Mirta Roses Periago
Defensora de la salud
La directora de la OPS mantiene en su agenda de trabajo palabras claves: salud, mujer, equidad. La experiencia le enseña que la defensa de estos objetivos permitirá a la región latinoamericana vencer la pobreza. Lineth O. Del Cid T.
La experiencia de 22 años en el terreno de la salud pública le otorga a Mirta Roses Periago un conocimiento envidiable de la situación latinoamericana en este rango. Sabe que a mayor información y atención de la mujer, los niveles de pobreza disminuyen, por ello cada oportunidad que tiene de estar frente a una cámara o micrófono, invita a ciudadanos y gobiernos a centrar mayores cuidados en la mujer embarazada, por ejemplo, y a mantener un sistema de vacunación para la comunidad infantil.
Desde hace cuatro años dirige las rutas de trabajo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), desde Washington DC, un puesto que la posibilita para acercarse a las personas y conocer sus realidades, un gesto que nace de su compromiso como médica y cirujana de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, en 1969.
La doctora Roses ocupó en 1974 el puesto de ministra de Salud en su país y 10 años más tarde se unió a las filas de la OPS, como líder del equipo del Centro de Epidemiología del Caribe, en Trinidad y Tobago.
Su anuncio como la primera mujer al mando de la OPS se da en diciembre de 2001, época en que Argentina vive el descalabro económico, y cuenta que en medio de ese mal sabor las personas que se enteran ‘me escriben para felicitarme por el puesto.
Una compañera mía, de cuando jugábamos con muñecas, me escribió un e-mail diciéndome que ella era fulana de tal y aunque no nos veíamos desde los ocho años’, quería felicitarla por el nombramiento, al igual que compañeros de la escuela, de la universidad y vecinos.
Periago estuvo en Panamá para participar en la XXXVII Asamblea General de la Organización de Estados Americanos, a inicios de este mes, con especial atención en la presentación de la Agenda de Salud para las Américas, entre otros eventos.
Equidad de género
El nombre y el trabajo de Mirta Roses Periago se une al de otras mujeres, como Thoraya Obeid, Haya Rashed Al Khalifa, Rebeca Grynspan, Margaret Chan y la panameña Arletty Pinel, quienes ocupan puestos estratégicos en diversas oficinas de las Naciones Unidas y las afiliadas, formando un escenario que demuestra el compromiso de la ONU con su principio de equidad de género. ‘Pienso que esto es un proceso. Recientemente en la asamblea de las Naciones Unidas, y en nuestros principios, revelamos y dimos un estímulo a la equidad de género y asegurar la participación de las mujeres’, señala Roses.
Para la directora de la OPS, la lista de nombres femeninos tiene otra lectura. ‘Definitivamente hay mujeres en muchos de los puestos de las agencias especializadas, pero siguen siendo minoría’, afirma, y señala que algunos de los nombres mencionados son cargos de selección y no de elección política, como el suyo, lo que ‘da visibilidad y credibilidad en la capacidad de la mujer para dirigir’.
‘Nosotras somos mayoría en todo, menos en los puestos de dirigencia. . . entonces hay un techo de cristal’, explica. A continuación Roses hace una nueva lista de mujeres que han ocupado y ocupan la silla presidencial o cargos ministeriales en diversos campos. ‘Creo que en América Latina estamos rompiendo con ciertas figuras, pues teníamos por costumbre a ministras de educación, de vez en cuando de salud, de la mujer, de cultura. . . y ahora tenemos ministra de Defensa, de Interior y canciller. Es un proceso que va bastante acelerado y cada una de nosotras tiene mucha responsabilidad’.
Roses Periago expone el tradicional escenario: si no sale bien es porque está al frente una mujer; si está un hombre hay que darle otro chance o ‘este no salió bueno pero hay que probar con otro. Llega a hacerse una identificación [del problema o la soluciónI con el género’.
Objetivos
Las Naciones Unidas establecieron siete Objetivos de Desarrollo del Milenio, con etapas preliminares que comprometen a los 189 Estados miembros a alcanzar cuotas positivas para 2015. De estos siete, cinco tienen relación con la agenda laboral de Mirta Roses Periago, como es erradicar la pobreza extrema y el hambre, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y combatir el VIH/sida, el paludismo y otras enfermedades.
Desde su perspectiva laboral, reconoce que es importante darle a la mujer, de cualquier parte del mundo, las herramientas necesarias, principalmente información y formación.
‘El tema de género tal y como lo estableció el anterior secretario general, Kofi Annan, es un objetivo en sí mismo, y además es un instrumento transversal sin el cual los otros objetivos no serán alcanzados’, explica Roses. ‘Nos enfrentamos a inequidades y desigualdades para conseguir, para alcanzar, los Objetivos de Desarrollo del Milenio’. Agrega a los siete objetivos, uno más: discriminación étnica, ‘especialmente con las poblaciones indígenas y afrodescendientes minoritarios’, dice.
Reconoce que actualmente se perciben valiosos avances en varios de los objetivos, tanto en desempeño como predicción de alcanzar la meta. Percibe que le falta mayor empuje al de salud materna, objetivo que busca reducir la tasa de mortalidad materna en tres cuartas partes. ‘Estamos con bastante optimismo en, por ejemplo, la atención al hambre, a la pobreza, la mortalidad infantil y otras enfermedades, van en buen camino. Pero sí estamos preocupados porque podamos cumplir con el objetivo de salud materna’, señala Roses, para quien esta falta se debe unir con la desigualdad de género y ‘con los factores que impiden que la mujer tenga acceso a la información esencial como a la disposición del uso de su tiempo y la posibilidad de acudir a los servicios de salud de manera independiente’.
Opuestos
El camino de trabajo de las Naciones Unidas, así como de la OMS, en algunos aspectos como el sida, el uso del condón y los anticonceptivos, mantienen un enfrentamiento con la postura de la Iglesia católica. ¿Cuál es su posición?
‘Entre el punto de vista de las instituciones públicas y el de las instituciones religiosas hay un área en común: el bienestar y la felicidad de los hombres. Allí debemos encontrarnos y trabajar. No debemos discutir en quién quiere más y cuida a la criatura.
El sector público, religioso, los gobiernos, los líderes políticos y comunitarios a los que genuinamente nos interesa proteger la vida, mejorar la situación de las personas y lograr el mayor bienestar humano, debemos estar, de principio y de entrada, juntos.
Los gobiernos y los organismos internacionales/intergubernamentales tenemos una responsabilidad del público, independiente de su concepción religiosa, solamente nos basamos en su condición de ciudadanía. En tanto, las instituciones religiosas tienen un rol fundamental de construir la capacidad moral y confesional de su feligresía, entonces son dos roles completamente diferentes. Pero no podemos estar acusándonos de 'yo quiero más a la gente que tú’.
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