Publicado el viernes 16 de marzo de 2007 - Edici�n No. 887 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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EL PERSONAJE
Liliane Mercer
Anfitriona 'haute couture'

Su acento francés delata su origen, pero su sonrisa hace pensar que es más caribeña que muchos panameños. Liliane Mercer, la relacionista pública de Chanel para Latinoamérica, decide jubilarse en Panamá.

Ileana Pérez Burgos

En cuanto despertó, Liliane Mercer se asomó al balcón de su cuarto con vista al mar y vio un pajarito salir volando de una de las macetas. Encontró entre las hojas de la planta un nido con ‘dos huevitos’. Desde entonces, trata de no hacer mucho ruido para no asustar a la pajarita que llega a empollar todos los días.

Con escenas así en su propio balcón, sumado a la brisa que hace ilógico pensar en aire acondicionado, y el paisaje marino, es comprensible el por qué la vicepresidenta de relaciones públicas de Chanel para Latinoamérica y el Caribe haya llamado a este apartamento su ‘residencia principal’. Panamá ha sido su casa desde hace 26 años, y es justo aquí donde esta francesa políglota y glamurosa decide disfrutar de sus ‘vacaciones ilimitadas’.

Levantando la carpa

En los años 80, Liliane Mercer llegó a Panamá, primero solo por un fin de semana para ver si le gustaba, pues le habían ofrecido un trabajo en Chanel y en este país estaban las oficinas. ‘Ni lo pienso, ya vengo’, cuenta que dijo al conocer la ciudad. ‘Me enamoré inmediatamente. Nunca me han gustado las ciudades enormes. Me gusta más un país chico’. Asegura con una sonrisa ‘conozco ciertamente más de Panamá que ustedes’. Habla de las islas perdidas de San Blas como Agunidup, y cuenta que ha llegado hasta Costa Rica ‘en coche’.

Su listado de los sitios visitados en Panamá, salpicado de sus burbujeantes carcajadas, retratan lo que ha sido su vida: un constante empacar y desempacar moviéndose de un sitio a otro con una risa incansable. Casi pareciera que no se ha estado quieta ni un segundo.

Liliane dejó su natal Francia a los 18 años -lo que significa que ha vivido más en Panamá que allá-, decidida a estudiar idiomas. Así que dejó el valle de los castillos del Loira (‘nací entre los castillos, pero no como reina’ dice muerta de risa), para irse a vivir un año a Inglaterra. Estudiaba inglés de noche y trabajaba en el día. Repitió la experiencia en Munich para aprender alemán durante un año.

‘Después me fui a Grecia a trabajar en un crucero por tres años como organizadora de los eventos a bordo. Organizaba las fiestas, los bailes de disfraces, el coctel del comandante, las visitas cuando bajábamos en Medio Oriente’, cuenta. ‘Era fantástico pero no ganaba plata, era más para divertirte’, así que hizo lo que pensó sería una última parada de un año en Génova para aprender italiano.

Entonces volvió a Francia y se convirtió en redactora del Centro Nacional de Comercio Exterior, donde además le encomendaron atender a las delegaciones de empresarios extranjeros que llegaban a hacer negocios. ‘Un poquito siempre de relaciones públicas’, dice haciendo un enlace de aquel rol con la que fue su última posición en su vida laboral.

Tres años después, una amiga le contó que Lancôme buscaba a personas que viajaran para atender la línea en América, pues conocía el espíritu nómada de Liliane. Poco después ya estaba radicada en Miami, Estados Unidos, recorriendo el nuevo continente, y fue en sus visitas frecuentes a México que aprendió español.

Durante sus diez años en Estados Unidos, Liliane no solo se adentro en el mundo de la perfumería y los cosméticos, sino que también se enamoró y se casó.

‘No estaba hecha para la vida de casada. Nos divorciamos pero nos quedamos amiguísimos hasta el final; él murió hace poco’, recuerda. ‘No iba bien porque yo quería viajar y él quería que me quedara en la casa. Me di cuenta de que no podía hacer una vida de familia, necesitaba moverme’. Pero hace hincapié en que no por esa decisión ha estado sola, por el contrario, siempre ha tenido cerca amigos y algún enamorado.

Chanel bajo el sol

Liliane llega a Chanel casi al mismo tiempo que Karl Lagerfeld, a principios de los 80. Era el comienzo de un nuevo episodio para la prestigiosa casa de moda francesa y era también el inicio de pasos más seguros de la marca en América.

Entonces, Mercer era la directora de ventas, encargada de Canadá y México en el norte, toda Centro y Suramérica, y además el Caribe, con sede en Panamá. En un año recorrió todos los países bajo su ala y mucho contribuyó al crecimiento de la casa, cuyo distribuidor en la región es la empresa Cupfsa. ‘Cuando empecé éramos cuatro en Panamá y 40 en Colón; ahora en Panamá estamos 60 y en Colón, 80’. En los 90 se convirtió en la vicepresidenta de relaciones públicas y anduvo por toda Latinoamérica y el Caribe organizando lanzamientos de productos. En Panamá organizaba eventos fuera de lo ordinario y muy chic, como almuerzos en un yate que recorría la bahía de Panamá. También llevó periodistas especializados en moda a los desfiles en París. En total, viajaba seis meses del año pasando una semana en un país y dos en otro. Para muchos, Liliane es la cara de Chanel en este continente.

‘Chanel es ciertamente la casa más reconocida en el mundo por la moda, por el lujo, por la seriedad, además es una casa privada, no es una casa que está en la bolsa, así que hay ese ambiente un poquito de familia y donde ante todo la calidad es lo más importante, no la cantidad, no el dinero. Es una maravilla trabajar con una firma así’, y asegura que en esta empresa aprendió mucho de moda. ‘Lagerfeld es un genio, un hombre cultísimo, un artista’.

De su cuello pende una medalla de trébol y en su muñeca lleva un reloj J12, ambos de Chanel. Pero su debilidad son las carteras. ¿Cuántas tiene? No lo sabe exactamente pues tiene unas en Panamá y otras en Francia, pero calcula que más de 20, ‘suficientes para durarme toda la vida’, dice.

En las oficinas de Cupfsa, Liliane era considerada como la maman y mentora del grupo. ‘Ha sido una súper jefa’, recalca la asistente administrativa Tania Chiari. ‘Me dio la oportunidad de aprender el francés y practicarlo porque se preocupó por ello. Me enseñó cómo organizar un evento con el toque chic de Chanel, los criterios de cómo priorizar para tomar decisiones en situaciones apremiantes, a hacer las cosas bien desde el principio’.

Cuenta que Liliane siempre huele a Chanel, sea cualquiera de las fragancias de la casa francesa. ‘Le encantan las orquídeas, ama cocinar, es muy buena anfitriona. Es una persona brillante’, afirma Chiari.

Viajes de descanso

El itinerario de Liliane está cargado, pese a que está oficialmente jubilada desde diciembre. Los primeros meses de este año estuvo en Francia, donde tiene una casa en las montañas de Roquefort les Pins, cerca de Cannes.

De regreso en Panamá hará dos últimos viajes de trabajo acompañando a su sucesora Marie-Laure Clos-Solari, y en abril volverá a montar un avión, esta vez por diversión. Estará un mes a Los Ángeles, San Francisco, Las Vegas y Florida, con su hermano y su cuñada que cumplen 40 años de casados. De vuelta estará apenas una semana en Panamá para irse por tres meses a Francia para estar cerca de su mamá que sufre de Alzheimer.

‘Mi prioridad es mi mamá por el momento. Quiero pasar tiempo con ella mientras todavía me reconoce’, explica.

Después de tanto viaje, aterrizará en Panamá por agosto para seguir con su nueva rutina: ir al gimnasio todos los días, pero ya no a las 6:00 a. m. sino a las 8:30 o por allí, desayunar rico en alguno de sus balcones y prepararse para el día, que bien puede incluir un juego de golf –‘que no he jugado en años porque no tenía el tiempo’- o unas horas jugando con los niños que atiende Fanlic –‘nunca he tenido hijos pero los niños me fascinan’-. Y para cerrar el día, planea cocinar mucho para sus amigos, acompañados de un buen vino, por supuesto.

¿Extraña el trabajo? ‘¿Qué? ¿escuché bien? ¿trabajo?’, ríe. ‘Oh, no. Mentalmente estaba más que preparada [para la jubilaciónI, lo quería, lo quería. Me jubilo y me jubilo aquí en Panamá’.


 
 
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