Leer es un verbo
Sabemos que leer es bueno,�por qu� ser� que siempre lo ponemos en la clasificaci�n de �nada�?
Julieta de Diego de F�brega
Muchas veces me he preguntado en qu� se basa la gente para clasificar ciertas actividades o para desvirtuarlas totalmente, es decir, sacarlas del rubro actividad y convertirlas en nada. Leer es una de ellas. Cierre los ojos e imagine esta escena: Por alg�n error en la alineaci�n de las estrellas, un s�bado por la tarde usted no tuvo ninguna diligencia que hacer. Se qued� en casa bien acomodada en su silla favorita saboreando un libro que ten�a sobre su mesita de noche envuelto en su pl�stico original desde hace casi seis meses. Alrededor de las cinco de la tarde llega su esposo a casa e inician la conversaci�n de rutina. �C�mo te fue? Bien �Y por ac�? Bien tambi�n. �Y qu� hiciste? NADA, me qued� leyendo.
�Ven a lo que me refiero? Leer queda autom�ticamente catalogado como no hacer nada. Y ustedes me van a perdonar, pero es hacer algo. Seguramente si en lugar de poner su mente a funcionar frente al libro usted se hubiera dedicado a ordenar sus cajones, o a lavar las cortinas, o a limpiar las bandejas de plata, su respuesta hubiera sido diferente o por lo menos no hubiera sido precedida por un �nada�.
En contraposici�n, sobran las cr�ticas porque la poblaci�n paname�a no lee y por consiguiente es poco instruida. �Pero a qui�n se le ocurre leer si desde ni�os nos condicionan para pensar que leer es sin�nimo de no hacer nada? Ocurre que ante semejante condicionamiento, quienes se atreven a pasar un rato �haciendo nada�, lo hacen con un terrible sentimiento de culpabilidad, porque cierto es que tambi�n se critica la ociosidad.
Cuando indagamos sobre la vida de grandes escritores, estadistas, l�deres y en general de personas que se han destacado, encontramos que todos tienen en com�n el haber sido �vidos lectores. Se comprueba en ellos que conocer sobre el pasado nos prepara mejor para el futuro; que aprender a descifrar los vericuetos de la psique nos pone en una posici�n de ventaja ante otros seres humanos. Sabemos, por otro lado, que leer es una actividad que retrasa el envejecimiento de nuestras c�lulas cerebrales, de forma tal que si nos enviciamos con la lectura seguramente seremos unos viejitos m�s despiertos.
Sabemos muchas cosas acerca de la lectura, pero por alguna raz�n no hemos logrado remover el estigma que pesa sobre la actividad. Yo me imagino que en aquellos a�os en que producir un molde de pan requer�a de intensa actividad f�sica por parte de la se�ora de la casa, o tener leche para el desayuno significaba levantarse a las cuatro de la madrugada para orde�ar las vacas, tener un v�stago que solo se ocupaba de viajar por las p�ginas de un libro debi� haber sido como una maldici�n gitana. En los hogares era necesario que todo el mundo participara en los quehaceres diarios para que las familias tuvieran cierto grado de comodidad.
Hoy en d�a todo eso ha cambiado, ya no hay que buscar agua en el r�o ni hay que llenar las l�mparas de aceite antes de las cinco de la tarde ni hay que encender el fuego para cocinar. En algunos casos los quehaceres dom�sticos han sido sustituidos por quehaceres callejeros �que no son muy c�modos tampoco�, pero en los �ltimos a�os la internet ha ocupado el lugar del auto a la hora de pagar cuentas, o sea que en ese sentido estamos mejorado.
Lo raro es que ver televisi�n o navegar por la internet s� se consideran acciones concretas. �Qu� raro, verdad! Presumo entonces que el problema surge a ra�z de las percepciones generacionales. Hablando de mi generaci�n, que es la que en realidad conozco bien, puedo afirmar que estamos atrapados entre las verdades de la generaci�n que nos precedi� y el universo de innovaciones tecnol�gicas que nos pas� por encima como una ola marina y nos dej� totalmente aturdidos.
Nuestros hijos, por su parte, comprenden perfectamente bien lo que sucede en el remolino de la ola, y saben c�mo moverse dentro de �l, raz�n por la cual para ellos no existe conflicto alguno. Cambiar la forma de pensar de toda una generaci�n no es cosa f�cil, pero podr�amos empezar quitando el �nada� que solemos colocar antes del verbo leer.
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