Publicado el viernes 19 de septiembre de 2003 - Edici�n No. 711 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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DIARIO DE MAMA

Qui�reme por lo que soy

Nuestro recuerdo perdura cuando a uno lo quieren por lo que es, no por lo que hace

Julieta de Diego de F�brega

Los seres humanos tenemos la man�a de andar comprando libros que prometen convertirnos en una mejor persona de la noche a la ma�ana. Sus autores nos presentan recetas paso a paso que, seg�n ellos, son infalibles. Yo, personalmente, tambi�n he ca�do en la tentaci�n y he repasado una buena dosis de estos textos.

En mi recorrido he tenido toda clase de experiencias: en ocasiones he le�do el libro de cabo a rabo so�ando con que en el preciso instante en que llegue al punto final ya ser� casi perfecta. Otras veces suelto la basura despu�s de la tercera p�gina porque s�, desde ese momento, que la t�cnica planteada y yo somos incapaces de caminar juntas. Me ha sucedido tambi�n que encuentro en el texto una frase que me marca profundamente y escojo guardarla en mi archivo. Eso precisamente fue lo que me sucedi� cuando le� el libro �Los Cuatro Acuerdos� escrito por Miguel Ruiz.

De los cuatro acuerdos que �l plantea que debemos hacer con nosotros mismos para alcanzar la paz, hubo uno espec�ficamente que me pareci� indispensable: �No tomes nada a t�tulo personal�. En mi cabeza �y ustedes pueden usar la suya para llegar a sus propias conclusiones� esta frase encierra un mundo de ense�anzas superpr�cticas para la vida.

Por alguna misteriosa raz�n la tendencia generalizada es equiparar persona con acci�n. As� pues, si yo cometo una falta entonces soy mala. Lo que nos explica Ruiz es que aunque personas y acciones conviven, una es independiente de la otra. Esta teor�a es especialmente �til para los padres de familia. Critica la mala acci�n, pero no a la persona, es lo que en resumidas cuentas nos quiere decir Ruiz. Desde�a la falta, pero no a la persona que la cometi�.

Si profundizamos un poquito m�s en el concepto, iremos descubriendo una multiplicidad de aristas que tienen todo el sentido del mundo. Por ejemplo, digamos que usted es una persona dada a realizar buenas acciones. Ayuda a sus compa�eros de trabajo, hace obras de caridad, contribuye al mejoramiento de su entorno, etc. Es posible que usted piense que todas esas buenas obras har�n que el mundo lo recuerde el d�a que le toque partir. Si sus obras son monumentales, es posible que as� sea. Pero si no lo son, seguramente los que vengan a sustituirlo ser�n los que ocupen el �top of mind� de quienes lo rodean.

Ahora bien, si lo que buscamos es un lugar perdurable donde vivir, ese surgir� s�lo si escarbamos un refugio en el coraz�n de las personas. Vemos entonces que nuestra memoria perdura en la medida que nos recuerdan por lo que fuimos y no por lo que hicimos. Si ubicamos esta teor�a en el hoy, tenemos por fuerza que concluir que es mejor que nos quieran por lo que somos y no por lo que hacemos, ya que el d�a en que estemos incapacitados para hacer, nuestra presencia se volver� nula.

Cuando Ruiz nos explica el acuerdo del que estamos hablando, es muy categ�rico al manifestar que no es saludable tomarse las acciones de los que nos rodean muy a pecho, pues estas son producto de sus propias experiencias, y no necesariamente se generan como consecuencia de nuestras acciones. Si logramos ver la vida de esa manera eliminaremos un mundo de sentimientos negativos que generalmente nos atormentan cuando asumimos que una cr�tica a nuestro proceder es una cr�tica a nuestra persona.

Yo soy persona de creer en relatividades. No me gusta estacionarme ni en los blancos, ni en los negros. No quiero que confundan esta posici�n con lo que com�nmente se conoce como ser �baila la vara�. En lo que a principios se refiere soy bastante radical, usar lo ajeno es robar, apu�alear al vecino es matar, vagabundear en el trabajo es ser irresponsable. A pesar de esta postura, me abstengo de juzgar, pues cuando siento la tentaci�n de hacerlo recuerdo la frase aquella de que �el que est� libre de culpa que tire la primera piedra�.

Concluyo entonces que los acuerdos no son m�s que contratos que celebramos con nosotros mismos, la paz es algo que encontramos dentro y la felicidad es �homemade�.