Publicado el viernes 29 de junio de 2007 - Edici�n No. 901 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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EL PERSONAJE
GERARDO REYES
Una pluma para América

Este abogado y periodista, nacido en Colombia, vive en Miami, una ciudad multicultural que se ha convertido en el baluarte de su profesión: el periodismo investigativo.

Lineth O. Del Cid T.

Al igual que un buen médico, la primera reacción de Gerardo Reyes al pedido de una entrevista es, modestamente, restar importancia a su quehacer laboral. Asegura que no hay nada interesante en su vida y casi pide una disculpa por la inversión de tiempo.

En pocos minutos de conversación, Reyes se descubre en su rol de guardián, de atento observador de las actividades y hechos que ocurren en los países al sur de la ciudad en la que vive, Miami.

Gerardo Reyes Copello nació en Cúcuta, ciudad colombiana en la frontera con Venezuela. ‘Una ciudad caliente, en 1958’, sostiene. Señala que su familia materna es de raíces italianas, ‘quienes llegaron de Venezuela. Mi abuelo era un exportador de café en Cúcuta, y mi padre de una familia humilde, muy trabajadora, de la región’.

Llegado el momento de iniciar estudios universitarios, Reyes se traslada a Bogotá para estudiar leyes. Recuerda que se inscribió a las malas, pues ‘mi papá me dijo que si yo pensaba comer papel periódico, pues mi deseo era estudiar periodismo. Él sostenía que con ese oficio me iba a morir de hambre’.

Hoy piensa que fue ‘muy positivo’ el haber estudiado Derecho, pues sus pinitos en el mundo periodístico se centraron en lograr el acceso a documentos que tenía el Gobierno y ‘la mejor manera de obtenerlos era discutiendo con conocimiento del tema, con los funcionarios que querían negar la información’. Este trabajo de fiscalización lo

realiza con una fundación bogotana ‘que supervisaba las actividades del Congreso. Qué hacían los congresistas, qué dejaban de hacer, si asistían o no y qué proyectos de leyes presentaban, y yo era uno de los estudiantes que llevaba el control de toda esa actividad. Me tocaba rendir un informe para El Tiempo, periódico bajo la dirección de Daniel Samper Pizano’.

Primera tarea

Gracias a este encuentro con Samper recibió una invitación para unirse al diario bogotano, la cual aceptó. Reyes no se graduaría de abogado. Su incursión en los medios, en 1978, se da justamente en los años en que nacía la propuesta de un periodismo investigativo. Labora como ‘miembro de medio tiempo en la primera unidad investigativa’ que se establece en un diario colombiano y, además, de América Latina. Apunta que este grupo se hizo muy conocido en Colombia y tuvo éxitos periodísticos gracias ‘a un trabajo sistemático, y al contar con cierto apoyo de los directores. No había mucha autocensura y además contábamos con que uno de los miembros era socio de la empresa, lo que implicaba una ventaja’.

La unidad se ganó importantes premios periodísticos, pues ‘nos dedicamos a denunciar, básicamente, corrupción oficial y financiera’.

Luego de 10 años de trabajo en Bogotá, se entera de que el diario El Nuevo Herald, de Miami, ampliaba su personal. Reyes se presenta al examen y a una entrevista. ‘Me invitan a trabajar y me ofrecen el puesto de subeditor de Locales, un cargo durísimo’. A Gerardo eso de llegar a una ciudad que no conoce, y solo, a un puesto de subeditor, no le cuadraba, entonces ‘pido que me dejen como reportero raso. Yo quería conocer la ciudad, a todas las comunidades latinoamericanas que viven en Miami, y andar por las calles. Creo que es en este quehacer es cuando descubro el nicho de mi trabajo’.

Capítulo obligado

En esas carreras y venidas por las calles de Miami, el periodista, experto en olfatear corrupción, nota que es esta ciudad ‘un capítulo obligado de los escándalos de corrupción en América Latina’. Cada escándalo de corrupción tiene que ver con Miami, ciudad donde acampan ‘los que huyen de la justicia y de la injusticia, también’, sostiene.

Reyes se ve viviendo en una ciudad ‘muy interesante para cubrir, especialmente, todas estas historias que son primera página en América Latina, además de la gran ventaja que esta gente [los corruptosI debe presentarse ante un sistema que es mucho más abierto para el periodista’. Trabaja unos años en El Nuevo Herald y luego se pasa a The Miami Herald, diario en inglés, donde trabaja dos años con un equipo grande de investigación que logra un premio Pulitzer, en 1997, gracias a la investigación ‘Escándalo de corrupción en las elecciones de Miami’.

Regresa nuevamente a El Nuevo Herald y lo nombran Editor de América Latina, puesto que, según dice, no acepta por mucho tiempo. Libre de la jefatura, Reyes se dedica a viajar a los países latinoamericanos para investigar y analizar diversos temas. ‘Tengo más libertad para definir las investigaciones y cuento con el apoyo de mis supervisores para definirlas, de tener un poco más de tiempo para hacer mis notas’. Un quehacer entre el periodismo investigativo, como crónicas, en la actualidad de América Latina y el narcotráfico, ‘otro de mi fuerte’.

Aclara que residir en Miami no otorga la nacionalidad, más bien ‘es una ciudad prestada, aburrida, insípida. Un lugar desde donde la gente, sus habitantes, tiende a estar más pendiente de las cosas que pasan en sus países que las que ocurren en la ciudad [de MiamiI. Y si no fuera porque estoy saliendo a ver cosas más relacionadas con una realidad más dinámica, en la que también de alguna manera participa Miami, creo que me aburriría más’.

‘El miamense no existe. Es una quimera, pero al mismo tiempo es una ciudad fascinante desde el punto de vista periodístico’, sustenta.

Todo internacional

En los primeros 10 años de vida profesional, Reyes aprendió el oficio de investigador, el que iniciaba su andadura en las redacciones de los diarios. Recuerda que en esos años nunca firmó una nota o artículo, fue un trabajo silencioso. ‘Nunca firmé un artículo, todos se publicaron con un logo que decía: Unidad Investigativa de El Tiempo’.

En 2004 la Universidad de Columbia le otorga el María Moors Cabot, un premio que le llena de orgullo, pues es un reconocimiento a su ‘pequeño aporte al periodismo y al apostolado de los talleres’.

Al año trabaja en tres o cuatro talleres, una tarea que es parte fundamental de su vida profesional actual, señala.

Hoy lleva el título de Reportero para América Latina en El Nuevo Herald, un trabajo que lo mantiene al tanto de lo que ocurre al sur de su ciudad. Una preocupación que no se percibe en los periódicos y los canales de televisión, y que Reyes llama ‘proceso inaudito de la 'parroquialización' de la noticia, para compensar esa tendencia de la gente de informarse de solo lo que pasa en su manzana y no querer saber del resto del mundo y yo no estoy de acuerdo con esta postura’.

Sostiene que, a pesar de que cada vez son más pequeñas las secciones internacionales, estas noticias ‘dan soporte y frescor al periódico, dan contexto. En Miami todo es internacional, es casi como hacer noticia local. Y esto forma parte del diario dilema de un periódico: ¿al lector hay que darle lo que quiere o lo que merece? Nosotros sabemos que no quiere noticia internacional, pero en ese punto de equilibrio es que está el éxito de un medio de comunicación, no siempre darle gusto al lector, hay que educarlo y darle temas con mayor profundidad’, señala el periodista.

Tiempo personal

Gerardo Reyes está casado y tiene un hijo. Acepta que su trabajo, por cuatro o cinco años, fue un tema de discusión familiar, pues su familia pensaba ‘que le estaba dedicando más tiempo a la profesión’.

Afirma que ‘todo terminó en un punto medio’, en el que renunció a muchas invitaciones para dictar conferencias, escribir libros o con tareas relacionadas a la profesión, para ‘dedicar más tiempo a mi familia’.

Como observador de lo que vive y respira la sociedad, en su papel de padre a Reyes le preocupa que ‘en esta era de computadores la gente joven encuentra todo en un solo aparato, sea música, conversación, diversión, información, buena y mala, anulando las posibilidades, la creatividad como la capacidad de incidencia de la gente joven en las cosas que están pasando, todo parece que ya está hecho, digerido y definido’.

Comparte su preocupación paternal sobre la capacidad ‘contagiosa de internet y del computador en sí como medio de comunicación’, dice. Establece que ‘irónicamente la gente se está comunicando más ahora’ y comenta que su hijo puede quedarse hasta la 1:00 de la madrugada en el chatroom.

Así se maravilla de las vías de enlace, pues ‘los jóvenes están pendientes de MySpace, que tiene todo un lenguaje muy interesante.... Por ejemplo, si descubres que tu amigo o amiga no te tiene en su top pictures, es decir que si tu foto ya no es la principal, es un claro mensaje de la temperatura en que está la amistad. Me parece fascinante el que se compartan fotografías de ellos, de cuando estaban pequeños, de sus familias.

Él nos tiene a todos, a sus padres, sus tíos, sus primos, para mostrarnos a sus amigos. Y eso me agrada. Esa es la compensación. Pero al mismo tiempo, todo aparece ahí, listo y fácil, y me preocupa que no salga y viva la vida no virtual’.


 
 
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