LA CULTURA EN MAMADERA
Aquellas cosas que son un �gusto adquirido� como el caviar, hay que empezarlas a consumir desde muy peque�o, de lo contrario, nunca llegan a gustarnos de verdad. La cultura es una de ellas
Julieta de Diego de F�brega
Anoche regres� de Buenos Aires, Argentina, y tengo que confesarles que aunque solo he visitado dicha ciudad dos veces en mi vida, cada vez que lo he hecho llego a casa sinti�ndome como una wanabee cultural. Es decir, aspiro a que alg�n d�a comprendamos que hay ciertas cosas que son un gusto adquirido y la cultura es una de ellas. Hay que empezar a degustarla desde peque�o, para llegar entonces a los quince a�os y desear estar en fila por una hora para comprar boletos con descuento de la funci�n de la orquesta filarm�nica, el ballet o la �pera.
Hay que aprender desde peque�o que en los teatros, adem�s de grandes producciones cinematogr�ficas de Hollywood, aparecen personas en los escenarios que nos hacen re�r o llorar, todo esto en un ambiente muy parecido al que encontrar�amos en un cine local. Pero lo m�s importante de todo es que hay que aprender que esa separaci�n entre �temas para ni�os y temas para adultos� no es tan clara como nosotros ac� la imaginamos, depende m�s que nada de la forma de presentar los temas que el tema en s�.
Una tarde asist� a un montaje llamado Granadina, en lo que el resto de mi grupo de viaje denomin� un teatro �off Broadway�, puesto que estaba muy lejos del �rea donde se concentran las obras. Ahora bien, para los que viven por esa �rea, el teatro estaba muy convenientemente ubicado, era del barrio. La descripci�n en el peri�dico dec�a que trataba sobre Garc�a Lorca, por lo que de acuerdo a nuestro �imaginario paname�o�, presentimos que se trababa de un drama. Llegamos al teatro con cierta anticipaci�n y notamos que estaba totalmente vac�o, lo cual sirvi� solo para confirmar nuestra apreciaci�n inicial. Buuueeeeno, como dicen los argentinos, les cuento que nuestro imaginario estaba bien equivocado.
A medida que se fue acercando la hora de inicio de la presentaci�n, el teatro comenz� a llenarse, pero para nuestra sorpresa el p�blico era chiquitito. Aj�, ni�os entre tres y digamos... 10 a�os, acompa�ados por sus padres o abuelos. Es m�s, yo creo que mi mam� y yo �ramos las �nicas personas que no estaban acompa�adas por ni�os. Pasaron los vendedores de cositas de picar por la sala y poco despu�s empez� la funci�n, muy interactiva, por cierto. El actor principal conversaba amablemente con su p�blico, incorporando en su mon�logo situaciones que ocurr�an en el momento como el llanto insistente de alg�n beb�.
La obra s� trataba sobre Garc�a Lorca, en ella se incorporaban personajes de su vida, fragmentos de sus escritos, pasajes de su vida, todo adaptado al nivel emocional del p�blico. Las carcajadas que se o�an en la sala eran abundantes y sinceras, los ni�os estaban realmente pasando un buen rato. Nadie ten�a que mandarlos a callar o a sentarse, pues no se esperaba que estuvieran en sus sillas como estatuas. Sal� de all� pensando: cuando llegue el momento, estos muchachos ir�n sacando toda esta informaci�n que gustosos almacenaron en su cerebro, sin necesidad de que su profesor de literatura tenga que apedrearlos.
Pero no solo a las obras vespertinas llevan a los ni�os, por la noche tambi�n van al teatro. Y es muy posible que las obras sean picantitas y de doble sentido, pero igual los llevan. A�n delibero sobre el pedacito ese de c�mo explicarles situaciones que son muy de adultos, quiz�s no pierden tiempo explicando, sino que simplemente salen del teatro, van a comerse algo y siguen ri�ndose de los chistes que acaban de escuchar sin ninguna morbosidad. A lo mejor �sa es la forma de hacerlo, no s�. Voy a pensarlo y les cuento.
|