Publicado el viernes 16 de febrero de 2007 - Edici�n No. 883 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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POR LA SOMBRITA
Tener fama en Panamá

Los panameños no acostumbramos correr detrás de los famosos del patio para pedir autógrafos, pero cómo nos gusta criticarlos.

Roxana Muñoz

Tengo un amigo que trabaja en televisión, es uno de los hombres más divertidos que conozco y, aunque no lo crean es muy sencillo.

Cuando no está frente a las cámaras prefiere pasar inadvertido, y me dice siempre que en Panamá la gente se equivoca con eso de la fama.

Al principio no entendía bien su queja. Cuando yo estaba en la universidad estudiando periodismo casi todos soñaban con salir en TV y ser las sucesoras de Lissette Condassín, Gabriela Gnazzo o Celiano Fonseca. Es más, el papá de una de mis compañeras siempre le decía a su esposa: 'por la única mujer por la que te cambiaría es Lissette Condassín, es que esos ojazos que tiene. . . '. La abnegada señora lo miraba con cara de 'estás loco que Lissette se va a ir contigo'. Para muchos de nosotros, así de importante es salir en televisión.

Pero, por otro lado, tan pronto alguien aparece en pantalla, se gana una corona de miss o se convierte en político famoso, su vida cambia para bien y para mal.

Este tipo de figuras pierden enseguida su derecho a ser ciudadanos con virtudes y defectos. En realidad solo les aceptamos que sean perfectos, bonitos y buena gente. Nos sorprendemos si los vemos cruzando la calle usando shorts, comprando en el supermercado o usando el transporte público -¡qué horror! dice uno, aunque uno mismo anda en bus-.

Tan solo verlos y ya sacamos nuestra lupa gigante para empezar a decir: ‘¿Él no es el que sale en televisión?’, ‘¡pero mira cómo está vestido! ¡se ve más flaco!’ ‘¡se ve más feo! y con todo y eso sale en televisión, ni siquiera es tan inteligente porque cómo se equivoca!’. Y lo más triste es que ni siquiera lo dicen bajito, la persona en cuestión lo está oyendo, no es como cuando uno está en la sala y puede criticar a todo el que sale en la cajita chica.

Hasta rabia le agarran a estas personas. Hace unos días estaba en el cine y cuando apareció un actor de comedia una amiga me dijo: ‘No lo soporto’. Ella ni lo conocía, solo detestaba su papel. Alguien me decía que en Panamá ocurre algo curioso con los famosos. Los panameños no corremos detrás de Mano de Piedra, de Rubén Blades o de Justine Pasek para pedirles autógrafos, como pasaría en otros países. Algunos sí se les acercan y los saludan, pero la mayoría permanecemos al margen, pero diciéndole a quien tengamos al lado: ‘Mira, mira, ¿ese no es fulano de tal?’.

Desde que empecé a trabajar como periodista he visto otra escena repetida cada vez que estoy cerca de una reina de belleza o de Carnaval. Todos alrededor están viéndola -fija o disimuladamente- para luego soltar frases como: ‘¿y 'esa' es la reina?’, ‘¡ni parece!’, ‘¿será que se operó?’, ‘¡es chiquitita, si no fuera por los tacones!’, ‘así hasta yo puedo ser reina’.

No creo que llegue a ser nunca famosa, pero por si las moscas me aseguraré de que en esta columna jamás salga una foto mía.


 
 
 
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