Publicado el viernes 10 de noviembre de 2006 - Edici�n No. 871 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
Secciones  
Sólo para ellas
Sólo para ellos
Ventana abierta
La vida en fucsia
Esta semana
Conversación
Finanzas
Belleza
Salud
Lista de Ellas
Diario de mamá
Moda
Evento
De la cocina
Horóscopo
Ediciones anteriores
Suplementos  
Martes Financiero
Pulso de la Nación
Recetario
AprendoWeb
FINANZAS
Apariencias y realidades
José S. Canto A.
joseca@cwpanama. net

Una de las cosas que nos puede impedir llegar a ser realmente ricos es vivir como tal sin serlos. Gastar en costosos autos, ropas, accesorios, celulares, equipos de video o audio, salidas diarias a comer o a discotecas o bares, y consumir sin control, vicios de juego, drogas, comprar a crédito (hipoteca) una casa o apartamento que sobrepase nuestras posibilidades reales de endeudamiento. Estas son decisiones que pueden ejercer gran presión sobre nuestros ingresos, sobre todo si son ingresos basados en un salario, en un empleo que nadie nos garantiza a mediano o largo plazo, independientemente de su magnitud.

Una vida como la arriba descrita puede ser vista mejor con la ayuda de una metáfora: tener un gran botella de plástico a la que le hemos abierto un hoyo. Por más líquido que le echemos, más deberemos luchar por llenarla antes de que el líquido se escape, si no es que se escapa antes de caer en el fondo de la misma.

El verdadero rico puede costearse sus caprichos o gustos, y es rico, no aparenta serlo. Pero quien no tiene los recursos de un rico y vive como tal, para aparentar serlo tiene que tomar todo a crédito; vivir permanentemente endeudado. En realidad no es dueño de nada sino cuando termine de pagarlo.

Ser, y no aparentar ser, es una imperiosa condición para vivir una vida feliz y esto está íntimamente asociado a nuestros valores y autoestima.

Si usted es de los que vive y muere de un salario, digamos que alto, y que le paga una empresa gracias a su educación, talento, experiencias, empuje y demás, y considera que el éxito se mide en función de la potencia del motor y de la capacidad de tracción de su auto, de la precisión de la modulación de su equipo de audio casero, de la pequeñez y versatilidad de su teléfono celular o de la calidad de las telas de las cortinas de su apartamento o casa, pues ni modo. Eso es para usted el éxito y eso refleja sus valores: ostentación, quizá impaciencia, otorgar importancia al gasto en cosas que muestren al mundo que usted es un gran consumidor, que usted quiere que el mundo sepa que su salario es alto aunque lo tenga comprometido en los pagos de su auto, apartamento, cuentas de tarjetas de crédito y otras cosillas.

En verdad si usted es y no aparenta ser, todas estas cosas quizá las podría tener sin necesidad de endeudarse como lo hacen muchos. Si solo tuviera algo de paciencia, autocontrol, mejor autoestima, claridad de metas y valores. Le aseguro que tendría más tranquilidad, paz de espíritu, muchos sentimientos de logro, control y satisfacción.

Conozco personas que tienen muchos bienes y están felices con sus logros, pero no tienen un auto caro, no tienen casas de lujo, se sienten muy seguros y no tienen duda alguna de quiénes son y de cuánto valen. A su vez, conozco algunas y algunos profesionales talentosos y jóvenes que se sienten insatisfechos, hambrientos de poseer cosas que le muestren al mundo lo valiosos y exitosos que son. Ellos y ellas quieren tener, mostrar al mundo sus éxitos en un lapso breve, pues sienten que el mundo se los ‘exige’ para ser calificados como exitosos y olvidan que los verdaderamente ricos, con muy contadas excepciones, han tenido que batallar por sus riquezas muchos años y hoy ya tienen más de 45 años, incluso han sobrepasado los 55 años.

Las personas verdaderamente pudientes no se esfuerzan por demostrar su poder financiero. Son humildes y sencillas, viven frugalmente, consumen con prudencia, conocen de las cosas buenas de la vida pero no se mueren si no las tienen siempre, han vivido años convencidas de que ahorrar, ser maduros y controlados, tener metas y sueños, es lo importante, y en consecuencia han bregado para lograrlas y hoy cosechan los frutos de esa política y esa firme creencia en esos valores y en otros eternos por naturaleza.

Si el hábito de gastar sin control es duro de vencer, igualmente duro de vencer ha sido para estas personas el hábito de ahorrar, ser previsores y hoy dichas personas disfrutan de libertad financiera, sólida autoestima y grandes sentimientos de logro. Podríamos decir que ellos pertenecen a la hermandad de los ricos invisibles; la ‘gente de verdad’, que valora el sueño tranquilo, jamás interrumpido por preocupaciones por pagos de tarjetas de crédito, mensualidades de carro, de cuentas de celular o de cuentas de tiendas de ropa o de otro tipo. Todos ellos saben y viven felices sabiendo que lo que tienen no lo deben y que si compran algo será cuando hayan ahorrado para ello. Ellos son, no aparentan ser.

" El autor es asesor financiero personal


 
 
 
Corporación La Prensa - Todos los Derechos Reservados 2005