�QUITATE DE LA VIA PERICO!
Es muy pr�ctico buscar mensajes importantes en cosas que en s� se consideran superficiales. Las im�genes generadas nos hacen comprender mejor
Julieta de Diego de F�brega
Crec� con la salsa como m�sica de fondo, aunque recuerdo que de peque�a escuch� pasar la colita del chachach�. Y, aunque nuestros hijos piensen lo contrario, durante nuestros a�os mozos fuimos muy parecidos a ellos. Nos aprend�amos la letra de todas las canciones de moda sin detenernos a pensar sobre qu� podr�a haber querido decir el autor. Bueno, reconozco que algunas no dec�an nada.
Ahora que ando por la vida buscando significados, he descubierto en las viejas canciones que amenizaron las fiestas donde aprend�a a bailar y a querer, un mill�n de mensajes. Aclaro que no tengo evidencia alguna que indique que sus creadores quisieron decir lo que yo a continuaci�n expresar�. Todo, absolutamente todo lo que leer�n hoy es producto de una imaginaci�n rebelde con la que he tenido que vivir desde el d�a en que nac�. A veces siento que en mi cerebro imaginaci�n y realidad inician batallas campales por el poco terreno que queda disponible y no es f�cil desarrollar mis actividades diarias con tanto esc�ndalo, pero me las arreglo.
Volviendo al tema, les comento que entre el chorro de composiciones que amenizaron los eventos en las d�cadas de 1960 y 1970 (�poca de oro de la salsa, digo yo), algunas me parec�an especialmente divertidas como El Caballo Pelotero, El Negrito Bemb�n y El Collar de Clodomiro y a�n hoy en d�a cada vez que las escucho siento que algo se mueve dentro de m�, que autom�ticamente ocasiona que partes de mi cuerpo respondan activamente: un pie zapateando, una mano tamborileando o unos dedos chasqueando. Y es que salsa es salsa, no hay m�s que hablar.
Hace unos d�as pusieron en la radio la canci�n del pobre perico sordo que todos asumimos fue atropellado por el tren y autom�ticamente pens�: la verdad es que los j�venes de hoy en d�a son igual de sordos que el perico, uno les advierte una y otra vez que viene el tren, pero no escuchan y los padres horrorizados tenemos que presenciar una y otra vez el atropello.
Yo no puedo poner mi mano en el fuego por todos los padres del mundo, entiendo que hay algunos que est�n demasiado ocupados y ni siquiera se dan cuenta que sus hijos est�n jugando sobre las v�as ferroviarias, pero hay otros que honestamente ponen todo su empe�o en el cuidado de sus v�stagos, que se han ocupado de orientarlos, de educarlos, de explicarles que la v�a del tren no es un lugar seguro para revolotear y a�n as� los muchachos sienten la necesidad desesperada de arriesgar su vida en un juego que lo �nico que produce es un exceso de adrenalina.
Para los efectos pr�cticos la v�a del tren puede ser un fiesta desenfrenada, una apat�a total por los asuntos escolares, un/a novio/a desastroso/a, la droga, el sexo prematuro, una carrera de autos en calle 50 a las dos de la ma�ana, una chupata en la playa, robar en un almac�n. Como ven, la juventud es como Grand Central Station: Hay trenes por todos lados y los �pericos�, sordos, caminando de aqu� para all� como si estuvieran en la sala de su casa.
Reconozco que quiz�s alguna vez nosotros, los padres, tambi�n fuimos pericos sordos; la diferencia est� en que hace treinta a�os los peligros eran menos y menores. Y es precisamente en ese punto en que se interrumpe la comunicaci�n, los j�venes no entienden nuestras preocupaciones y nosotros no nos sentimos c�modos en su mundo.
Buscar el punto de convergencia se hace cada vez m�s dif�cil y quiz�s por eso han aumentado astron�micamente las ventas de ansiol�ticos. Los padres los toman para poder dormir y los muchachos para o�r sin escuchar. Sin embargo, no creo que este sistema sea la soluci�n a largo plazo, es un hecho que la inercia nunca ha sido buen sustituto de la acci�n.
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