Publicado el viernes 16 de febrero de 2007 - Edici�n No. 883 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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DIARIO DE MAMA
La moda en el plato de comida
Julieta de Diego de Fábrega

Nada se escapa de la influencia de la moda, ni la comida. Sin entrar a discutir asuntos muy técnicos como las dietas que suman o restan un grupo de alimentos como permitidos o prohibidos, veo que el plato de comida cambia su apariencia con más velocidad de la que mi cabeza puede manejar.

Con este asunto de A La Mesa, mi compañera de trabajo y yo tenemos que andar ‘pilas’ con los nuevos look de la comida. Que si el infortunado perejil ha tenido que ceder su lugar como hierba decorativa a otras más chic, que si la antes muy apreciada, crujiente y deliciosa lechuga iceberg ha sido desplazada por sus parientes más coloridas, que si ahora todo se sirve en recipientes diminutos, etc. , etc. , etc.

Ahí vamos, tratando de ofrecer a nuestros lectores la posibilidad de cocinar ‘a lo moderno’, pero no podemos negar que fuimos criadas con la cocina sencilla y sustanciosa de los años sesenta. María -mi compañera de trabajo- como buena nutricionista que es se rehúsa a eliminar del menú ningún alimento. ‘Todo se puede comer con moderación’, me repite una y otra vez, hasta un buen cake de chocolate.

En realidad esta situación se me quedó revoloteando en la cabeza, pues hace un par de días mientras cocinábamos decidimos usar una lechuga -de las de los tiempos de antes- para acompañar un aderezo. Se veía tan fresquita que casi podría decir que me estaba llamando para que la probara luego de su sesión de fotos. ‘Mmm... cuando esas hojitas comenzaron a traquear en mi boca me sentí más cerca del cielo. O quizás más próxima a mi niñez, pues hace cuarenta años ella reinaba en el patio, compartiendo la escena sólo con el repollo.

Me encanta la variedad de productos frescos del campo que conseguimos ahora en Panamá porque, como diría mi marido, debo tener un conejo entre mis antepasados, pero no creo que para disfrutar de uno haya que eliminar a otro. Y hablando de conejos, recuerdo que una de las primeras veces que salí a comer con el hombre que ahora vive conmigo, se me quedó mirando fijamente y me dijo que yo era la primera persona que él conocía que se comía los adornos del plato. Todavía no he logrado comprender su asombro si a fin de cuentas el perejil, la zanahoria, el tomate y los pimientos todos son comestibles, hasta donde yo tengo entendido.

Y así como extraño el perejil, estoy fascinada por el retorno de algunos alimentos súper old fashion que han recobrado su popularidad. El manjar blanco, por ejemplo, que antes solíamos comer por cucharadas luego de que las abuelas lo batían por horas en una olla enorme, ahora complementa de maravilla un millón de postres. Un poroto para el manjar.

El arroz con leche que repartíamos entre los familiares cada vez que a un niño le salía el primer diente se está poniendo de lo más popof porque acepta de maravilla que le echemos frutitas, así es que ya el arroz con mango no será solamente un revulú, sino también un plato delicioso.

El tan campechano pixbae no se queda atrás. Aunque sigue siendo delicioso tal cual sale de la ollota con sal y aceite, también se convierte en ceviches, ensaladas, carimañolas y otras delicias.

Yo digo que la moda en el comer está muy bien siempre y cuando no nos complique la vida, porque la verdad sea dicha, luego de un arduo día de trabajo en la calle un buen plato de arroz con lentejas, con un bistec apanado y unas tajaditas de plátano maduro cae de maravilla. Y si no hay nadie en casa espiando sabe mucho mejor si uno puede picar todos los ingredientes, revolverlos y pa' dentro. Mis padres nos querían matar cuando pretendíamos hacer esos revoltijos en la mesa, pero ¡qué delicia!


 
 
 
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