Alexandra Cousteauos
La nieta del mar
Para celebrar septiembre, el mes de los océanos, 20 instituciones panameñas realizaron el foro 'Océanos, fuente de vida', donde Alexandra Cousteau, nieta de Jacques Yves Cousteau y asesora de la Fundación MarViva, habló de la conciencia marina. VANNIE ARROCHA
Cousteau ha pasado de ser un apellido a un legado en pro de la vida marina, y la tercera generación del comandante de la Marina francesa y documentalista, Jacques Yves Cousteau, es consciente de ese hecho, por lo que Alexandra Cousteau creó junto a su hermano, Philippe, la organización EarthEcho International, que se dedica a promover que cada persona se sienta responsable de cuidar y proteger el agua del planeta.
Esta actitud es de familia. Dos hombres le enseñaron a Alexandra la pasión por la vida marina, tanto su padre, Philippe Cousteau, como su abuelo, Jacques Yves Cousteau.
Actualmente ella es la asesora de la Fundación MarViva en Panamá y en la región. Su imagen la utiliza para impulsar los programas de educación de esta ONG de manera que tengan un perfil internacional, dice Alexandra, quien ya tiene dos años de apoyarla.
Su compromiso hacia el legado de su familia la ha hecho merecedora del título de ‘huésped ilustre de la ciudad de Panamá’, ya que ni la Asamblea Nacional ha escapado a su presencia, pues estuvo aquí para la promulgación de la Ley 9 de 2006 sobre el aleteo de tiburones.
Solo en este año ha venido cuatro veces. Su última visita fue hace 14 días y se debió a que era una de los seis exponentes en el foro ‘Océanos, fuente de vida’, que se realizó el 29 de septiembre para celebrar el mes de los océanos. Sus palabras tenían un fin: motivar la conciencia marina en cada individuo y denunciar la parte triste de los acuarios alegres, es decir, la forma en que los cetáceos (delfines en el caso de Panamá) son capturados y encerrados para diversión del público.
A Alexandra la fama de su apellido la marca y precede, mas no la opaca: contrasta muchos aspectos y ninguno deja de ser interesante. Vale la pena conocer más de la famosa y asidua huésped de las aguas y tierras panameñas.
>Cultivando su herencia
‘Ma Cocotte’, así la llamaba su abuelo, es una manera francesa de decir ‘mi chiquita’. Aunque no lo recuerde, sabe que su familia la llevó a su primera expedición a la isla de Pascua, en Chile, cuando tenía cuatro meses, para una película de su abuelo. Fue este quien le enseñó a visitar la población marina, pues le dio su primera clase de buceo cuando ella tenía unos siete años. ‘Fue una experiencia muy extraña la primera vez que respiré bajo el agua, pero como le tenía mucha confianza, pues le seguí’.
Ser una Cousteau ‘ha sido una combinación de responsabilidad y oportunidades: responsabilidad para siempre tratar los asuntos con integridad y honestidad y trabajar por resolverlos, y de oportunidad, porque mi familia me ha expuesto a gente y experiencias increíbles que me han enseñado mucho, enriquecido y que me han empujado a lo que quiero hacer. . . Siempre trato mi nombre, mi familia y mi legado con mucho cuidado y seriedad’, puntualiza la nieta del documentalista.
Esta joven de 30 años, licenciada en Relaciones Internacionales, argumenta que su carrera compagina con su labor como dirigente ambientalista, pues ‘me enseñó cómo analizar situaciones: si este país hace tal cosa, este país hará otra cosa y tendremos ese resultado. Ese entrenamiento me ha permitido entender problemas globales del ambiente, hacer análisis, manejar los recursos, sobre todo, los que cada vez son más escasos, además de abordar la política y la economía’.
Ella dice que, en los últimos años, ha estado trabajando mucho con la educación, ‘no preparando programas y currículos para escuelas, sino con la educación no formal’. Alexandra se refiere a la educación que se aprende en la vida: ‘Cuando miramos la televisión estamos aprendiendo, cuando leemos un libro estamos aprendiendo, cuando vemos la internet. . . Este aprendizaje va mucho más lejos que las escuelas, porque estas son solo 10% de nuestra vida’.
A Alexandra Cousteau lo que le interesa es llegar a las personas con un mensaje de conservación, ‘cerrar el grifo del agua cuando se cepillan los dientes; no usar cloro porque cuando sale por las cañerías de la casa mata a todos los animalitos a su paso; a comprar coches híbridos’, son algunas de las recomendaciones que promueve.
Cousteau señala que proteger el ambiente no sólo es cuestión de los gobiernos o de la sociedad organizada, sino de cada individuo, porque ‘es equivocado pensar que uno no tiene impacto en el ambiente. Cada día hay una acumulación de impactos, por lo tanto, si cada persona tiene un impacto en el ambiente que lo rodea, es lógico invertir tiempo y acciones en la educación’.
La sociedad vive con miedos a las bacterias pese a que los humanos han evolucionado con bacterias por siglos. Entonces se crean productos que mercadean diciendo ‘debes usarlos por la salud de tus hijos’ contra las bacterias, pero que agreden el medio ambiente, afirma.
En Estados Unidos y en varios países europeos hay leyes que establecen una multa para las personas que tiran basura a la calle. De esta modalidad, Cousteau opina que la multa debe reflejar el costo del atropello contra el medio, pero que esa no es la mejor solución; para ella la verdadera solución es educar en conservar y proteger el ambiente.
>Panamá en positivo
De su trabajo con la Fundación MarViva dice que es gratuito y que la llena mucho. Manifiesta que ‘una de las razones por las que me gusta tanto venir a Panamá es que veo que los panameños están de verdad comprometidos con tomar acciones responsables y sostenibles para manejar sus recursos marinos. En la ley del aleteo, Panamá ha sido líder, y ahora el proyecto de ley que quieren pasar de la Autoridad de los Recursos Acuáticos, la ley que pasaron para proteger Coiba, la ley que pasaron para proteger los mamíferos marinos’. Alexandra señala que cuando va a las comunidades pesqueras, la gente le dice ‘queremos cambiar la pesca porque no nos está produciendo y queremos alternativas sostenibles’, lo que le sugiere que aquí hay compromiso.
‘Panamá es precioso, es fascinante, lleno de vida y los mares son ricos y abundantes, y eso se tiene que proteger porque tiene un valor inestimable’.
Con respecto al proyecto de saneamiento de la bahía de Panamá, la experta en problemas ambientales dice que no tiene muchos detalles, pero que le parece un paso muy importante.
>Fuente agotable
‘Hace 50 años enseñaban en las escuelas que el mar era una fuente inagotable. Hoy el ambiente más antiguo y más importante para la vida terrestre -los océanos- está en peligro de morir’, afirma Cousteau. Ella dice que el océano es fuerte, pero frágil a la vez. Y que el cambio climático, el químico, la desaparición de algunas especies, las cadenas alimenticias marinas, son una red interconectada con una complejidad que no entendemos y que en algún momento puede hacer explotar a los océanos.
Hace énfasis en la importancia vital de los océanos en la vida de los humanos. ‘El clima está regulado por el océano y hay más oxígeno producido por el océano que por todas las plantas del mundo’.
El amor por la vida marina y salir en su defensa es lo que heredó Alexandra, tanto de su abuelo como de su padre, y se lo toma muy a pecho.
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