El arte de no cocinar
La vida de los que no saben cocinar, viven solos y no tienen plata es muy, pero muy, triste
Roxana Mu�oz
Hija, cuidado te quemas�. Esas cuatro palabras est�n en el manual de frases que toda mam� dice alguna vez a sus hijos. La m�a me lo dice y �lo m�s triste� me lo sigue diciendo.
As� es, cuando me ve en la cocina sus antenitas de vinilo empiezan a trabajar. No le inspira nadita de confianza que yo ande por all� �trasteando�. Ella sabe que la cocina y yo no nos llevamos.
Ya quisiera yo poder decir que mi mam� tiene la culpa de mi ignorancia en esta materia, pero no puedo �ella no me deja�. Cuando yo ten�a nueve a�os y sent�a curiosidad por agarrar un cuchillo y picar cebollas, me dec�a �tu trabajo es estudiar�, yo me encargo de lo dem�s. No s� por qu� pens� que esto significaba: �Ded�quese a los libros y cuando sea grande ser� tan exitosa que siempre tendr� a alguien que cocine por usted�. �Ja! qu� ilusa era yo.
S�, porque en mi ingenuidad de aquellos a�os se me meti� que la cocina era un oficio menor, otra forma en que la mujer era sometida e invisibilizada y con ese argumento me negu� a fre�rle m�s de un huevo a mi hermano.
Si bien s� c�mo abrir una lata con cuchillo y puedo hacer un dulce siguiendo una receta, lo m�o es pura cocina de supervivencia: patacones, sopitas instant�neas, pastas r�pidas, arroz (a veces parao, a veces aguachao). La carne me queda dura, pasmada y cuando me queda suave no sabe a nada.
Una vez, a los 15 a�os, siguiendo una receta, hice una tarta de manzanas que me qued� buen�sima �lo s� porque hasta mi hermano me lo dijo. Pero fue un hecho �nico, irrepetible. Nunca me ha vuelto a salir igual�.
Tal vez si �en vez de estar escribiendo esto� estuviera ensayando m�todos de cocci�n o buscando en internet recetas de cocina ya estar�a en v�as de resolver este problema. �Ay no, qu� pereza! Mejor sigo escribiendo.
A pesar de todo, debo aceptar que la cocina es un arte, que no es cualquiera el que sabe manejarla bien. Y que la vida de los que no saben cocinar, viven solos y no tienen plata es muy, pero muy, triste.
Estas verdades saltan a mi vista porque: todav�a no tengo el �xito suficiente para tener una fila de cocineros a mis pies y segundo, porque verdaderamente me dan envidia mis amigas que saben cocinar.
La comida preparada con amor y dedicaci�n es la cosa m�s sabrosa que hay.
Tengo una amiga que hace unos dulces riqu�simos, a la cual he visto cocinar siempre con una sonrisa y alegr�a.
No es lo mismo cuando uno lo hace de apuro, pensado en mil cosas que podr�a estar haciendo antes que eso. Imagino que la comida hecha as� se amarga. Y eso me recuerda un capuccino tan pero tan malo que me tom� estos d�as, hecho por la mano de una mujer con cara de pocos amigos.
La prueba de que la cocina necesita tiempo y dedicaci�n es que muchos buenos platillos requieren prepararse con calma, sazonarse y dejar que absorban el sabor. La comida hecha a lo r�pido, r�pido no es igual.
Algo m�s: la cocina no es cuesti�n de machismo ni feminismo. Es cuesti�n de amor.
As� me lo hizo ver una feliz Luisa que me contaba toda emocionada de su novio, a quien le encanta cocinarle y ver la cara que ella pone cuando come. Y ella me dice que aunque no todo le quede divino, el cari�o que �l le agrega es para chuparse los dedos.
|