Publicado el viernes 8 de agosto de 2003 - Edici�n No. 705 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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LA VIDA EN FUCSIA

Berreadas de aeropuerto

Roxana Mu�oz

Mi hermano Josy y su novia Yusbell formaban la larga fila para registrarse en el aeropuerto. M�nica y yo los esper�bamos para el �ltimo abrazo de despedida. Entre los muchos pasajeros en cola, vimos a otra pareja caminando apretada como si fuera siamesa. Cuando les lleg� el turno del primer control (��empac� usted mismo sus maletas?�, etc., etc.), el chico de la aerol�nea les dijo que ella deb�a quedarse atr�s. El dolor les torci� la cara; entre uno y lo otro comprendimos que �l se iba para Nueva York y ella se quedaba en Par�s. Pasado el cuestionario, ambos respiraron aliviados cuando el joven les hizo una se�a de que ella pod�a acompa�arlo hasta el mostrador.

Siguieron pegados con Mako y... las miradas... las palabras... los ojos acuosos... las caricias disimuladas... Ya estaba yo con las l�grimas tembl�ndome en los ojos.

��Pero qu� te pasa?�, me dijo M�nica.

�M�ralos, es que yo s� lo que es eso�, y poco me falt� para que me echara a llorar como actriz de novela venezolana.

Ay... s�, como duelen las despedidas de aeropuerto. Son desgarradoras. En el momento en que cruzas la l�nea sin retorno de migraci�n (aunque en las pel�culas la gente s� retorna por un beso o para quedarse), te haces agua como Amelie Poulin. Sientes tanto que te adormeces, flotas y la gente a tu alrededor desaparece.

De esas despedidas he tenido m�s de un par. Qu� destino el m�o.

Al d�a siguiente de esa escena conmovedora, veo desmoronarse las torres gemelas en la tele. Lo primero que pens� fue en esa mujer que hab�a quedado sola en Par�s, recordando al novio en cada esquina y encima �esto! La tragedia neoyorquina deb�a haberla partido en pedazos.

Dicen que �amor de lejos, amor de pendejos�. Yo no puedo decir si eso es cierto o falso. (Suave, que no voy a decir que soy pendeja). En mi caso, de esas separaciones nunca hubo recuperaci�n, pero las ag�nicas despedidas las recuerdo amorosamente.

La primera vez yo me iba por tres meses de vacaciones (siempre soy yo la que se va). Estaba tan triste que andaba met�a pa� dentro como una tortuga. Cuando lleg� la hora del adi�s, las l�grimas corrieron y nos besamos llorosos frente a los se�ores de Kansas que nos ve�an cual si fu�ramos exhibicionistas. (Despu�s de esquivar a amantes parisinos rodando en los parques, s� que aquel beso fue de lo m�s inocente).

Vinieron peores despedidas, de esas en que no sabes cu�ndo regresas ni si regresas. Un amado m�o fue cobarde y no quiso ir al aeropuerto. Por eso, para mi hay un punto muy especial en la estaci�n de metro Chatelet donde una mujer inmensa, de cabellera india y dientes sin ortodoncia, cantaba Endless Love.

Hubo otro que tambi�n quiso chifear la despedida, pero como se qued� dormido en el sof� de mi casa no le qued� m�s remedio que ayudar a bajar las maletas y montarse en el carro hacia el aeropuerto con mis pap�s. Despu�s de que nos despedidos con l�grimas, mocos y todo, nos dicen que el avi�n est� sobrevendido y que tendr� que irme al d�a siguiente. El, con los ojos aguados, le dice a la mujer de la aerol�nea: �No, por favor, deje que se vaya, yo no puedo pasar por esto otra vez�.

Qu� les puedo decir, he soltado unas berreadas de muerte en los ba�os de los aeropuertos.

No conozco remedio alguno para estas despedidas. Aquellos que optan por huir sin decir ni p�o sienten el dolor igual. Tampoco le dir� a nadie que se vaya con ganas de que el amor dure, que no durar�, si yo no perd� la esperanza porqu� se la voy a hacer perder a otro. Miren que el internet ayuda bastante.

Aunque parezca masoquismo, yo celebro el recuerdo de aquellas agon�as de �tal vez te pierda para siempre�. Son prueba de que am�... intensa y profundamente, al punto de que la vida parec�a vac�a sin el amado. As� como en las pel�culas y mejor que los cuentos de hadas. Amar ya me parece privilegio suficiente; llorar solo es la evidencia f�sica del coraz�n en acci�n.

De esos adioses que se tornaron en finales, aprend� a apreciar m�s el hoy y a beb�rmelo a sorbos cortos. A veces s� se dice adi�s para siempre; entonces, como dice el otro dicho, lo �nico que queda es alegrarse de que �nadie me quita lo baila�o�.