Publicado el viernes 16 de abril de 2004 - Edici�n No. 741 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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Reina Torres de Ara�z Una mujer de su tiempo

Su tarea m�s tit�nica fue la de dotar a nuestra peque�a rep�blica de museos en los que se guardan los rasgos m�s caracter�sticos de nuestra cultura

Amalia Aguilar Nicolau

 
Creo que en Panam� todos hemos escuchado su nombre, pues el museo m�s importante de esta ciudad lo lleva. Sin embargo, creo que pocos saben qui�n fue en realidad Reina Torres de Ara�z. Esta interesante mujer naci� el 30 de octubre de 1932 en la ciudad de Panam�. Se doctor� en la Universidad de Buenos Aires en filosof�a y letras con especializaci�n en antropolog�a en 1963, adem�s se licenci� en esa universidad como antrop�loga general, etn�grafa, como profesora de historia y como t�cnico de museos.

A su regreso al pa�s, su primera misi�n la emprende en el Instituto Nacional, donde trabaja como profesora; desde ah� transmite, con el entusiasmo que la caracteriz�, conocimientos de la historia y la cultura nacional. Ella contaba a todos los que quer�an escucharla lo que iba descubriendo poco a poco a lo largo de sus recorridos por el territorio del pa�s.

Era como esos exploradores que vemos en las pel�culas. Ella se apuntaba a cuanta expedici�n se organizaba movida por el inter�s de vivir la experiencia, como se dice, en carne propia. De sus m�ltiples recorridos salieron, art�culos, reflexiones, conferencias y libros enteros. Su primera curiosidad fue por la provincia de Dari�n.

Su esposo, Amado Ara�z, quien la llev� en su primera visita a esta provincia, la recuerda �tomando medidas, haciendo anotaciones, aplicando cuestionarios, usando constantemente su c�mara fotogr�fica o pidiendo a otros que lo hicieran para a�adirse ella a un grupo de ind�genas�.

Particip�, junto a su esposo, en una de las grandes aventuras de automovilismo y viaje efectuadas en Am�rica que fue la Expedici�n Trans-Dari�n, que hizo la primera traves�a de veh�culos desde Panam� hasta Bogot� en cuatro meses y 20 d�as por las selvas darienitas y chocoanas. �Los ind�genas iban hacia ella, especialmente las mujeres curiosas, que nunca hab�an visto una g�nere blanca. Dos meses y siete d�as despu�s entr�bamos con nuestros veh�culos a un bullicioso pueblo diarienita y Reina se hab�a convertido en la primera mujer paname�a en llegar a Yaviza y luego a El Real por tierra desde la capital. Alegre y rebosante de energ�as bail� el tamborito en los agasajos que la gente nos brind�, recuerda Amado. Sus visitas a esta regi�n del pa�s fueron recogida en su libro Dari�n: etnoecolog�a de una regi�n hist�rica .

En algunas de las fotos que se conservan, la vemos entre los ind�genas que la consideraban su amiga y la acog�an sin reservas.

Despu�s de la aventura darienita Reina se dedic� a dar conferencias y a participar en congresos, en los que compart�a sus hallazgos y teor�as. Deja el Instituto Nacional para dedicarse a crear en la Universidad de Panam� el Centro de Investigaciones Antropol�gicas y la Comisi�n Nacional de Arqueolog�a y Monumentos Hist�ricos como una reacci�n a la destrucci�n del edificio de La P�lvora en las ruinas de Portobelo por una compa��a norteamericana. Esta comisi�n fue el antecedente de lo que es ahora la Direcci�n de Patrimonio Hist�rico del INAC, direcci�n que ocup� durante varios a�os y desde donde nos dej� algunas de sus obras m�s importantes.

Varios rasgos de su personalidad afloran a la hora de investigar sobre esta singular mujer. Tuvo muchos amigos, colaboradores y admiradores, que la describen como una mujer inteligente, de extraordinaria cultura, simpat�a contagiosa, brillante, valiente y bonita. Tambi�n tuvo enemigos y detractores, que criticaban sobre todo su cercan�a con el general Omar Torrijos, quien fue su compa�ero de banca en su �poca de la Normal de Santiago, lo que gener� una profunda amistad y una confianza total en el entonces hombre fuerte de Panam� en su gesti�n.

El arquitecto Demetrio Toral, su secretario durante 15 a�os, adem�s de su amigo, afirma que Reina sab�a imprimirle m�stica a todo lo que hac�a. Con mucho cari�o recuerda, �eran otros tiempos�, me dijo con nostalgia. Para �l fue una �poca de solidaridad, de trabajo duro, de idealismo. Y en verdad eran otros tiempos. Fue el tiempo del americanismo continental. Fue el momento de rescatar y develar para el mundo un continente riqu�simo en cultura, un continente saqueado por todas partes.

Su tarea m�s tit�nica tal vez fue la de dotar a nuestra peque�a rep�blica de museos en los que guardar los rasgos m�s caracter�stico de nuestra cultura. En esta �poca se hace el Museo del Hombre Paname�o, al que posteriormente se le pondr�a su nombre, honor que seg�n el arquitecto Toral, de estar ella viva, no hubiera aceptado nunca.

Una de sus principales luchas en relaci�n con la construcci�n de este museo fue el rescate del edificio que hoy lo alberga, antigua estaci�n del ferrocarril, que iba a ser demolido por el gobierno del momento para construir multifamiliares. Ella levant� en total 10 museos a lo largo del pa�s.

Otra de sus luchas importantes y que le vali� enemigos ac�rrimos, fue la ley que regula todo lo que tiene que ver con el patrimonio hist�rico. Reina le hizo mucha guerra a la huaquer�a, creando mecanismos en todas las provincias para detectar estas pr�cticas y muchas veces mandando a la c�rcel a quienes insist�an en esta pr�ctica destructiva del patrimonio. Detestaba el coleccionismo y no ten�a ni una sola pieza de su propiedad, las que le fueron regaladas por estudiantes las entregaba inmediatamente para que formaran parte de la colecci�n de Patrimonio Hist�rico.

Adem�s de todo lo que realiz� en Panam�, tuvo una participaci�n muy destacada en organismos internacionales como la UNESCO, para el que ocup� cargos como la Vice Presidencia del Patrimonio Mundial, donde ayud� en la soluci�n de problemas monumentales relacionados con el patrimonio del Medio Oriente. Adem�s, antes de morir fue nombrada Alto Comisario del Patrimonio Cultural.

Su cercan�a con el general Omar Torrijos, quien fue su compa�ero de banca en su �poca de la Normal de Santiago, le gener� una profunda amistad y una confianza total en el entonces hombre fuerte de Panam�.
Tambi�n escribi� muchos art�culos para revistas y diarios sobre las culturas aut�ctonas paname�as, y su �ltima obra Panam� Ind�gena (agotado desde hace a�os) sigue siendo documento obligado para conocer las caracter�sticas y las costumbres de estos grupos con los cuales convivi� por largas temporadas.

Es dif�cil separar la vida personal de la vida profesional de Reina Torres de Ara�z. Conoci� a su esposo a trav�s de su inter�s por la provincia de Dari�n. El la acompa��, al igual de sus tres hijos, a muchas de las expediciones que realiz�. En algunas de las fotos que se conservan, la vemos entre los ind�genas que la consideraban su amiga y la acog�an sin reservas abrazando a alguno de sus peque�os hijos, a quienes les inculc� la importancia de su trabajo y el amor por nuestra gente.

Angela Camargo, restauradora de obras de arte, trabaj� con Reina en la Iglesia de San Francisco de la Monta�a, en Veraguas a finales de los 70. Ella la describe como una mujer en�rgica, eficaz, eficiente, decidida como pocas. �Para ella no hab�a obst�culos, �recuerda con una sonrisa�, consegu�a todo lo que quer�a. Era una mujer que no le ten�a miedo a nada ni andaba con miramiento ni vanalidades. Pocas mujeres he conocido que como ella dicen lo que piensan y hacen lo que dicen�.

Otros colaboradores con el arquitecto Sebasti�n Paniza y Marcela Camargo la describen como una mujer entregada a su trabajo, entusiasta y muy respetuosa. Aunque no estuviera de acuerdo con las decisiones t�cnicas, si las mismas estaban bien sustentada por los expertos, ellas las acataba sin resistencia.

Transmit�a ese entusiasmo por el trabajo a todos los que cayeron bajo su influjo. Pod�a pasarse horas y horas hablando de manera improvisada sobre diferentes aspectos de la cultura universal y c�mo esto se relacionaba con las obras que hac�a, al final de estos momentos, todos sal�an con conocimientos nuevos y con m�s ganas de trabajar.

Es imposible enumerar en este peque�o espacio todas las cosas que Reina hizo en sus 47 a�os de vida. Pero es evidente lo que dice Toral cuando afirma que para ella rescatar el patrimonio era como el aire que respiraba, viv�a para eso, si no lo hac�a, se sent�a muerta.

Muri� prematuramente, en la plenitud de su vida personal y profesional. Pero hasta su �ltimo momento se preocup� por lo que dejaba. En su lecho de enferma escogi� las piezas de la museograf�a del Museo de Chitr�, que nunca vio terminado, y dict� las p�ginas de su obra inconclusa El nuevo Edimburgo del Dari�n.

Reina Torres de Ara�z fue una mujer de su tiempo. Una mujer que supo responder al momento hist�rico que le toc� vivir y que dej� para mi generaci�n un ejemplo de tenacidad, de responsabilidad, de compromiso y de amor por nuestra cultura, que desafortunadamente muchos han olvidado.

 



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