Publicado el viernes 2 de febrero de 2007 - Edici�n No. 881 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
Secciones  
Sólo para ellas
Sólo para ellos
Ventana abierta
Por la sombrita
Esta semana
Conversación
Finanzas
Belleza
Salud
Lista de Ellas
Diario de mamá
Moda
Evento
De la cocina
Horóscopo
Ediciones anteriores
Suplementos  
Martes Financiero
Pulso de la Nación
Recetario
AprendoWeb
POR LA SOMBRITA
La televisión que yo vi

Hoy todos quieren un plasma, pero hace 20 años los niños soñaban con un aparato en color que permitiera ver a Lou Ferrigno (Hulk) verde.

Roxana Muñoz

Mi generación creció frente a la pantalla de TV. En mi calle todos querían ser Koyi Kabuto o Ninja Kamui, pero algunos no podían escaparse de los apodos de ‘Daygoro’ o ‘Porky’. En nuestras travesuras no faltaban las frases: ‘que no panda el cúnico’ del Chapulín Colorado o ‘poderes de los gemelos fantásticos, actívense’ de aquellos hermanos superhéroes.

Teníamos televisor en blanco y negro, así que a los pitufos azules los veíamos grises, al igual que al hombre verde Hulk. Para cambiar el canal teníamos que levantarnos del sillón y hacer girar una perilla que sonaba algo así como ‘taca taca taca’. Mi mamá tenía un oído para ese sonido. . . siempre sabía si la televisión estaba o no prendida.

Pero la falta de control remoto no era grave. Los canales entonces se podían contar con los dedos de la mano y sobraban, incluyendo el Canal 8, ese de la Zona que en mi casa jamás alcanzamos a ver por más gancho de ropa que mi hermano trató de usar como antena.

Recuerdo que en la mañana solo pasaban cómicas y una que otra telenovelilla, generalmente inocentona, ¡ah¡ y transmitían los programas de cocina, y hasta eso veíamos los niños, así éramos de birriosos con la TV. No existían las Laura Bozzo que gritaran ‘que pase el desgraciado’. Teníamos a Cristina, pero era otra cosa.

La televisión de entonces tenía muchos mensajes sociales. Si alguien era encontrado perdido en la calle, lo llevaban a la estación de televisión y aparecía en medio de la programación precedido del siguiente mensaje ‘interrumpimos este programa’ o ‘anuncio especial: el niño que aparece en pantalla responde al nombre de fulanito de tal...’.

Recuerdo que en mi casa se aprovechaban de la ocasión para recordarnos que cosas como esa les pasan a los niños que no hacen caso. Igualmente se ponían fotos de personas extraviadas, a ver si alguien las había visto.

También se interrumpía la programación para poner mensajes en los que solicitaban donaciones de sangre –hoy todavía lo hacen, pero solo ponen un mensaje escrito que corre debajo del programa– o para anunciar una nota luctuosa que generalmente terminaba con las palabras ‘paz a su alma’.

En horas de la noche aparecía una voz muy seria que decía algo así como: ‘Padre de familia, ¿sabe dónde están sus hijos?’.

A veces se iba la luz o la señal de TV, y cuando regresaba, una voz masculina muy formal ofrecía disculpas a los ‘amables televidentes’. Esa era una norma. En las casas también era una regla que después de las 9:00 de la noche los niños se iban a la cama.

Había programas prohibidos. Los sábados no nos permitían ver el Crucero del amor, ni Picardías, una comedia panameña, y mucho menos podíamos reír con el Show de Benny Hill. Si nuestros padres hubieran sospechado que 10 años después el mismo Crucero del amor lo iban a pasar a las 11:00 a. m. , se habrían ido para atrás ¡plop! como Condorito.


 
 
 
Corporación La Prensa - Todos los Derechos Reservados 2007