Abuelita, dime t�
��Tierra tragame!!
Ileana P�rez Burgos
�Usted est� casado?�, le dispara mi abuela al simp�tico ortodoncista que yo acababa de saludar en la cl�nica.
Yo baj� la cabeza, �viene la cosa!
El responde inocentemente �no�.
��Y por qu�?�, le dice ella.
�Porque no he encontrado una muchacha buena, as� como su nieta�.
Gracias por la galanter�a, pero a las abuelas no se les pueden decir esas cosas porque...
�Mire que ella tampoco se ha casado�, viene, viene... �Porque ella dice que es fea�.
�Aaaaaaaaaaaah! Un cartucho, por favor, para taparme la cara. De todas las cosas, vergonzosas, que imagin� dir�a mi abuela, esa no se me ocurri�.
A eso sigui� el mandato ��C�sense!�, y los �no hay apuro�, y �abuela, por qu� anda diciendo eso�, adem�s de toda la gente en la sala de espera escuchando.
Qu� les puedo decir, no hay mejor t�ctica para espantar a un hombre que presentarle a una de mis abuelas. Me tocaron unas muy especiales; una es rega�ona y la otra, consentida. En el fondo, las dos quieren lo mismo �y lo mismo que el resto del planeta� que las mimen, las atiendan y las quieran.
Una semana despu�s lleg� a casa y mis pap�s no est�n, �a la medianoche? Eso significa emergencia abuel�stica. Efectivamente, mi otra abuela estaba en urgencia con un infartito cerebral. Nos asusta, nos sorprende y nos ense�a esta parte del proceso de la vida. Desde las fracturas de caderas que han sufrido ambas, hemos visto c�mo han aletargado los pasos.
Me ofrec� de voluntaria para cuidarla una noche. La pobre no estaba aqu�, estaba en el mundo del miedo, ��Ll�venme ligero! �A d�nde me llevan?�. No me escuchaba ni abr�a los ojos. Por m�s de dos d�as, pese a que su cuerpo se hab�a normalizado, ella estaba en una eterna pesadilla. Hoy puedo escribir tranquila porque comi� y volvi� a ser ella misma. �No me dejen sola. Me voy a caer. Estoy mal, muy mal. Qui�n �ta all�. Cu�ndo te casas (y el llanto)�.
Me encantan, y me atormentan, mis abuelas. Hay d�as en que me peleo con ellas y las rega�o. Hay otros que me r�o y las gozo porque adem�s parece que a los ochentaitantos pierdes la facultad de guardar secretos y todo lo cuentan (gracias a Dios nunca les cont� nada muy �ntimo).
Cuando les digo a mis amigas �me toca cuidar a la abuela�, me miran con cara de l�stima. Pero, para m� es natural (adem�s no lo hago lo suficiente), ellas me cuidaron a m� y criaron a mis padres �maravillosamente, considerando las dif�ciles circunstancias que vivieron�, ahora me toca a m� devolver lo recibido.
Siempre me ha parecido curioso que en mi vida no hay abuelos. Ambos murieron mucho antes de que yo naciera. As� que cuando ve�a a Heidi y su abuelito �refunfu��n y poco cari�oso�, me daban ganas de tener uno. Si pudiera escoger, elegir�a a Morgan Freeman, qu� pifia. Pero de los m�os s�lo tengo fotos e historias de mis padres y t�os. Gracias a Dios a mis abuelas, con la p�rdida de la facultad del secreto, se les ha quitado el tap�n que ten�an sobre los recuerdos del hombre que amaron.
Juntando aqu� y all�, puedo ver, claramente, que las dos se enamoraron de cabeza, una desde los 14 a�os y esper� hasta la mayor�a de edad para casarse; y la otra se cas� aunque a la familia la pusiera de vuelta y media el color de piel del guapo abuelo. De sus vidas puedo deducir que enamorarse no es garant�a de �vivieron felices para siempre�, pero amaron y se arriesgaron y lo vivieron... y bien que gozaron.
Lo que s� he aprendido, adem�s de a re�rme de lo que antes me exasperaba, es a descubrir cu�nto tengo de ellas. Las caderas de una (y qu� caderas, �de lancha� como dice ella misma) y su tendencia a la histeria (no me pillen frente a una cucaracha); la terquedad y la tendencia al refunfu�o de la otra (�te pareces a tu abuela�, me dice mi madre cuando me atravieso) y su inteligencia (porque s� que es viva).
Qui�n sabe qu� poncheras dir� yo a esa edad y mis hijos y nietos tendr�n que aguantarme. Lo que s� sue�o es con ser una abuela liberada (aunque es sabido que eso va verde porque cuando yo sea abuela lo que es liberado para mi ser� anticuado para el resto). Me imagino con un mont�n de nietas rodeando mi mecedora y yo cont�ndoles mis torrenciales romances: �En una caba�a, sobre el mar, en una noche de tormenta donde los rayos part�an el cielo....� �Jo! Tuco de abuela.
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