Agust�n, el matem�tico
Cumple 90 a�os el precursor de las matem�ticas modernas en Panam�
Ileana Pérez Burgos
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Agust�n Colamarco, primer director de la Escuela de Matem�tica de la Universidad de Panam� |
En las paredes del pasillo resonaban las voces de lo que parec�an 20 mujeres. Al abrirse la puerta, hab�a solo ocho, todas de la primera generaci�n de la Escuela de Matem�tica de la Universidad de Panam�. Exaltadas se contaban lo que no se hab�an dicho en a�os. Pero no estaban all� para ponerse al d�a, sino para hablar de uno de sus profesores universitarios: Agust�n Colamarco Schettini.
�Colamarco s� fue un profesor bien preocupado por todos nosotros�, dice Rosa Palmer del doctor en matem�ticas de origen italiano que fund� la Escuela de Matem�tica cuando �sta se separ� en 1964 de la Escuela de F�sica. �Si no las separan, no me hubieran conocido porque yo odio la f�sica�, afirma otra.
�El toda la vida tradujo del italiano y as� como dicen �capito� el dec�a ��entendieron, entendieron!�, recuerda Marianela Morales, del educador que ha recibido la condecoraci�n Palmas Acad�micas de Francia, el t�tulo de Caballero en Italia y la Orden Manuel Jos� Hurtado en Panam�.
La raz�n de la reuni�n era el cumplea�os del profesor, que estaba por cumplir 90 a�os, y para lo cual quer�an escribir algo en homenaje a lo que �l hab�a sembrado en ellas. Estas mujeres fueron educadas para lograr la gran meta del doctor Colamarco: �Convertir la educaci�n paname�a a la matem�tica moderna�.
�La moderna es a base de conceptos, se habla de conjuntos, de finito e infinito, y de sumar y multiplicar con esos conjuntos�, explica Mar�a Luisa Burgos.
El propon�a una revoluci�n y cada una de ellas era una llama con la cual se encender�a el fuego que modernizar�a el concepto de las matem�ticas en el pa�s. A partir de entonces, ser�a m�s f�cil aprenderlas y usarlas en la vida diaria.
�El primer d�a de la pr�ctica me toc� sexto grado �porque �l nos llev� a escuelas primarias para que las maestras aprendieran�. Despu�s que les habl� de conjunto vac�o y conjunto unitario, yo quise ver si me hab�an comprendido y les pregunt� sobre conjunto unitario�, cuenta Gloria Ja�n. �Una ni�ita se levanta y me dice �maestra, el conjunto de la mariposa que hay en el sal�n�, y yo qued�... Aqu� no hay mariposa. �Santo cielo, qued� mal!, pens�. Pero entonces un profesor me dice �mire para atr�s� y veo la mariposa y digo: ��muy bien!�. Y ahora conjunto vac�o y llega la mariposa como por arte de magia, se sale y un muchachito grit� �el conjunto de la mariposa que hay en el sal�n�. �Muy bien! Ese es el conjunto vac�o. Para m�, eso fue una maravilla�.
Ella recuerda tambi�n cuando �l las recib�a en su casa para revisar sus tesis.
��Y todav�a vive en esa casa en Los Angeles?�, pregunta una.
�S�.
El patio italiano
La fachada de la casa tiene aires de otras tierras, con el barandal del balc�n bordeado de flores y el tono rosado de las paredes. Colamarco esperaba en el patio, frente a una fuente pintada a mano en Portugal y un boh�o de aire italiano. Su esposa Adriana, tambi�n italiana, se sienta frente a �l y lo contempla con dulzura y reverencia, como si acabara de encontrarlo y se maravillara de su presencia. El recalca que es paname�o, aunque el acento lo traiciona. Lleg� aqu� en 1926 cuando la ciudad llegaba hasta Calidonia.
�De milagro no nac� en Panam� porque mi pap� vino por primera vez en 1914 cuando yo nac�, cuenta el profesor.
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El profesor Colamarco era experto en artiller�a durante la Segunda Guerra Mundial |
A los cuatro a�os de haber llegado, ya estaba de regreso en Italia por deseo de su padre. Eran los a�os 30 y no hab�a trabajo en ninguna parte. Su pap� no pod�a mandarle dinero, y no pod�a comunicarse con su familia en Panam� ni por tel�fono ni por carta. Solo y sin dinero en N�poles, Colamarco decidi� estudiar y termin� sacando tres diplomas: licenciatura cient�fica, ingeniero de construcci�n y maestro. Luego de ense�ar en un pueblo en las monta�as donde los lobos aullaban todas las noches cerca de su casa, entr� a la academia militar. Se hizo experto en artiller�a y fue enviado al frente de una bater�a de artiller�a a Sicilia en 1943.
�Eso fue una odisea que no te digo, arriesgu� de todo, arriesgu� la vida�, recuerda Agust�n. �Estoy vivo porque tengo suerte o porque tengo un �ngel de la guarda. Yo dorm�a en una casita aparte, pero una noche decid� quedarme con los soldados, y al d�a siguiente la casa no estaba�.
Saliendo de la milicia, estudi� el doctorado en matem�ticas, y en 1949 estaba de vuelta en Panam�.
Cuando le cont� a Bonifacio Pereira en el Ministerio de Educaci�n que hab�a estudiado lat�n por 10 a�os enseguida lo contrat� como profesor de matem�ticas en el F�lix Olivares de David. Dos a�os despu�s estaba ense�ando en el Instituto Nacional, y a finales de la d�cada del 50, pas� a la universidad donde lleg� a ser Jefe del Departamento de F�sica y Matem�tica, y luego director de la Escuela de Matem�tica.
�Tuvo la suerte de alumbrarme la mente y cambiar la matem�tica de Panam�. Cambi� absolutamente todo, y no fue en un solo d�a, fueron muchos a�os, miles de horas de trabajo, trabajando hasta 18 horas al d�a en la universidad, a veces tambi�n los s�bados, hasta el domingo�, recuerda Colamarco.
Sus amigos le dec�an que la universidad era su primer amor porque siempre estaba all�. Pero los profesores no quer�an el cambio, se resist�an a aprender la nueva matem�tica.
�A mi edad me ha puesto a estudiar otras vez�, le dec�a bromeando el profesor V�ctor Urrutia.
Colamarco cre� los planes de estudios y escribi� alrededor de 20 libros y folletos universitarios, que se usaban hasta en escuelas de Centroam�rica y Ecuador.
�Con la matem�tica moderna se llega al infinito y m�s all�. Se dice que en los �ltimos 50 a�os se ha creado m�s matem�ticas en que en los �ltimos 50 siglos�, dice el profesor.
Los veranos organizaba seminarios para que los profesores y maestros aprendieran la nueva matem�tica. E invitaba profesores de Francia, Italia y Ecuador para ense�ar en la universidad paname�a.
Sus alumnas recuerdan que al entrar en la universidad les dec�a que los cocineros y modistas ganaban m�s que los profesores de matem�ticas, y que de all� a fin de a�o quedar�an pocos en el aula. De 60, llegaron a graduarse alrededor de 20. Los salones eran tan grandes y con tanta gente que ten�an televisores a lo largo para que pudieran ver al profesor en la pantalla, y los profesores explicaban mirando el tablero. Los estudiantes hicieron huelga en su primer a�o.
�La ganamos�, dice sonriente Gloria Ja�n. �Quitaron los televisores, redujeron la cantidad de estudiantes en los grupos y nos permitieron ver los ex�menes. [Colamarco] escuchaba a los estudiantes, los orientaba.�
Cuando los estudiantes graduandos estaban trabajando en sus tesis y pr�ctica profesional ocurri� el golpe de estado de 1968 y la universidad cerr�. El profesor no quer�a que esa primera generaci�n de matem�ticos se quedara meses sin universidad y sin trabajo, as� que logr� que el ministro de Educaci�n los nombrara como interinos en el interior hasta que la universidad reabriera. Presentadas las tesis, logr� conseguir para algunos, becas en otros pa�ses para sus doctorados.
�Nos acogi� como si fu�ramos todos hijos de �l�, dice su antigua estudiante Marianela.
Agust�n en familia
El profesor Colamarco ya no toca el viol�n, pero este instrumento fue su compa�ero por muchos a�os. Dicen que todo el que llega a su casa el jueves es invitado a comer, lo cual se considera toda una fortuna. Le fascinan las piezas precolombinas, y algunas reposan en su casa junto a las espadas de sus a�os de soldado. En las ma�anas, es raro encontrarlo en casa porque todav�a va personalmente a pagar las cuentas de gas, luz y tel�fono.
Con su acento italiano y su sonrisa rilona deja claro que es un abuelo de lo m�s campechano para sus dos nietos. Cuando se le pregunta cu�ntos a�os tiene, responde 39, y su esposa corrige �39 m�s 51�, y as� lo dice la tarjeta de invitaci�n a su cumplea�os. Y no es que no haya conocido momentos tristes, su primera esposa falleci� y tambi�n uno de sus dos hijos.
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La m�sica cl�sica es su segunda pasi�n. |
Fue uno de los fundadores de la Escuela Italiana, hoy Enrico Fermi, y su director durante 14 a�os, pero de eso no le gusta hablar. �Fue una cosa muy triste, no te la quiero contar�.
Tambi�n tuvo dos tiendas, con su hermana el almacen Art�stico, y con su segunda esposa, la boutique Adriana, �la primera de alta moda italiana en Panam�.
Aquella ma�ana lo encontramos supervisando a los electricistas que hab�an llegado a reparar la fuente del jard�n, para su fiesta de cumplea�os ma�ana, 7 de febrero.
Cuando le preguntamos si considera que cumpli� su meta de cambiar las matem�ticas en Panam�, responde enseguida:
�No s� si las est�n aplicando, quisiera saber, pero no quiero amargarme la vida porque no creo que han progresado nada�. Luego a�ade �S� ha cambiado [la educaci�n], pero todav�a le falta mucho�.
Sus ex alumnas concuerdan en esa �ltima frase.
�Nosotras no creo que nos sentimos del todo satisfechas�, dice Gloria. �Yo creo que una dio lo mejor de s�, pero nosotros quer�amos hacer la revoluci�n, �bamos a cambiar el mundo. En ese mismo momento vino el golpe de estado y todo cambi�.
A�n as�, Colamarco ya hab�a puesto la rueda a girar y las matem�ticas que aprenden los ni�os hoy en el colegio tienen mucho de modernas.
�La verdad es que ser un verdadero educador sigue siendo la misi�n m�s noble que hay�, recalca Marianela.
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