Publicado el viernes 2 de febrero de 2007 - Edici�n No. 881 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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EL PERSONAJE
MARGOTH SAPLER
Voluntaria en cuerpo y alma

Es la mano que mece la cuna en la fundación Pide-Un-Deseo, voluntaria en Operación Sonrisa, en Pro-Niñez Panameña y en Fanlyc. En definitiva, es una mujer que se esfuerza por conceder deseos a niños o ayudarles a recobrar la salud.

GAIL JAMMAL

Margoth es de esas personas que vive los días con mucha pasión. Es una mujer llena de historias que contar. Lo suyo, asegura, es el contacto con la gente, y a simple vista es evidente que los contagia con su sonrisa y relajado sentido del humor. Incluso cuando habla de su esposo, se estremece como una chiquilla enamorada.

Es muy espontánea, ‘tanto que a veces la embarro’, revela. Cuando el fotógrafo iba a comenzar a retratarla, le planteó que podría tomar mil y ninguna quedaría bien. Me prohibió llamarle señora y admite que hace cualquier cosa sin problemas, desde ir muy emperifollada a la ópera, hasta pintar ella misma un apartamento. Tanto es así que en la primera carrera de la campaña del patito de hule de la Fundación Pide-un-deseo, empezó a bailar Kulikitaca dejando a todos boquiabiertos.

Nació el 10 de enero de 1953 en Bogotá, Colombia. Es hija de una familia judía que emigró a Latinoamérica durante la Segunda Guerra Mundial. Siendo parte de una comunidad pequeña, aprendió desde muy temprano el valor de la solidaridad.

De chica, cuenta que soñaba con trabajar como enfermera, oficio al que se acercó al vivir la batalla de su madre contra el cáncer de mama. En su honor se inclinó por el trabajo hospitalario en su natal Colombia y se graduó de instrumentadora quirúrgica.

Luego de contraer nupcias, Margoth fija su residencia en la ciudad de Panamá. Aquí se dedicó a la crianza de sus hijas, al trabajo voluntario y trabajó varios años como enfermera escolar en el Instituto Alberto Einsten y luego como revisora de cuentas quirúrgicas en Aseguradora ASSA.

>El comienzo de su pasión

‘Una amiga me dijo, 'oye, mi hijo va a traer una fundación aquí a Panamá y me parece que serías perfecta para trabajar en ella'. Me mostró un artículo de la revista Selecciones que hablaba de la fundación Make-A-Wish, y me fascinó. De una vez me sentí identificada’, recuerda Margoth.

La idea nació del doctor Luchi Katz, odontólogo panameño, y luego de seis años de gestiones, en 1995, se lleva a cabo el primer deseo en Panamá. Dice que en esa época la fundación era apenas ‘un número de teléfono’ en el consultorio del doctor Katz y los deseos se manejaban desde allí o desde la casa de ella. Es así que Sapler comienza su cruzada por los pasillos de los principales hospitales del país, hablando con médicos, enfermeras y trabajadores sociales sobre la labor que realiza la fundación.

‘Empezamos a cumplir deseos y a la gente le fue gustando, por lo que surgió la necesidad de conseguir una oficina’. En adelante, Margoth se dio a la tarea de buscar los medios necesarios para establecer un local, y con la ayuda de amigos y voluntarios de la fundación, logra su objetivo.

Recuerda sonriendo que un día alguien le preguntó a Katz, el presidente en ese entonces, sobre la directora ejecutiva, y él respondió, ‘es Margoth Sapler. Y yo dije: ah sí, yo soy la directora, medio enterándome de la nominación’.

Se encargó de realizar las entrevistas a los niños, hacer visitas domiciliarias, entrenar a voluntarios, coordinar deseos, recoger fondos, entablar relaciones con los medios, divulgar la labor de la fundación en el interior de la República, llevar las cuentas, en fin, se convirtió en el eje de la organización.

>Voluntaria las 24 horas

Poco a poco, el trabajo voluntario se convirtió en la vida de Margoth. Su negocio Gala Design, que se especializa en la venta de tendederos, le proporciona un horario flexible, por lo que le da espacio para hacer su labor social. La fundación está en su mente y corazón durante todo el día, ‘la tengo acá metida (señala su pecho) y la gozo; aunque estuviese haciendo mandados personales, si me acuerdo de algún detalle pendiente de la fundación, me salgo de mi camino para hacerlo’.

Sin embargo, Pide-Un-Deseo no es la única organización que se ve beneficiada por el apoyo de esta mujer. Es voluntaria en la Fundación de Amigos del Niño con Leucemia y Cáncer (Fanlyc), asistente médica en giras con la Asociación Pro-Niñez Panameña, e instrumentadora quirúrgica en Operación Sonrisa.

Recuerda la primera vez que participó en una misión de Operación Sonrisa, ‘fue una expedición a Darién, viajé con mis sábanas, toallas, y demás implementos; no conocía a nadie y –hoy lo sé porque me contaron– por mi pinta de americana, me miraron con cara de 'esta vieja, seguro no habla ni una palabra de español, seguro viene de algún laboratorio de EU', pero luego los dejé sorprendidos cuando empecé a platicarles en español’, ríe.

Durante los 10 años de voluntaria que lleva con Operación Sonrisa, emprende misiones que duran de 5 a 8 días y las considera sus vacaciones quirúrgicas, porque es la única oportunidad que tiene durante el año de ejercer su profesión.

>Donde nace la motivación

Relata que cuando va, por ejemplo, a las actividades de Fanlyc o al Hospital del Niño y la gente la reconoce, ‘¡Hola señora Margoth! ¿Cómo está señora Margoth?’ o las mamás le dicen, ‘ay, si usted viera cómo goza fulanito con su juguete’, esos detalles la llenan de bienestar y le dan impulso para trabajar más.

Se le nota la emoción al recordar la primera vez que tuvo la oportunidad de ir a Disney con un niño que tenía ese deseo. Asegura que cada deseo es una inyección de adrenalina para ella. Una vez terminado un deseo, Margoth se sube al auto, y se olvida de cualquier insignificancia que la tuviese enojada o intranquila. ‘¿Cuáles son mis problemas? ¿que el carro se quedó sin batería?, esas son bobadas. Uno debe estar machucándose y recordándose eso todo el tiempo. Esas son chispas que nos manda Dios’.

Admite que la satisfacción es el secreto de fuerza para hacer el trabajo voluntario con amor. ‘Sin embargo, yo le agregaría la palabra compromiso al voluntario. Porque en realidad voluntarios inscritos en las fundaciones hay cientos, pero siempre son los mismos los que trabajan. Cuando realizamos actividades se mandan e-mails a todos los voluntarios. Entonces allí recae el compromiso con la causa, en responder y tratar de estar allí. Obviamente no todos son locos como yo que se dedican 24 horas a esto, ni pretendo que nadie lo haga, pero sí cumplir, dentro de sus posibilidades, con su compromiso’.

Margoth nunca duda del camino escogido como ayudante comunitaria, ‘me he dado tanto a esto que cuando tengo que viajar, me enredo porque no me quiero desconectar’. Sin embargo, tiene sus prioridades bien claras, y primero están su esposo e hijas.

>Centellas en su vida

El 1999, Margoth viajó a una convención de Make-A-Wish en Estados Unidos, y trajo consigo ideas de recaudación de fondos muy particulares. No es hasta 2002 en que se lleva a cabo ‘La gran carrera del patito de hule’, actividad que terminó de posicionar el nombre de la organización en el país, logrando un éxito inesperado. Tanto, que se repitió satisfactoriamente al año siguiente, y a lo interno de la fundación se le entregó a Margoth un certificado oficial de 'Mamá Pato'.

A mediados de 2003, la fundación se encontraba en capacidad de contratar los servicios de un director ejecutivo de forma oficial, por lo que Sapler abre paso al nuevo administrador, pero no abandona el buque. En su rol preferido, de voluntaria, como miembro de la junta directiva, entrevistadora y coordinadora de deseos, realiza una labor indagadora. Mas ella sigue siendo un motor que no deja de andar. ‘A mí que me pongan cualquier cargo, porque en realidad me han puesto de todo’. Al fin y al cabo, el objetivo de Margoth es uno solo: conseguir quienes adopten deseos para cumplir con el ideal de la fundación.

En medio de la conversación, se dirige a su estudio con el interés de mostrarme su mayor orgullo, el primer premio Juan José Blau, por su entrega y dedicación a la organización. ‘Juan Blau era un importante voluntario de Make-A-Wish, quien enfermó de cáncer, y hasta el último día de su vida estuvo haciendo llamadas y buscando la forma de ayudar a la fundación. Era un ser increíble’, explica.

En el mes de enero del presente año, resultó entre las tres finalistas para el galardón Mujer del Año Avon, premio que otorga Productos Avon S. A. con el fin de reconocer la labor humanitaria de la mujer. ‘Cada vez que toman en cuenta a Margoth Sapler, porque trabaja en la fundación Pide-Un-Deseo, para mí es suficiente, porque lo más importante es que la fundación aparezca’, dice.

Para ella no hay fronteras. Ayudó a la constitución de Make-A-Wish en Costa Rica, en Perú y se encuentra en conversaciones para llevar la fundación a Colombia.

Thomas Ford, también fundador y primer vicepresidente de la fundación, compara a Margoth con un ‘dinamo, porque es una persona increíblemente activa y motivadora’. En tanto, Camila Sarmiento, asistente del director en la fundación, asevera que ‘la historia de Make-A-Wish of Panama se encuentra indudablemente ligada a Margoth, quien se ha entregado en cuerpo y alma, como lo hace una madre a su hijo’.

Margoth asegura que la labor que realiza la ha sensibilizado ‘de una manera bonita’ como mujer y madre, la ha inducido a ser una persona positiva y auténtica.


 
 
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