Esposo presta�o
Ileana P�rez Burgos
Decid� comprar un auto, pero hab�a un problema. Sobre el tema, soy superignorante. Digo, manejo casi a diario y desde hace m�s de una d�cada, pero si me preguntan la diferencia entre gasolina 95 y 91, bien y usted. �Que qu� hace el carburador?, ni idea, y �por qu� el carro necesita agua? Pues �para el chorrito que limpia el parabrisa tal vez? O sea, soy nula en el tema. �C�mo es posible tomar as� una de las decisiones m�s caras de mi vida?
As� que hice lo l�gico, busqu� ayuda y en esto de carros los hombres parecen andar m�s empapados que las mujeres. No entiendo por qu�, si nosotras los usamos igual que ellos, pero bueno, as� es el estereotipo en el que caigo yo tambi�n. Fui preguntando a amigos por aqu� y por all�, y ya con alguna idea me fui a Expo Auto en una gran y alegre tuna �taratararan, �eh!, �eh!�, iba con mi prima Yili, mi prima Evelyn y su esposo Carlos.
Golose� los 4x4 peque�os, y despu�s de un rato �Tierra llamando a Ileana�, bat� en reboch mis alitas de lib�lula para pisar mi realidad econ�mica. Comenc� a echarle el ojo a los sedanes m�s baratos. Escog� uno. Se ve�a pretty, elegant�n. Pregunt� por lo que s� s� �espacio para ch�cheres, espejito para maquillarme, barras laterales y frontales por si me chocan o me choco, bolsas de aire, consumo de gasolina�.
Entonces lleg� mi amiga Carol con su esposo Beto del brazo. �Carol me dijo que quer�as que viniera para ayudarte a escoger y negociar, as� que aqu� estoy�, me dijo Beto en su grave voz de locutor. En efecto, su ayuda me ca�a como anillo al dedo, porque todav�a me sent�a como enano en feria.
As� que Carol me prest� felizmente a su esposo por un ratito, y me di cuenta que yo no estoy para nada acostumbrada a estar �casada�. Primero, Beto me forz�, porque yo me rehusaba como ni�a de cinco a�os, a probar otros autos �para conocer precios y tener con qu� negociar el que te gusta�. El ten�a raz�n, descubr� carros que me gustaban m�s y otros que me gustaban menos. Volvimos al auto elegido y Beto se plant� frente al vendedor, el mismo que me hab�a atendido antes, a �negociar� para que me diera las ventanas el�ctricas sin que me costara m�s. Yo me par� confiada al lado de mi �compa�ero�, pero al ratito se me desinfl� la confianza. Primero el vendedor se olvid� de que yo exist�a y de que era yo quien compraba el carro. ��Hello!, Aqu� estoy�. Toda la atenci�n se concentr� en Beto, que despu�s de todo era quien hablaba. Beto exig�a en tono amable, pero firme. A veces tem� que el vendedor fuera a molestarse, para mi sorpresa, fue todo lo contrario. Parec�a que el vendedor entend�a mejor las cosas cuando Beto era terco. Estaba frente a un lenguaje masculino en el que soy analfabeta, y mientras miraba a uno y a otro como si mis ojos fueran bola de ping-pong, yo pensaba: qu� pena c�mo le habla as�, el otro se ha puesto mansito, por qu� tanto bla bla para decir que no, por qu� tanto bla bla para pedir m�s, ya se va a rallar, no, no se ray�, ahora le dice que s�, qu� pretty ese precio, pero �ya! no quiero hablar m�s, quiero un carro...
El vendedor se fue a buscar informaci�n y Beto me dice: �No me contradigas ni te burles de m� frente al muchacho�, no se me hab�a ocurrido ni lo uno ni lo otro, pero la sola advertencia estremeci� mi coraz�n feminista. �Ey, que ya bastante me est� costando quedarme callada. No me pidas m�s�. Eso de que un hombre me diga qu� hacer... lo llevo mal.
Para resumirles. Termin� con un carro mejor del que hab�a elegido, uno que ni siquiera me hab�a atrevido a mirar, y a un muy buen precio. Bueno, yo sent�a que estaba bien as�, aunque Beto ped�a m�s rebaja.
O sea, que funcion� el pr�stamo de Carol. Beto me abri� el panorama y me llev� a horizontes mejores de los que yo hab�a imaginado. Pero... me sent� incomod�sima en esa posici�n callada, de ignorante y dependiente. No me gust� nada y no quiero repetirlo. As� que, para sacudirme la ignorancia y siempre tener algo qu� opinar, por lo pronto he decidido tomar un curso de mec�nica.
|