Evolución matrimonial
Aceptamos con cierta facilidad los cambios que a diario nos impone la velocidad a la que anda el mundo hoy en d�a, sin embargo, cuando de matrimonios hablamos, queremos que todo se quede igual
Julieta de Diego de F�brega
Digamos que usted tiene 50 a�os y 25 de estar casado con la misma persona. �No! Mejor en lugar de avanzar tanto en la vida qued�monos m�s cerca del principio, digamos mejor que usted tiene 30 a�os y cinco de convivencia matrimonial. �Est� usted casado con la misma persona que llev� al altar? Yo no creo. El mismo cuerpo, quiz�s, pero no la misma persona.
Me imagino que muchos de ustedes habr�n escuchado la c�lebre frase de Her�clito que, palabras m�s, palabras menos, dice que �nadie se ba�a dos veces en el mismo r�o�. La filosof�a detr�s de esta afirmaci�n es que a�n mientras uno est� dentro del r�o, �ste fluye y el agua que nos ba�a cambia segundo a segundo, tal y como lo hace nuestro cuerpo. Si esta premisa es cierta entonces cada ma�ana al despertarnos tenemos a nuestro lado a una persona diferente a la que se acost� en ese mismo lugar la noche anterior.
Todos estamos conscientes de que el mundo es un lugar cambiante. Todo, absolutamente todo evoluciona y creo que no me equivoco al decir que esta evoluci�n ha ido aumentando su velocidad con el correr de los a�os. Usted no se viste hoy como sol�a hacerlo hace seis meses, mucho menos con los trapos que sal�a a la calle hace 10 a�os. No come lo mismo, atr�s quedaron la avena de los martes y las espinacas de los jueves. Desde que lleg� a la edad adulta opt� por sustituirlas por una hamburguesa o una pizza.
Las bebidas en los establecimientos de comida r�pida han triplicado su tama�o, mientras que los autos se han reducido a su m�nima expresi�n, aunque no as� el precio de la gasolina. En resumen, Her�clito ten�a mucha raz�n, el mundo no es el mismo que era cuando empec� a escribir esta nota ni lo ser� cuando la termine.
�Por qu� esperamos entonces que la persona con la que escogimos pasar el resto de nuestras vidas se quede paralizada en el tiempo como una estatua? �Por qu� no reconocemos los cambios que tienen lugar en nosotros mismos? �Nos da miedo? �Nos da pereza? �Somos indiferentes? Respuestas categ�ricas no tengo pues si me quedo en la l�nea pseudo-filos�fica con que empec� a escribir, me toca reconocer que ser�a vano de mi parte intentar descifrar las vivencias ajenas, pero lo que s� podr�a afirmar es que, sea cual sea la raz�n, estamos volviendo la mirada para otro lado cuando de matrimonios hablamos.
No hay que ser genio para interpretar las estad�sticas de divorcio ni mago para adivinar que cada d�a las parejas deciden cortar la cinta m�s y m�s temprano. Eso sale publicado en los peri�dicos. Veo entonces por un lado que nos adaptamos al cambio con una facilidad inaudita, pero no reconocemos la evoluci�n natural que deben sufrir los matrimonios. Es m�s, veo incluso que los c�nyuges resienten los cambios que sufren sus parejas cuando deber�an alegrarse por ellos.
Me dice la gente que probablemente una de las razones para el aumento en la tasa de divorcios es que se �muere el amor� y las personas ya no est�n dispuestas �como lo estaban antes� a seguir compartiendo con alguien por quien no sienten nada. Es cierto, el amor se muere, igual que se mueren las plantas cuando no las regamos y los animales cuando no los alimentamos. Caminen un poquito m�s lejos conmigo, quiz�s usted riega sus plantas todos los d�as y �stas sobreviven, pero seguramente las de su vecina �quien adem�s de regarlas las abona puntualmente todas las semanas� no solo est�n vivas, sino hermosas, exuberantes, se dir�a que hasta contentas. Habr� matrimonios, lo acepto, que a pesar de todos los cuidados est�n destinados al fracaso, pero cuando veo a mi alrededor noto que hay muchos que simplemente est�n muriendo de sed.
|