Publicado el viernes 20 de febrero de 2004 - Edici�n No. 733 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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DIARIO DE MAMA

Las dificultades de la gente grande

Aunque uno escuche a la gente mayor quejarse de las incomodidades de la edad, no es hasta que uno llega all� que se da cuenta de que estaban diciendo la verdad

Julieta de Diego de F�brega

Entiendo que en M�xico cuando a las personas les van cayendo los a�os, no les dicen viejos, sino gente grande. Es muy posible que en el pa�s de origen esta expresi�n tenga el mismo significado y las mismas implicaciones que para nosotros llamar a alguien viejo, pero como aqu� es una novedad he decidido que me gusta mucho el apelativo. Entiendan pues que el t�tulo no se refiere a la gente grande de tama�o, sino en edad.

Cuando uno es ni�o y depende de los padres para casi todo, sue�a con ser grande. Con tomar decisiones propias, hacer lo que le venga a uno en gana, parrandear hasta que salga el sol, comprarse la �ultim�sima� moda en ropa �esa que muestra algunas pulgadas de carnitas tersas y doradas por el sol�, trabajar para ganar dinero y no para que pap� tenga tiempo de ver el juego de f�tbol en televisi�n los domingos, en fin, hacer todas las cosas que hacen los padres y que a nosotros nos parecen muy, pero muy divertidas. Creo que a fin de cuentas, lo que m�s envidiamos de nuestros padres es que nos parece que son totalmente libres.

Toma poco tiempo descubrir que la supuesta felicidad que trae consigo la edad adulta, gracias a la libertad que obtenemos, no es m�s que un espejismo como cualquier otro. A medida que vamos avanzando en la vida �es decir, cuando llegamos al supuesto charquito de agua� descubrimos que no hay tal charco, que el desierto ocupa tambi�n ese lugar al igual que ocupa todas las millas de los alrededores.

Trabajamos es cierto y nos pagan. �Claro que nos pagan! Pero a la hora de la hora, nos queda menos para gastar en nosotros mismos que lo que nos daban nuestros padres de �cosita�. Hay que pagar la electricidad, el tel�fono, la letra del carro, la escuela de los muchachos, la comida, las cuentas de los m�dicos �porque los muchachos tienen la man�a de enfermarse�, la mensualidad de la tarjeta de cr�dito y qui�n sabe cu�ntas cosas m�s. Me da risa porque de peque�a una cantidad con un cero me parec�a monumental, hoy en d�a se necesitan varios ceros para impresionarme.

Otra de las dificultades m�s comunes que enfrenta la gente grande es dormir. No porque no tengan tiempo, ya que los domingos siguen teniendo 24 horas, sino porque cualquier zumbido de mosquito nos despierta. El m�s m�nimo �guisante� debajo del colch�n nos da dolor de espalda, si no hace mucho fr�o, hace mucho calor, en fin, casi, casi que necesitamos de una caja fuerte perfectamente climatizada con una cama de esas cuyo precio tiene varios ceros para lograr conciliar el sue�o profundamente.

Bueno, digamos que dormimos bien y nos despertamos con energ�as para callejear. No es cualquier zapato el que nuestros piececitos toleran por m�s de dos horas sin empezar a quejarse. Y pensar que cuando uno ten�a 15 a�os, cualquier zanco se amoldaba a la perfecci�n a las curvas de nuestros pies. Surge entonces el enfrentamiento entre comodidad y belleza. Entre el qu� dir�n mis amigas y qu� dir�n mis pies. Yo les recomiendo que escojan a sus pies. Sus amigas se ir�n a casa con sus comentarios a sobarse sus propios pies, pero no les va a importar ni un poquito con los suyos.

Digamos que en el presupuesto hay platita para salir a comer de vez en cuando y se nos hace agua la boca pensando en yo que s� qu� plato que nos recomendaron. Va uno al restaurante lleno de ilusiones. La comidita, el vinito, el plus caf�, un puro para rematar y claro, no ha pasado ni media hora despu�s del banquete cuando el reflujo dice �voy pa�rriba�. F�jense para que vean que la mayor�a de los men�s hoy en d�a incluyen la comidita, el vinito, el plus caf�, el puro y una Zantac.

Lo �nico que le queda a la �gente grande� es regocijarse de las lecciones aprendidas y bien guardaditas, ya sea en la cabeza o en el coraz�n, porque lo que es la maquinaria no hay por d�nde; de que se oxida, se oxida.