Publicado el viernes 16 de marzo de 2007 - Edici�n No. 887 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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POR LA SOMBRITA
Esos cupones indecentes

Yo quisiera aprovechar más los cupones para pagar menos en algunos servicios, pero la verdad ya les he perdido la confianza.

Roxana Muñoz

Mmmj. . . acabo de abrir una caja de cereal y me he topado con un boletito para canjearlo por un videojuego o algo así, claro, la oferta es válida sólo en Estados Unidos. En ese país esto de los cupones como que es muy común y –aunque uno no lo crea– atractivo. Acá somos más bien escépticos o penosos para eso. Me parece que a pocas personas les gusta ser vistas en la caja del supermercado rebuscando con desespero, en la cartera, papelitos para obtener descuentos.

A los genios panameños del mercadeo les llamará la atención esa particularidad nuestra, ¿por qué seremos así? Acaso somos muy orgullosos. Puede que exista algo de eso, pero también el asunto es que acá algunas promociones suelen tener tantas trabas y resultar muchas veces borriguero por iguana que una termina por volverse cliente de poca fe.

Ya perdí la cuenta de las veces que he comprado algo y he raspado un papelito para terminar ganándome un ‘gracias por su participación’ o una entrada al cine, válida para una persona, en día que no sea ni feriado ni fin de semana ni en estreno de película. Y si aún así me animo a aprovechar el premio lo más probable es que cuando llegue a la taquilla, la niña que dispensa los boletos me mire despectivamente como diciendo ‘otra que quiere entrar al cine gratis’.

También ocurre en los restaurantes que al sacar el cupón el mesero no tiene idea de esa promoción, ya expiró o solo era válida si uno llamaba al restaurante media hora antes de llegar para decir que lo iba a utilizar.

E insisto, en cuanto usted saca el cupón de descuento viene la mala cara de la dependiente que enseguida cambia el amable semblante de ‘en qué puedo ayudarle’ por la actitud de ‘diga rápido qué quiere’.

Aunque a veces me he encontrado verdaderas gangas en los almacenes, en otras ocasiones llego buscando el 50% de descuento y lo que encuentro es una cajeta al fondo con cosas, tan feas o tan deterioradas que con razón están a medio precio. Por favor, ¿quién quiere un descuento del 10% en un almacén carísimo? ¿Para qué sirve un descuento de unos centavos en un tratamiento de lipoescultura?

En estos días volví a ver cómo en un restaurante una señora pidió con mucha discreción el descuento que le ofrecían por trabajar en un local cercano.

La cajera empezó a gritar ¡descuento! ¡descuento! ¡descuento! Con ello estaba llamando la atención de su supervisora, que aprobaría los 50 centavos menos. Imagino que este tipo de promociones tienen como objetivo atraer más consumidores, y serían más atractivas si no fuera necesario esperar a que aparezca un encargado y si se evitara gritar para que todo el mundo sepa quiénes han osado hacer válida una promoción.


 
 
 
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