Margaret Stanley
Pasión por curar
Ella es investigadora del Departamento de Patología de la Universidad de Cambridge y fue quien descifró cómo crear la revolucionaria vacuna para prevenir el Virus del Papiloma Humano que causa el cáncer cervical. Ahora se encuentra trabajando en su nuevo reto: una cura para quienes padecen la enfermedad. Jennifer Silvera
Sí, fue una mujer la que finalmente encontró la forma de empezar a combatir el cáncer cervical, la que ha dado una esperanza a todas las mujeres, pues ninguna está exenta de este terrible mal. Su nombre es Margaret Stanley, un dama inglesa quien con toda la sencillez del mundo explica cómo llegó a su encuentro con la milagrosa vacuna, por la cual estuvo trabajando, como dice ella, ‘toda una vida’.
Stanley hizo su descubrimiento en el laboratorio de la Universidad de Cambridge, el segundo centro de estudios más antiguo de Inglaterra –después de Oxford– y que se destaca por formar a reconocidos científicos. Allí trabaja desde hace unos 25 años y actualmente es profesora del Departamento de Patología.
Esta investigadora inglesa se recibió en la Universidad de Bristol como bioquímica y en la Universidad de Adelaide, Australia, hizo su carrera de medicina, posteriormente se especializó como viróloga e inmunóloga.
La profesora Margaret cuenta con 36 años de carrera y fue por los años 70 cuando, trabajando como citopatóloga, nació su interés por el tema del cáncer en el cuello del útero y su curiosidad sobre lo que causaba esta enfermedad, que veía tras su microscopio y que le quitaba la vida a miles de mujeres.
> Un amigo clave
Stanley dice que para llegar a la vacuna se tuvo que pasar por mucho y cuenta que durante los años 70 sus colegas trataban de asociar la aparición del cáncer cervical a >>> >>> alguna causa. ‘En un principio se creía que el cáncer del cuello uterino era causado por el herpes, sin embargo, después de muchos intentos para hacer la relación entre uno y el otro se fracasaba, descartándose así esta posibilidad’, explica.
Pero todo cambió llegados los 80. ‘Lo que se descubrió fue la existencia de dos Virus de Papiloma Humano (VPH), el 16 y el 18, y su conexión, como la causa del cáncer cervical’, afirma Stanley, y agrega que este trascendental descubrimiento lo hizo su colega y amigo alemán Harold Zur Hausen.
A partir de este momento se marcó un hito importante en la detección del cáncer cervical y en la investigación que iniciaría la profesora Margaret, ya que ahora podría trabajar de forma certera en una droga que ayudara a combatir este cáncer. Y fue precisamente su amistad con Harold Zur Hausen lo que hizo la diferencia en su trabajo, ya que él le prestó el ADN de los VPH para que pudiese iniciar sus experimentos.
Al referirse al investigador, Stanley afirma con una sonrisa que ‘él es el hombre’, pues sin su ayuda no hubiese sido posible su hallazgo.
La viróloga reconoce que fue muy afortunada, ya que fueron muy pocos los investigadores que tuvieron acceso a este ADN. ‘Tuve la suerte de contar con el ADN del virus. Así pude tomar las células del cuello del útero y colocar este virus, a través de diferentes técnicas, para ver cómo el sistema inmunológico respondía al contacto con él, en estos tejidos celulares’, explica así el procedimiento inicial, y agrega que para ello trabajó con ratas y perros, de esta forma hacía pruebas para observar cómo el organismo se liberaba del virus.
La investigadora recalca que uno de los hallazgos importantes en la búsqueda de un remedio para atacar este cáncer fue la creación del BLP, como se denomina a las partículas similares al virus (que son una especie de envoltorios vacíos). ‘No fuimos los primeros en crear las BLP; sin embargo, sí fuimos el primer grupo que utilizó bacterias para
crearlas. Y es que lo importante de estas partículas es que imitan al virus y, por lo tanto, es la base de la vacuna contra el VPH 16 y 18’, explica.
El uso de las bacterias para crear las partículas similares al virus fue muy decisivo a lo largo de los experimentos, ya que los costos eran bajos, lo que beneficiaba la investigación, comenta Stanley.
El momento crucial para el hallazgo de una droga contra el VPH 16 y 18 se dio cuando Margaret logró tomar de las partículas similares al virus, que habían creado con bacterias, una proteína (Gen L1) y colocarla en otro virus. Al hacer esto, la investigadora vio cómo la proteína se empezó a reproducir espontáneamente en el virus, dando finalmente con lo que hoy ha hecho posible que exista una vacuna para prevenir este cáncer.
Es importante mencionar que este fármaco no es curativo, ya que no funciona en el caso de que la mujer ya padezca de alguno de los virus mencionados.
Stanley explica que como investigadora su tarea fue desarrollar la vacuna y mostrarle a las farmacéuticas cómo crearla, para que las nuevas generaciones de mujeres se beneficien con esta.
Esta admirable mujer recalca que su trayectoria profesional la ha dedicado a la investigación para eliminar el VPH y crear una herramienta terapéutica, por lo que cuando habla del tema no puede ocultar su satisfacción y lo importante que es esta meta en su vida, o más bien, es su vida.
> Un nuevo reto por ellas
Según la profesora Margaret, ella solo ha realizado una parte de la difícil tarea, pues si bien logró dar con la vacuna, asegura que aún se necesita hacer más. ‘Si empezamos a vacunar ahora, vamos a ver los resultados hasta dentro de 20 años, mientras tanto hay miles de mujeres que necesitan un tratamiento en estos momentos’, enfatiza con tono preocupante.
Y es que el sueño de la investigadora es lograr desarrollar un fármaco que elimine todos los VPH, por lo que este es ahora su reto. ‘Ahora estamos trabajando en una crema que pueda acabar con los VPH en las mujeres que ya están infectadas’, y añade que esta nueva investigación está en su etapa inicial con el objetivo de erradicar el virus.
Pero no solo la profesora Margaret está inmersa en su laboratorio en Cambridge; comparte sus conocimientos con colegas y todo aquel interesado en conocer más sobre su batalla contra esta enfermedad, por ello recientemente viajó hasta Brasil para conversar con periodistas latinoamericanos y explicarles la importancia de la vacuna y el interés que existe por erradicar este cáncer, que según se estima, causa la muerte a unas 33 mil mujeres latinas anualmente.
Los años de empeño y la dedicación de esta mujer que lucha porque las estadísticas de muerte por cáncer cervical disminuyan notablemente en los próximos años, fueron reconocidos en 2005, cuando la Academia de las Ciencias Médicas la nombró Fellow, reconocido título en el gremio científico, mientras que en su país fue honrada por la reina Isabel II en una ceremonia anual, al entregarle la Orden del Imperio Británico por sus aportes a la virología.
A pesar de tener toda una vida dedicada a la investigación, Margaret Stanley supo hacer un espacio para lo más importante de su vida: su familia. ‘Tengo una hija, un hijo y cinco nietos. Ella es abogada y él es banquero, ninguno quiso estudiar medicina y seguir mis pasos, pues dicen que no se gana mucho’, comenta sonriendo.
Ante esta afirmación, Stanley cree que ha ganado mucho, especialmente en satisfacción, y para ella es suficiente. ‘Toda la vida he trabajado con mujeres que sufren de cáncer cervical y no tengo palabras para explicar mi satisfacción cuando vislumbro que existe una posibilidad de curarlas y ayudarlas. Esto es muy importante para mí después de haber dedicado una vida a buscar esta cura’, señala con convicción y con la esperanza de encontrar un remedio definitivo.
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