Publicado el viernes 1 de octubre de 2004 - Edici�n No. 755 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
Secciones  
Bazar
Sólo para ellos
Ventana abierta
La vida en fucsia
Esta semana
Rostros
Finanzas
Belleza
Salud
Lista de Ellas
Diario de mamá
Moda
Evento
De la cocina
Horóscopo
Ediciones anteriores
Suplementos  
Martes Financiero
Pulso de la Nación
Sábado Espectacular
AprendoWeb
DIARIO DE MAMA

Por la ruta 50

Hay quienes detestan cumplir a�os porque se sienten como atropellados por la vida. No entiendo por qu�, pues hasta el momento yo encuentro que se pone mejor cada d�a

Julieta de Diego de F�brega

Cuando cumpl� 30 a�os pens� que estaba en lo mejor de mi vida. Me sent�a una mujer grande, due�a de mi vida �o por lo menos de mis deudas y problemas� pensaba que estaba clarita en cuanto a mi destino y adem�s ten�a energ�as para absolutamente todo. Quedaban pocas cosas en mi lista de deseos: ten�a salud, una familia inigualable, trabajo y ganas de vivir.

Andaba yo, pues, muy contentita con mis treinta cuando me di cuenta que estaban llegando a su fin. �Y ahora qu�? Me pregunt� el d�a que cumpl� 40. �Ser� que la vida empezar� a ponerse aburrida? Gracias a Dios esa curiosidad dur� poco, ya que la d�cada de mi vida que empez� en 1995 ha probado ser excepcional. Sin duda, la mejor hasta el momento y ante la oportunidad de escoger alg�n per�odo para repetir �ste ser�a el elegido.

Creo que los cuarenta son la verdadera mayor�a de edad, emocional, por lo menos. Dejamos de culpar a otros por nuestros errores, asumimos con responsabilidad y valent�a las consecuencias de buenas y malas decisiones, comprendemos el poco valor que tienen las cosas materiales (de verdad, no s�lo de la boca para afuera), nos olvidamos de vivir para el qu� dir�n, decimos lo que pensamos aunque nuestros hijos se averg�encen de nosotros, vemos a nuestros padres como iguales y no como monstruos de siete cabezas, aprendemos a re�rnos de nosotros mismos, comprendemos que nada es personal y reconocemos que el mejor profesor que tuvimos en la vida fue aqu�l que nos dejaba tareas de lunes a viernes.

Empezamos a comprar s�lo la ropa que nos gusta y nos queda c�moda y se nos resbala siete veces qu� color est� de moda; si nos queda feo, simplemente no lo usamos. Vemos a nuestros hijos avanzar a pasos agigantados por la vida y aunque nos duele verlos equivocarse, los dejamos. Sabemos que con cada estrell�n acumulan un aprendizaje. El matrimonio es una aventura maravillosa, porque hemos descifrado la mayor�a de los c�digos secretos de nuestro c�nyuge. Adem�s, sea por cansancio o por resignaci�n, abandonamos las ganas de reclamar por las peque�as tonter�as que de reci�n casadas nos volv�an locas. Yo lo veo as�, uno es como una liga que se ha usado muchas veces, nos estiramos m�s, pero no hemos perdido la elasticidad.

Hace exactamente media hora he llegado a los 49 a�os. Me miro y no veo mayores transformaciones, tengo la nariz en el mismo lugar, los ojos del mismo color, pero reconozco que mi �poca �dorada� se acerca a su fin y siento como una culebrita en el est�mago, puesto que me parece dif�cil que esta nueva etapa logre superar a la anterior y no me resigno a pasar a peor vida.

Trato de reunir toda mi energ�a positiva para convencerme de que una vez establecido un patr�n, �ste se repite. En otras palabras, si los treinta fueron mejores que los veinte y los cuarenta fueron mejores que los treinta, por fuerza los cincuenta tienen que superar todo lo anterior. �Cierto? Por favor, alguien que me confirme esta conclusi�n para dejar a un lado mis mortificaciones y dedicarme en alma, vida y coraz�n al �ltimo a�ito que le queda a esta d�cada.

Por lo pronto, trato de enfocar la mirada sobre el camino que me falta por recorrer y lo veo m�s ancho, menos pedregoso. No me da miedo encontrar bifurcaciones, siento que tengo mucha m�s pr�ctica en la toma de decisiones. Miro hacia atr�s y el panorama me gusta. La siembra ha sido productiva, el trabajo est� dando frutos. He notado que el cansancio me visita con m�s frecuencia que antes, pero he decidido no pararle bola. Ojal� mi indiferencia lo ahuyente. Por lo dem�s, qu� puedo decirles, nada. Tocar� esperar un par de a�os a ver qu� calificaci�n le doy a los cincuenta.