Publicado el viernes 12 de septiembre de 2003 - Edici�n No. 710 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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ESTA SEMANA

Los dictadores de las calles

�Por qu� diablos estamos en este tranque? Es el choque de �o con� la curiosidad ni m�s ni menos

Juan Jos� Rodr�guez

Los paname�os parece que hemos sido subyugados por tres grandes dictadores de la carretera: los conductores del transporte p�blico, los curiosos y el tr�fico �o los tranques descomunales, como suelen llamarle los periodistas�. Veamos. Por cierto, empezaremos tal como lo hacemos al conducir: en desorden.

Comencemos con los curiosos. Estos seres suelen salir a la calle los d�as en que uno est� m�s apurado. No hacen m�s que ver los destellos rojos y azules de las luces de una patrulla, cuando instintivamente empiezan a bajar la velocidad, as� vayan a 20 kil�metros por hora. Sacan el carro del carril para divisar mejor. Si no fuera suficiente, entonces asoman la cabeza. Quieren ser los primeros en ver qu� pas�, quieren llegar antes que la ambulancia, ser �los adelantados del Mar del Sur�.

Los he visto detenerse a un lado del accidente y apearse, �para que nadie les eche cuentos�. Los m�s descarados simplemente se estacionan en medio de la calle para observar con calma, aunque el de atr�s �es decir, yo, atormentado por el �tanque descomunal�� se le gasten los dedos tocando la bocina o grite a todo pulm�n algunas palabras que har�an avergonzarse a Harry el Sucio. Pero nada, la curiosidad es infinitamente m�s poderosa.

Lo peor de todo es que no ven nada, porque, con toda seguridad, el accidente lo ocultan los peatones, los que se bajaron del carro para que nadie les echara cuentos, los polic�as de tr�nsito, la gr�a, la ambulancia, los que esperaban en la parada y hasta los corredores de seguros. Basta ver una pocas gotas de sangre para escuchar de los �testigos� versiones como esta: ��Se mataron como cinco. �Hubieras visto el �sangrer�o� que hab�a all�!�.

Media hora despu�s, con mis nervios hechos trizas, con un est�mago que ruge del hambre y con mi paciencia al m�nimo, descubro que el accidente no ocurri� en nuestros carriles. Nada de eso, es al otro lado, en la v�a contraria. �C�mo as�?, me pregunto. Ac� no hay polic�as ni carros volteados: las v�as est�n totalmente libres, sin obst�culos. �Por qu� diablos estamos en este tranque? Es el choque de �o con� la curiosidad ni m�s ni menos.

Hablemos ahora del tr�fico. Esta palabra me hace recordar un �caballo trapichero�. �Sabe lo que es? El �caballo trapichero� es el que arrastra un aparejo que mueve los pistones del trapiche que muele la ca�a. El caballo camina en c�rculos durante horas y horas. Como resultado de ese mon�tono andar, al montar la cabalgadura no hay fusta que lo haga trotar, mucho menos correr. Pues eso es lo que ocurre con el tr�fico.

El tr�fico pesado nos obliga a todos a conducir a una velocidad menor a los 40 kil�metros por hora. No importa que uno est� al volante de un McLaren o un Lotus Esprit, no hay forma de que uno supere siquiera la velocidad m�xima de un Ford modelo T.

Lo malo es que, de tanto manejar a esa velocidad, algunos terminan por creer que el veloc�metro termina en el n�mero 40 � 50. No parece importar que la carretera parezca la pista de Tocumen en un d�a sin vuelos: los enemigos del v�rtigo siempre avanzar�n a la velocidad del �caballo trapichero�. Esos conductores han sido aconductados: manejar�s tan r�pido �dice la regla� como el m�s lento de la fila.

Estos adoctrinados hijos de la prudencia nunca caminan detr�s de un bus. Siempre se los ver� delante de uno �sin posibilidad de rebasarlos�, con las manos tan aferradas al volante que cuando se bajan deben arrancar sus u�as del tim�n.

Cuando encuentran el valor para rebasar un auto, lo hacen en segunda, con un pie en el embrague y el otro meci�ndose nerviosamente entre el freno y el acelerador. Jam�s han escuchado que su auto tiene una transmisi�n de cinco marchas, por lo que cuando uno les pregunta, ellos responden: �Quinta? �Qu� es eso?

Cuando manejan, su mirada es fija �como quien mira el �rbol en vez del bosque� conducen tan cerca del volante que el airbag no tendr�a espacio para abrirse en caso de un choque; siempre son los que dicen que no se dieron cuenta de que le pitaste o que lo saludaste cuando pasabas junto a �l �o ella� en el estacionamiento del s�per. Nunca se dan cuenta de que hubo un accidente o que uno de sus hijos �o el vecino� le hizo se�as para que lo llevara cuando pas� por su lado. S�, estos son los hijos e hijas del tr�nsito pesado.

Luego est�n los conductores del transporte p�blico. Si hay alguien que entiende y practica el �juega vivo� no cabe duda de que son ellos. Saben qu� es conducir a velocidad de v�rtigo. Lucen advertencias abiertamente desafiantes: �Si lee esto, es porque est� demasiado cerca� o �guarde prudente distancia�.

Pero hay se�ales m�s sutiles que no se pueden obviar tan c�ndidamente: los neum�ticos, por ejemplo, est�n m�s lisos que la cera; cuando entran los cambios se oyen como cuatro tipos de sonidos met�licos; las llantas delanteras y traseras no ruedan, serpentean. Si todo esto no convence, quiz� lo sea el graffiti art que suele ser pintado en los parachoques �que en verdad deber�an llamarse para-que-te-choques�.

Los choferes de buses son abusivos: se aprovechan de los curiosos y de los que temen acelerar, se les cuelan, les roban la iniciativa... y el carril. Pero hay un personaje que me llama la atenci�n. Es el �pavo�. Su papel es el de un polic�a de tr�nsito que trabaja para el conductor. Detiene el tr�fico �sus brazos son extensiones de las luces direccionales, si es que el bus las tiene�, gu�a al busero en el mar de carros. Es como un radar o un aparato de GPS: atento al menor hueco para colarse. Es el copiloto, es la br�jula del timonel.

Y por �ltimo, estamos nosotros, los buenos conductores, los que no nos dejamos; los que el �pavo� odia; los que tocamos las bocinas en esos tranques sin raz�n; los que nos preguntamos por qu� en los sem�foros no todos arrancan al mismo tiempo. El mundo de las calles no es nuestro, pertenece al busero, al taxista, a los lerdos y a los curiosos, pero nuestra consigna es hacer de las calles algo m�s transitable.

Por eso, como le dijo Juan Carlos Navarro a Chello G�lvez, �nos vemos en la calle�.


Ser peat�n bajo su propio riesgo

�Ser� que alg�n d�a llegaremos, los paname�os, a bajar los alarmantes �ndices de accidentes y muertes causadas por veh�culos de motor?

Lineth O. Del Cid T.

La ley dice que el peatón debe caminar por las aceras
El problema de circulaci�n vial en Panam� parece que nunca acabar�. Todos, tanto los que manejan un veh�culo, como los que utilizan el servicio de transporte colectivo y los que caminan por las aceras, tenemos responsabilidad en este espinoso tema. Y m�s all� de decidir el color que deben llevar los buses, es el momento de que las autoridades se conviertan en los receptores de las angustias ciudadanas, en los vigilantes del cumplimiento de las normas establecidas y en renovar los juicios para hacerle frente al incremento de los accidentes as� como de la muerte de paname�os en las carreteras.

Con cada accidentes, las autoridades y la ciudadan�a ocupan miles y miles de pulgadas y horas en los medios debatiendo sobre el tema. Cuando la preocupaci�n es general se incrementan los operativos policiales, se retiran buses de las rutas por unas horas o d�as, se quitan calcoman�as, aparatos de televisi�n y de sonido. Se descubre que todo anda patas arriba y que no hay superman en el patio capaz de arreglar el caos.

El asunto poco a poco va perdiendo primicia. Queda en el olvido hasta conocer el nombre de la siguiente v�ctima, un padre o madre, una hermana, una t�a, un amigo. Y la rueda vuelve a rodar, da la impresi�n que con los accidentes vehiculares y sus formales consecuencias, la fiebre sigue estando en la s�bana.

Reglamento

En Panam�, ciertamente, se tiene casi todo lo necesario para que el tr�fico diario sea mucho m�s agradable, fluido. Existe un reglamento de tr�nsito, hay multas preventivas y de castigo, normas para iniciarse en el manejo y otras para conservar la licencia y renovarla. Adem�s de las normas est�ndares de seguridad para los veh�culos de carga y transporte colectivo y selectivo.

Cada cierto tiempo un pa�s generoso paga estudios de impacto ambiental, de distribuci�n de terminales, de cu�ntos pasajeros hay por �rea as� como del posible beneficio de un tren urbano o un metro. Han aparecido unas cu�ntas soluciones para el caos del sistema de transporte colectivo, pero la fuerza de los due�os de autobuses se aprovecha de la enorme necesidad de los ciudadanos que cada madrugada suben al autob�s o cruzan la calle invocando a su particular santo pidiendo llegar completo al trabajo.

Bajo su riesgo

Para Rosa Arrocha de Gonz�lez, conducir es una gran responsabilidad, tarea que debe hacerse respetando tanto las normas establecidas como �a las personas que se mueven en las v�as: otros conductores y peatones�.

Gonz�lez, editora del libro Manual del Conductor y Reglamento de Tr�nsito, sustenta que la educaci�n ser� una herramienta vital para empezar a arreglar el caos del tr�nsito y a prevenir accidentes vehiculares. Es importante capacitar a los conductores y peatones con �el fin de crear una conciencia colectiva�.

Los peatones tienen dos actos en este drama vehicular. El primero lo lleva a sortear entre los autos el cruce de una calle o bien, a esperar un acto de cordialidad que le permita cruzar una calle, a�n utilizando el cruce peatonal y ayudado por el sem�foro. El peat�n en Panam� aprende a correr, a dudar, a echarse al ruedo en espera de que el �ngel de la guarda lo proteja.

Este mismo peat�n es usuario del transporte colectivo, una haza�a diaria que lo obliga a levantarse casi dos horas antes de su entrada laboral a esperar bajo el sol y la lluvia la llegada de un autob�s, al que se subir� a empujones y compartir� con otro usuario un mismo espacio. Que gritar� �parada! y se bajar� sin percatarse de en d�nde lo hace.

Por este doble protagonismo el peat�n ser� el veh�culo ideal para iniciar el cambio en el caos vehicular. Educando al peat�n se inicia la creaci�n de la conciencia colectiva que propone Gonz�lez, pues lo motiva a hacerse responsable de su actuar en la calle. Estipula Gonz�lez en el Manual que la responsabilidad del peat�n es cuidarse, �mire hacia la izquierda y hacia la derecha y a la izquierda otra vez�.

Si hay un puente elevado debe usarse.
El conductor no espera encontrarse a un peatón cruzando la calle.

Aconseja al peat�n a esperar la se�al para peatones en los sem�foros o bien esperar el momento adecuado. A�n cruzando por el cruce de peatones, el peat�n debe tomar precauciones. Pide adem�s a los peatones no tratar de correr si vienen los autos y a asegurarse de que los conductores lo vean. �No conf�e en los veh�culos, usted no sabe en qu� condiciones est�n ellos o sus conductores�.

Cuando camine en la ciudad o cuando haga ejercicios, explica Gonz�lez, h�galo por las aceras. �Si es de noche, v�stase con algo que le haga m�s visible. En zonas rurales, si no hay aceras, h�galo por el hombro izquierdo, de frente a los veh�culos que vienen. As� usted ve los riesgos primero y puede quitarse inmediatamente. Sea responsable, cuide su vida�.

En el Cap�tulo VII, dedicado a los peatones, el Art�culo 61, se�ala que antes de cruzar la v�a el peat�n �esperar� el momento en que no exista circulaci�n vehicular, que esta se halle detenida o que la distancia de los veh�culos m�s pr�ximos sea tal que pueda realizar el cruce a paso normal, con prudencia y sin peligro�. Este cruce debe efectuarse en las esquinas o intersecciones de las calles, utilizando preferentemente las l�neas de seguridad si las hubiere.

Por su parte, el art�culo 63 sostiene que toda persona con su capacidad �f�sica disminuida temporal o permanentemente, deber� hacerse acompa�ar por un adulto en condiciones aptas para circular. Igual precauci�n se tomar� con los menores de 12 a�os�.

El art�culo 68 se�ala que los peatones gozar�n de prioridad del paso para peatones y que los peatones est�n obligados a obedecer las indicaciones de los agentes del tr�nsito.

Para Gonz�lez, educar a las personas dar� como resultado un �cambio de actitud�. En la decisi�n de los peatones, con sus dos roles, se puede mejorar el sistema. Por ejemplo el peat�n puede exigir al chofer del autob�s un mejor trato, que lo deje en la parada y nunca en la mitad de la calle. Si falta a una norma establecida, denunciarlo ante la autoridad competente. Aceptar bajarse solamente en las paradas designadas.

Por su parte el peat�n debe respetar las leyes, conocer sus derechos descritos en el reglamento de tr�nsito, utilizar los puentes elevados, las aceras y las paradas de autob�s.

Peat�n responsable

- Camine siempre por las aceras, veredas, pasos elevados, andenes y dem�s construidos para su uso.

- Evite salir de repente de entre veh�culos estacionados a cruzar la calle.

- No cruce la calle corriendo.

- Utilice el puente peatonal.

- Si lleg� a la mitad del cruce, no se devuelva. Det�ngase, mire hacia los autos y espere el momento adecuado.

- Si lleva ni�os peque�os, t�melos de la mano.

- No conf�e en que el conductor del auto lo ha visto. El conductor puede tener problemas con el veh�culo.

- Si debe cruzar, busque las zonas de peatones. Si no las hay, busque cruzar en las esquinas o lo m�s cercano a un sem�foro. Nunca cruce a mitad de avenida o calle.

- Si ve venir un autob�s o un veh�culo de carga, espere que pase y luego revise nuevamente el cruce.

- Evite cruzar por autopistas.

- Si es de noche, busque la zona m�s iluminada para cruzar.

- No se arriesgue a cruzar pr�ximo a una curva o a la cima de una monta�a o loma.

- Se proh�be a los peatones cruzar en luz roja una calle donde funcionen sem�foros peatonales.

- El reglamento de tr�nsito proh�be a los peatones cruzar una intersecci�n diagonalmente o detenerse en el centro de la v�a.

Cuando cruzar

Si debe cruzar entre veh�culos detenidos, h�galo por delante del auto, asegur�ndose de que el conductor lo est� viendo y mantendr� el auto detenido. Si existe un puente peatonal no dude en usarlo. Los conductores entienden perfectamente que si hay un puente peatonal no debe haber ning�n peat�n en la calle, autopista o v�a r�pida.

Se proh�be

El Art�culo 59 proh�be a los conductores

- Maltratar de palabra u obra a los pasajeros.

- Fumar en veh�culos de transporte p�blico de pasajeros.

- Abandonar el veh�culo encendido o dejando las llaves de este dentro del mismo.

-Dejar o recoger pasajeros fuera de las paradas o negarse a recogerlos dentro de su ruta.

- El uso de lenguaje soez.

-Transportar pasajeros en n�mero que exceda la capacidad registrada del veh�culo.

- Utilizar aparatos de sonido que impidan escuchar los sonidos ambientales. En los veh�culos de transporte p�blico no se instalar�n aparatos de sonido alguno.

Definiciones

El reglamento de Tr�nsito dispone en su Art�culo 2 las definiciones de los protagonistas de su normas. Se�ala que peat�n, es �toda persona que transite a pie, tambi�n se considera peat�n los impedidos o ni�os que transiten en artefactos especiales manejados por ellos o por otra persona y que no se consideran como veh�culos desde el punto de vista de este reglamento�.

Por el conductor, se dispone: �Es la persona que lleva el dominio f�sico de los controles del veh�culo, en los de tracci�n animal, la persona a cuyo cuidado est� el mismo, vaya montado o desmontado. Tambi�n es conductor la persona a cuyo cargo est� la conducci�n de animales sueltos o en reba�os�.



ESTA SEMANA
Transporte colectivo en la v�a
Los dictadores de las calles
Este cuerpo es m�o