Cosas que llevo dentro
Nunca deja de maravillarme la capacidad de almacenaje que tiene el coraz�n del hombre. Ojal� todos tuvi�ramos la sabidur�a para escoger bien nuestras memorias
Julieta de Diego de F�brega
Se acerca el D�a del Padre y se me clava en la mente la persistente idea de que ser� el primero que me tocar� pasar sin mi pap�. Pero sorprendentemente sigo manejando sin mayor estr�s �no s� qu� har� cuando me cancelen la licencia de conducir pues para m� la �calle� es un banco interminable de pensamientos�. Me pregunto por qu� no siento que el coraz�n se me desgarra, como mi cabeza me dice que deber�a suceder ante esta dolorosa realidad.
Sigo pensando en su ausencia, pero no la encuentro, no la siento. Frente a mi auto rueda una bola y bajo la velocidad hasta el punto de casi llegar a detener el auto. Miro hacia los lados esperando que el due�o del bal�n salte a la mitad de la calle a recogerlo. No sucede porque seguramente los ni�os de hoy est�n m�s avispados que los de hace 30 y pico de a�os cuando mi pap� me ense�� a manejar y me repet�a incansablemente �tienes que estar atenta a las bolas, porque detr�s siempre viene un ni�o�.
Sigo buscando mi dolor y en su lugar contin�an apareciendo im�genes maravillosas de mi vida. Perm�tanme aclarar que en mi l�xico maravilloso no es sin�nimo de feliz, sino simplemente algo que me asombra, que deja huellas. La vocecita interior me recuerda que uno de los ingredientes principales de la f�rmula para la felicidad es precisamente la capacidad de asombro.
Intento desempolvar los reclamos que por a�os guard� �saben, esa lista de �injusticias� que cometen los padres en el desempe�o de la profesi�n y que uno jura y perjura que alg�n d�a los llevar� al banquillo de los acusados� pero parece que bot� la bolsa en la �ltima limpieza porque no encuentro nada. �Ser� que he madurado?
Entre pitos y sem�foros transcurre un tiempo indefinido, pero no me mortifica, pues la pel�cula me est� divirtiendo a pesar de que la he visto muchas veces. Me causa gracia como con cada repaso de la propia vida aparece algo nuevo. Memorias lentas que llegan a su propio aire solo cuando uno est� listo para recibirlas, mientras que otras siempre est�n all�.
Me veo peleando con mis hermanos para que no me quiten el turno de �caminar en pie ajeno� y luego vuelo por los aires en una maroma creada especialmente para m�, que me produce mariposas en el est�mago a�n cuando tengo la plena confianza de que todas las veces voy a aterrizar sana y salva, triunfante como una gimnasta ol�mpica, frente a la sonrisa de mi pap�.
Desde que mi pap� muri� nunca me he preguntado d�nde estar�; s� que est� bien; no le rezo, porque estoy consciente de que no es Dios; no me he sentido desamparada porque s� que me vigila y que, al igual que hac�a cuando estaba vivo, permitir� que me estrelle cuando eso sea lo m�s indicado, o me sonar� una campana que me alerte contra el peligro. No tengo que verlo para saber que est� conmigo, el amor trasciende la carne y el hueso.
Solo muere aquel que no tiene qui�n lo recuerde, aquel que pas� por la vida sin dejar huella, aquel que no supo anidar en los corazones que se abrieron para �l. Solo muere el que no am�. Ya mi pap� no tiene un cuerpo que yo pueda tocar, pero su presencia es m�s grande, m�s m�a, m�s permanente, porque no dependo de un carro para irlo a ver ni de un tel�fono para escucharlo. Ya entiendo por qu� mi coraz�n no sufre como mi mente le ordena. All� no hay ausencia, no hay vac�o. All� viven en perfecta armon�a sus ense�anzas, sus rega�os y sus complicadas dualidades, muchas de las cuales a�n no he descifrado. All� est� la esencia para que yo la disfrute sin la interferencia de mis limitaciones humanas. All� vive. Entonces �para qu� llorar?
|