Publicado el viernes 1 de diciembre de 2006 - Edici�n No. 874 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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BUZON DE ELLAS

Jóvenes mamás

Hola Cheri

Quería darte las gracias por el artículo de las adenoides que salió en el Ellas (‘En apuros con los hijos’, 10 de noviembre). Tengo un bebé de dos años y medio que sufre de las adenoides y estoy en esas: spray nasal, medicinas, ronquidos, no piscina, no playa. . . Tengo que esperar hasta diciembre para ver si esto está ayudando, porque si no, la doctora sugiere operación y bueno, ya te imaginarás cómo estoy.

Te quería preguntar si tu hija dormía bien en las noches. Mi bebé, con la edad que tiene, el 70% de las noches duerme mal. Se despierta, grita, llora, y siempre me he preguntado si es por esto. He tenido que darle ‘psico-soma’ porque todos estábamos al borde y necesitábamos dormir (y él también). La doctora dice que sí está relacionado con el sueño, pero me gustaría escucharlo de alguien que ha pasado por lo mismo.

Gracias y te felicito por tus artículos.

Karen
(mamá de cuatro: hija adolescente, niña casi adolescente, bebés -mellos-. Estoy ‘en apuros’ también)


Sobreviviendo al cáncer

Muchas felicidades por su bella revista, que cada viernes tengo la oportunidad de poder leer, y deseo unirme al comentario tan constructivo que hizo la amiga desde Penonomé con respecto a los testimonios publicados del cáncer de mama.

Soy una mujer que fue operada de este cáncer, no tengo trabajo, no soy adinerada y estoy recibiendo tratamiento en el Oncológico. Hasta cuando tuve Seguro Social, este me cubrió todo: operación, medicinas, laboratorios, incluso las quimioterapias. Desde septiembre no tengo cobertura del Seguro y tengo que pagar. Pero en el Oncológico hay un departamento de evaluación donde te atienden excelente y te ayudan en todo. Creo que nadie se queda sin el tratamiento que necesita.

Esta enfermedad no solo ataca a una clase social, puede ser a cualquier persona. Siempre que se tenga voluntad, ganas de vivir y la fe, sobre todo, el apoyo de nuestras familias. Por humilde que seamos, sí podemos.

Gracias, su amiga lectora
Silvia Mendieta


Vida en fucsia

Felicito a la escritora del artículo de La Vida en Fucsia ‘Los hombres no lavan’. Está muy atinado, a muchos hombres y quizá a las madres de hoy que deben enseñarle a los hijos varones a ser independientes y no esperar que sus futuras esposas les hagan todo.

Cuando decidí unirme hace unos años atrás, el padre de mi hija no sabía hacer nada, de milagro planchar. Con el tiempo le enseñé hasta cómo usar la lavadora; hoy estamos separados y un buen día me dijo ‘gracias por todo lo que aprendí de ti, pues si no lo hubiera hecho, mi casa fuera un desastre’. Así mismo pasó con un amigo español a quien le comentaba que mis hermanos saben cocinar y me decía que le parecía extraño, ya que tenía la idea de que, por lo general, en los países latinos todos los hombres son machistas. No todos son machistas, entre miles de manzanas podridas unas por lo menos se pueden comer.

Saludos,
América Granados


Más sobre hombres que lavan

Leyendo La Vida en Fucsia ‘Los hombres no lavan’, le doy gracias a Dios que en mi hogar eso no fue así. Mi papá, a pesar de tener hasta tres trabajos, siempre fue el que fregaba los platos y ayudaba en todo. Desde que recuerdo es él quien le hace el café a mi mamá, que era ‘administradora del hogar’ en las mañanas.

Recuerdo también a mi cuñado, quien era un alto ejecutivo bancario de esos de saco y corbata, decir ‘Suegro, no dé mal ejemplo’ y siempre fue motivo de relajo para nosotros. Hoy mi cuñado vive en Estados Unidos con mi hermana e hijos, y él cocina, friega y hace todo lo que tenga que hacer. Cómo cambian las cosas.

Quizá no me he casado a mis 35 años esperando conocer a un hombre responsable, dedicado a su familia, trabajador, cooperador y súper cariñoso como es mi primer gran amor. . . ¡mi papá!

Un abrazo,
C. T.


Viaje en bus

Hola amigos:

Está de más decirles que los felicito por tan excelente revista, esperada y peleada por muchos todos los viernes.

Les escribo para comentarles sobre el artículo ‘Viajando en un diablo rojo’, del 16 de noviembre. Hace un mes, justo antes del incidente con el bus de Corredor, estuve en San José, Costa Rica, y al regresar a Panamá dije que no cambiaba mi pequeño país por nada, a excepción de una cosa: el transporte público. Todos los días recorrí la capital del país vecino en bus y me sorprendió la diferencia con el nuestro: buses en buen estado, con dos puertas, en cada parada el bus abre las dos puertas, pero las personas sólo se suben por la puerta de adelante y bajan por la de atrás; buses con rampas que suben y bajan para las personas en sillas de ruedas. Obvio que también van personas de pie, pero para esto el bus tiene un área central sin asientos, con barandales horizontales y verticales y todos hacen fila para subir al bus.

También se hacen tranques en las mañanas, pero vas cómodo y por el mismo precio que pagamos aquí.

Todo lo comentado en el artículo es muy cierto, pero no debemos olvidar la parte que nos corresponde como usuarios y el grado de cultura que aún nos falta por desarrollar.

Es triste para todas las personas que tienen que pagar día a día por un mal servicio y llegar a sus trabajos ajados, sudados y para remate ¡tarde!

Saludos,
Melissa Carreño


Sugerencia

Buenas tardes:

Desde que salió a luz pública, Ellas ha tenido un éxito total. Me siento muy orgullosa de la calidad de la revista de todas las panameñas y panameños. Ellas se ha consolidado como vehículo educativo, informativo y de entretenimiento sano.

Quiero aprovechar para solicitarles que hagan un sondeo sobre la posibilidad de que una mujer se integre a la junta directiva de la Autoridad del Canal de Panamá, ahora que a inicios del próximo año cumplen su período tres directores de la Junta Directiva. Sería oportuno que al menos una panameña forme parte de ella en reemplazo de los que se le vencen sus períodos, por lo que los insto a que promuevan esta iniciativa, que sería un paso hacia adelante en lograr una mayor participación de la mujer en la toma de decisiones empresariales de nuestro país.

Atentamente,
María Eugenia de Sánchez
Economista



 
 
 
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