Publicado el viernes 5 de septiembre de 2003 - Edici�n No. 709 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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DIARIO DE MAMA

La generosidad de Arcadio

Suelo preguntarme si los hombres alg�n d�a aprenderemos a escuchar los mensajes que nos susurra el viento

Julieta De Diego de F�brega

Leer los peri�dicos a diario es un acto de valent�a. En t�rminos generales las noticias no son buenas. Los que llegaron al mundo con una psique hipersensible seguramente andan por ah� huy�ndole a la depresi�n cl�nica como el Correcaminos se esmera por escapar de las tretas del Coyote. No es f�cil. Sabemos que la econom�a anda renca, por no decir totalmente inv�lida; el desempleo parece tener calzadas las botas de siete leguas del ogro de Pulgarcito; en las escuelas llueve por dentro y por fuera. Para colmos, ya empez� la pol�tica, as� es que de ahora en adelante habr� m�s promesas y menos acciones.

Por otro lado, tengo por fuerza que reconocer que ser�a iluso pensar que son los pol�ticos quienes van a resolver los problemas de un pa�s, pues est�n muy ocupados resolviendo los propios. Mi educaci�n en la religi�n cat�lica me hace indiferente a la afirmaci�n anterior, pues s� que cada uno de nosotros es responsable de cuidar a su hermano, y hermano en el sentido b�blico de la palabra es todo aquel ser humano que deambula por el planeta Tierra.

Seamos realistas, es mentira que el esfuerzo de una persona puede resolver los problemas del mundo, pero �qui�n ha dicho que esa es nuestra responsabilidad? Una palabra amable para el joven que nos despacha el caf� cada ma�ana es cuidar al hermano, ser cort�s al manejar es cuidar al hermano, escuchar a un amigo que necesita desahogarse es cuidar al hermano. Como ven, no hay que tener dinero para cuidar al hermano.

Ya les he contado en otras ocasiones que mi esposo y yo tenemos una finca cerca del cielo. All�, lejos de la luz el�ctrica, de los celulares y en ocasiones hasta del agua, encontramos paz. Esa que surge de saber que solo un ser superior puede ser responsable de tanta belleza. Encontramos tambi�n que es un �rea llena de oportunidades, siendo la m�s importante la de descubrir la bondad en el coraz�n de la gente.

Digo esto porque cada vez que iniciamos un proyecto, surgen a diestra y siniestra personas dispuestas a cooperar. Esto siempre me conmueve. Creo que ser�a un ego�smo de mi parte guardar para m� esa satisfacci�n, por lo que me gustar�a compartir con ustedes mi �ltimo descubrimiento. Los residentes de la comunidad de Paso Real estaban muy preocupados por el estado de la capilla donde se re�nen cada domingo. Su preocupaci�n era muy v�lida: el techo era como un colador de pasta, las paredes se mec�an cada vez que soplaba un vientecito y las bancas est�n en pie porque las polillas est�n jugando materile, pero el d�a que se suelten las manos caer�n al piso convertidas en cerritos de polvo.

Se organizaron, empezaron a vender comida por aqu� y a pedir donaciones por all�. Poco a poco el proyecto fue cogiendo cuerpo. Lleg� la hora de decidir si el techo se sostendr�a con maderos �cuya vida es limitada� o si aspiraban a una estructura de metal. Esta segunda opci�n se hace muy dif�cil en un lugar donde para poder soldar hay que empezar por llevar un generador port�til de energ�a el�ctrica.

Apareci� generoso el due�o del generador que estaba dispuesto a prestarlo cuantas veces fuera necesario, junto con el cami�n que lo transportar�a hasta el lugar y el soldador que se ocupar�a de hacer el trabajo. Pasa que cuando llegar a un sitio toma de tres a cuatro horas, conviene quedarse a dormir para aprovechar mejor el tiempo.

Luego de cinco fines de semana de trabajo arduo descubr� que las donaciones eran compartidas: El jefe presta el equipo y paga la jornada del s�bado, y Arcadio �el soldador� dona sus domingos. Arcadio es un muchacho joven, me imagino que debe tener formas mucho m�s divertidas de pasar sus fines de semana, pero escoge dedic�rselos a sus hermanos de Paso Real. Sin amarguras, sin remilgos, sin esperar reconocimiento alguno m�s que el que le proporciona su propio coraz�n.

Son los Arcadios de este mundo los que nos recuerdan que no hay que ser grande ni tener mucho para ser generoso. Son ellos los que nos explican �sin palabras� el sentido de la palabra hermandad.