Proyecto felicidad: Las dos caras de una experiencia
El activo m�s valioso que poseemos los seres humanos es la libertad. Mal utilizada puede ser tambi�n nuestro m�s poderoso enemigo. La decisi�n es nuestra
Julieta de Diego de F�brega
Como es principio de a�o y todav�a andamos llenos de buenos prop�sitos, me pareci� apropiado revivir mi proyecto felicidad. Para quienes han perdido el hilo, se trata b�sicamente de lograr la actitud correcta frente a las cartas que la vida nos presenta con el fin �nico de ser felices.
Cada d�a se compone de un c�mulo de experiencias. Estas, en s�, no son ni buenas ni malas, son simplemente vivencias neutrales y es nuestra apreciaci�n la que les va a lograr un registro permanente en nuestro libro de cosas buenas o en el de cosas malas.
No es que Dios se levanta cada ma�ana y saca su agenda y dice hoy le voy a mandar a Julieta tres castigos o tres premios. Jam�s. El dice yo le voy a mandar una cantidad de situaciones y ella tendr�, en todos los casos, la oportunidad de decidir qu� camino tomar en cada una de ellas. Siempre he pensado que cuando uno habla de estos temas existenciales es mejor ilustrarlos con un ejemplo, no vaya a ser que despu�s alguien diga que yo dije que tirarse del puente de las Am�ricas era bueno. Les cuento pues, algo que me sucedi�.
Sal� un d�a de mi casa a las 5:00 de la ma�ana preparada para grandes aventuras. Le ped� la nave prestada a mi esposo, revis� que todo estuviera en orden, prepar� un termo de caf� y empaqu� mis libretas de apuntes. Mi primera parada era en el distrito de Ol�, donde deb�a inspeccionar tres escuelas rurales. De all� ten�a que pasar por Penonom� para entrevistar a alguien y, por �ltimo, ten�a que subir a mis monta�itas a llevar unos equipos.
Hasta las 10:00 de la ma�ana todo iba de pel�cula. Hab�a llegado a mi destino, tra�a todas mis notas en orden y ven�a ya de vuelta cuando una de las llantas del carro se flate�. No es con �nimo de cr�tica, pero el japon�s de la Toyota que invent� el sistema de bajar la llanta de repuesto de una Land Cruiser, seguro se hab�a peleado con su esposa ese d�a, pues no hay nada m�s complicado sobre la faz de la tierra.
Mientras yo luchaba con el churuco que est� supuesto a permitirme alcanzar la llanta, aparecieron dos se�ores. Yo, por supuesto, pens� que ven�an en son de ayuda, pero cuando vieron el tama�o de la llanta recordaron que les dol�a la espalda o ten�an un viento o qu� s� yo qu�. Me toc� explicarles que si se quer�an ganar la propina lo m�nimo que pod�an hacer era ayudarme a montar la llanta en el ring. Dolores m�s, dolores menos, la llanta se instal� y sal� pisada para Penonom� porque no quer�a llegar tarde a mi entrevista.
Pas� dejando la llanta a reparar porque definitivamente no pod�a subir a la otra monta�a sin llanta de repuesto y me fui volada para la entrevista. Llegu� a tiempo y conoc� a una persona maravillosa. Termin�, recog� mi llanta y me fui para mi otra monta�a. Llegu� a mi casa como a las 8:00 de la noche. Mi esposo, muy interesado, me pregunt� c�mo me hab�a ido. Yo le contest� que muy bien, pero que iba a necesitar revisar su llanta pues me parec�a que la herida hab�a sido de gravedad. En ese momento se confundi�, pues no acababa de comprender c�mo a pesar de los percances sufridos yo calificaba el d�a como bueno.
Es muy sencillo; las ocurrencias de ese d�a me hab�an permitido comprobar mi capacidad para resolver problemas t�cnicos sin sufrir un colapso nervioso. Les confieso que me sent�a �como dir�an mis hijos� como una mami. Me imagino que la otra opci�n hubiera sido sentarme en una piedra a llorar por mi desgracia y esperar a que alguien notara mi ausencia y me viniera a rescatar, lo cual hubiera causado m�ltiples angustias no solo a m�, sino tambi�n a mi familia.
Lo que viv� ese d�a no fue un castigo, fue una oportunidad, porque yo escog� que as� fuera. Es muy f�cil encontrar lo malo en todo. Es encontrar lo bueno lo que requiere de gran determinaci�n, pero all� est�, solo hay que ponerse los lentes adecuados para verlo.
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