Juventud y dinero
José S. Canto A.
Según la Unesco, se es joven desde los 15 hasta antes de los 25 años. A los 25, la persona deja de ser joven. Según la socióloga argentina Cecilia Braslavsky, ‘la etapa juvenil es considerada, habitualmente, como el período que va desde la adolescencia hasta la independencia de la familia, la formación de un nuevo hogar, la autonomía económica; estos serían los elementos que definen la condición de adulto. Un período que combina una considerable madurez biológica con una relativa inmadurez social. La juventud se convertiría como en una especie de transición hacia la edad adulta’. Acá la juventud es vista como un proceso y no como un producto.
Esta misma socióloga nos dice que ‘en las sociedades del siglo XXI, los jóvenes son presa de una gran contradicción producto del sistema capitalista imperante y es que los jóvenes de sectores medios y altos generalmente tienen la oportunidad de estudiar, de postergar su ingreso a las responsabilidades de la vida adulta: se casan y tiene hijos más tardíamente, gozan de un período de menor exigencia, de un contexto social protector que hace posible la emisión, durante períodos más amplios, de los signos sociales de lo que generalmente se llama juventud. En cambio, los jóvenes integrantes de las clases bajas y medias, en muchos casos, tienen limitadas sus posibilidades de acceder a la moratoria social por la que se define la condición de juventud; no suele estar a su alcance el lograr ser joven de las formas normales: deben ingresar al mercado de trabajo tempranamente -a trabajos más duros y menos atractivos-, suelen contraer a menor edad obligaciones familiares (casamiento o unión temprana, consolidada por los hijos). Carecen del tiempo y del dinero (moratoria social) para vivir un período más o menos prolongado con relativa despreocupación y ligereza’.
Podemos decir que tanto en Panamá como en otros países latinoamericanos, no se puede hablar de jóvenes o de juventud de manera uniforme, ya que estos conceptos guardan una estrecha relación con las condiciones políticas, sociales, económicas, culturales y hasta jurídicas en que se vive.
En países como Estados Unidos y otros avanzados, los jóvenes pueden realizar actividades que les permiten ganar dinero, tales como repartir periódicos, vender cosas viejas, distribuir pizzas y demás. En Panamá, el Código de Trabajo permite el trabajo de menores en edades específicas y siempre que se cumpla con ciertos requisitos. Por ejemplo, prohíbe el trabajo de menores de 14 años en general, y de menores de 15 años que no hayan completado la educación primaria y de menores de 18 años en ocupaciones que se consideren de riesgo o peligro. En el caso de actividades agrícolas, se permite el trabajo de niños y niñas de 12 a 15 años solamente en tareas livianas y fuera de las jornadas normales de estudio. Quizás a muchos jóvenes de entre 14 y 18 años les convendría trabajar en tareas permitidas por la ley. Esto aumentaría su sentimiento de utilidad y de pertenencia, además de enseñarle a controlar el dinero, pues sabe lo que significa ganarlo con un trabajo honrado.
Dice un destacado articulista bogotano en el sitio www. dinero. com, que ‘en muchas familias en donde abunda el dinero, los hijos crecen sin saber cómo administrarlo; creen que el dinero cae del cielo y que los padres están en la obligación de darles todo lo que necesitan’. Sicólogos y pedagogos ven con preocupación esta educación, pues muchos de estos jóvenes están creciendo sin entender los valores reales del dinero y del trabajo y esto los puede llevar a ser irresponsables en los gastos y a no tener conciencia social. Es famosa la historia de la cantante Shakira, quien cuando era pequeña y su padre tuvo dificultades económicas, se sintió muy mal y su padre la llevó a un barrio de gente realmente pobre. Fue allí en donde ella entendió las verdaderas necesidades y la dimensión real de la pobreza. Esto es clara evidencia de que el problema de cómo enseñarle a los jóvenes a usar el dinero, es mundial.
El niño aprende desde temprano a usar el dinero, luego comprende su naturaleza y origen, gracias a sus padres que le enseñan los aspectos financieros y espirituales que conlleva el uso o manejo adecuado del dinero. Pasar horas con los hijos sin gastar dinero, compartir momentos de alegría y felicidad, son más importantes quizás que ir a un centro comercial y celebrar una orgía de compras con los hijos, sin explicarles por qué y cómo es que tenemos dinero para eso. Evitar la cultura del dinero fácil hará que tengamos jóvenes que no ven en la trampa, la prostitución o las drogas el medio para conseguir y usar bien el dinero. Enseñe a sus hijos a usar el dinero y tendrá adultos sanos y libres de deudas, responsables y conscientes del valor de las cosas.
" El autor es asesor financiero personal ellasconsulta@prensa. com
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