio de las privadas de libertad. Este marco de cooperación tiene el propósito de establecer y promover una estrecha colaboración entre la UP, a través de la Facultad de Ciencias de la Educación, y FASE a fin de fomentar programas de educación orientados a la resocialización laboral de las internas del Centro Femenino de Rehabilitación de la ciudad de Panamá, y un programa para los hijos de las mismas, dentro del marco de trabajos y prácticas profesionales.

Este convenio, que busca permitir a las internas una educación superior y a la vez práctica, se legalizó con las firmas de Teresa Torres, presidenta de FASE, y Gustavo García de Paredes, rector de la UP, el 18 de octubre de 2006. La UP, por ejemplo, se compromete a elaborar los planes de acción para el diseño y ejecución de los programas de estudio para las internas en su etapa de pre-libertad o libertad total. Por su parte, FASE asume los costos que pueden originarse de las prácticas profesionales desarrolladas, tales como materiales didácticos, costos internos de operación que se generen durante el desarrollo y ejecución de este programa.

Este convenio empezó a regir desde su firma y tiene una vigencia de dos años, que son prorrogables. El plan se presentó al Ministerio de Gobierno y Justicia, y en primera instancia pareció importante, ya que no solo aborda el sistema educativo sino el familiar a través de becas para sus hijos. actualmente está en espera de aprobación por esta entidad.

La presidenta de FASE, Torres, señala que este es un convenio muy ambicioso, pero que es necesario porque las mujeres que salen de este centro penitenciario se topan con el angustioso desempleo, no tienen cómo mantenerse o mantener a sus familias. Lo que anhela esta Fundación es hacer un plan piloto en el Centro de Panamá y elegir a 20 internas que cumplan con los requisitos establecidos por el órgano penitenciario y darles clases de inglés, turismo, servicio al cliente, respaldados por la UP y que en su etapa de pre-libertad puedan practicar en empresas que apoyen este proyecto.

‘Uno no se puede quedar en la crítica, tiene que formar parte de un cambio, por eso invito a los empresarios a que se sumen a este proyecto y que les permitan a las privadas de libertad terminar sus estudios con su respectiva práctica en una empresa. De esta forma estamos haciendo algo positivo, estamos fomentando un cambio de vida en estas mujeres’.

En una de sus cláusulas se señala que de haber algún inconveniente en la sostenibilidad de este convenio, ‘la terminación del presente convenio marco no afectará la validez o ejecución de los programas, proyectos o actividades acordadas, los cuales continuarán hasta su culminación’.

Experiencias en el área cultural

Al Centro también llegan propuestas culturales. Por ejemplo, en 2004 se llevó a cabo un programa donde estaba involucrado el Despacho de la Primera Dama, el Meduca, la Biblioteca Nacional, el Inac y Gobierno y Justicia, que duró aproximadamente un año. La actividad consistía en un círculo de lectura y en un taller de escritura.

‘En poco tiempo pasó de ser un programa institucional a convertirse en un asunto personal’, señala el poeta y promotor de lectura Héctor Collado. ‘Me quedé por mi cuenta y por insistencia cordial seguí asistiendo, porque me sentía, me siento comprometido con las muchachas. Al final empezamos a tener problemas con la coordinación del Centro, hubo cambios y eso afectó el desarrollo de la actividad’. Además, dice Collado que las chicas que integraban el círculo cumplían su período en el sitio y lógicamente se mermó la cantidad de miembros del círculo de lectura. ‘Las lecturas fueron de toda clase de género literario e incluyeron clásicos, modernos, y libros de autoayuda. La sesión se realizaba en la escuela todos los martes desde la 1:00 p. m. , y oscilaba, por razones administrativas del centro. ‘Iniciamos con unas 35 chicas y de acuerdo a la actividad o a los temas por tratar esta suma aumentaba o disminuía’, cuenta Collado.

Según él, este tipo de actividades en el centro es una experiencia enriquecedora porque ‘estás trabajando con vidas, sensibilidades e idiosincrasias muy diversas’. Había en una sesión mujeres de hasta cinco países.


 
 
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