Publicado el viernes 16 de febrero de 2007 - Edici�n No. 883 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
Secciones  
Sólo para ellas
Sólo para ellos
Ventana abierta
Por la sombrita
Esta semana
Conversación
Finanzas
Belleza
Salud
Lista de Ellas
Diario de mamá
Moda
Evento
De la cocina
Horóscopo
Ediciones anteriores
Suplementos  
Martes Financiero
Pulso de la Nación
Recetario
AprendoWeb
MODA
Los reyes del disfraz

Ni nacieron ni viven en Las Tablas, pero el Carnaval tableño lleva su firma. Horacio Prado diseña carros y disfraces para Calle Arriba; y Rogelio González es experto en carros de culecos para Calle Abajo. Así, su hogar estará en la capital, pero su corazón está en Azuero.

Ileana Pérez Burgos

Se les ha visto saludar al final de pasarelas como diseñadores de moda, pero eso es apenas un aderezo, una faceta adicional al plato fuerte de sus carreras. La especialidad de Rogelio González y Horacio Prado son trajes extravagantes, pesados, lujosos, que toman meses en hacerse y que cuestan cerca de diez mil dólares.

Ellos son diseñadores del Carnaval tableño, para tunas rivales. Prado es Calle Arriba, González es Calle Abajo, y aunque son amigos desde antes de comenzar a trabajar en el Carnaval, en el parque Belisario Porras sus diseños se lanzan en un duelo diario.

Es una aguerrida competencia de lentejuelas y plumas, en donde nunca se le declara a uno ganador, pero los comentarios corren más que el agua en las calles tableñas.

>¿Su última carroza?

En el taller de Fantasyland, en Parque Lefevre, eran las 7:30 p. m. y las luces seguían encendidas. El diseñador y decorador Rogelio González de Calle Abajo de Las Tablas apenas se había tomado un descanso para comer algo, parado sobre el mostrador de la pequeña recepción. Mientras Luis Mendives se puso a pegar la tela sobre lo que parecía ser el toldo de alguna estructura.

Difícil de decir cuando para garantizar que el tema de las carrozas de Carnaval se mantenga en secreto, se arma toda una conspiración que incluye armarlos por pedazos y a distancia -algo en Panamá, algo en Las Tablas- de manera que el conjunto no se aprecia hasta el día que la reina recorre en él el parque Porras.

Este año, a Rogelio le tocó diseñar y preparar -además de conseguir los patrocinadores para cubrir los costos de cada uno- tres carros de culecos, esa es su especialidad en el Carnaval tableño desde hace 10 años. Pero este año es especial para él, pues presentará por primera vez una carroza de noche, el lunes de Carnaval.

Viene montado en el patín de fabricar disfraces y carrozas desde noviembre, y pese al ajetreo luce fresquito, como si aquí nada estuviera pasando. A Las Tablas llegará el miércoles o jueves, listo para no descansar hasta que todo acabe y para ocupar un lugar preferencial en un balcón frente a la iglesia, desde donde la tuna de Calle Abajo esgrimirá tonadas cuando pase la reina contraria.

Tableño de adopción

‘Llegué al Carnaval por Lía Borrero, en 1996. Me dijo '¿me puedes hacer un carro de culecos?' En ese tiempo se hacían con mofa. Le cambié la tolda de su carro todos los días de acuerdo a su disfraz. Si el disfraz era verde, le ponía la tolda verde; si era típico, le ponía la tolda de mola. Le hice el carro todo nuevo para el viernes de carnavalito. Entonces impuse la moda de que los carros se cambiaran todos los días (para los culecos). El de Luz María Chiari (1997) fue uno de los más anchos, y el de 2005 fue el más largo’.

No será tableño, pero siempre se refiere ‘a mi tuna’ cuando habla de Calle Abajo. ‘Un día me sacaron una cartulina en un culeco que decía ‘eres chiricano de nacimiento, pero eres tableño de corazón’.

La reina pide

Rogelio dice que la idea para los temas de las carrozas y disfraces los propone él. La tuna no participa más allá de dar el visto bueno, y hasta ahora nunca le han dicho ‘no nos gusta’ a ninguna idea suya. A la reina tampoco se la involucra mucho, pero sí se le cumple los deseos.

‘Ella nos dice lo que anhela. 'Me gustaría un escote, me gustaría llevar muchas plumas o muy pocas'. En mi caso, en todo se las toma en cuenta’, relata el diseñador. ‘Cada una tiene su carisma y su forma de ser. Todas, todas se han llevado un pedacito de mi corazón, unas más, otras menos’.

No se mide en dólares

‘Todos los años son presupuestos apretadísimos, pero tenemos que ver cómo resolvemos el Carnaval’, cuenta el diseñador. ‘Este año hemos tenido fortuna, pero hemos trabajado arduo para que no sea apretado’.

Da rodeos para dar números precisos, pero finalmente explica que para una tuna tableña el presupuesto oscila alrededor de 250 mil dólares, a veces un poquito más. Si acaso la situación está apretada, se buscan más patrocinadores.

Aunque considera que es un ‘negocio rentable’, mas para los artesanos que confeccionan los carros y trajes, que para los diseñadores, recalca que lo hace por ‘amor al arte, porque quiero a mi tuna y ya está’.

¿El diseño soñado?

A Rogelio no le quedan pendientes, ‘todavía no tengo un diseño que no haya realizado’.

Recuerda con particular orgullo el carro de dragón de 2005, el más largo de todos, que tomó apenas dos semanas en montarse y la idea surgió así de repente. ‘La gente me dice '¿tú cuándo vas a superar esto?’

Boas diseñadas a la medida

‘La mayoría de las cosas las conseguimos aquí’, dice González sobre los materiales para las carrozas y disfraces. Lo que sí encarga a Estados Unidos son las plumas.

‘Yo he diseñado tres boas que se encargaron a la fábrica. Esas boas se han hecho especialmente para el Carnaval de Las Tablas, y la fábrica ahora las vende como un diseño de ellos’.

Desastres remediados

Cada carroza depende de tantas personas que es impensable que todo se haga con la precisión de un reloj suizo, y en el Carnaval un despiste puede ser costoso.

‘El año pasado contratamos un camión para llevar las piezas a Las Tablas. Se fueron envueltas en colchonetas para que no se dañaran. Resulta que el camionero hizo una parada y recogió otro material y lo tiró encima de las cuatro muñecas. Cuando llegamos a verlas, todas estaban en pedazos, y teníamos un día y medio para montar ese carro. Mis muchachos trabajaron día y noche y las armaron todas impecables. Eso nadie lo supo’.

¿Qué cambiarías del Carnaval?

‘Que quizás entre las dos tunas hubiera un poquito más de comunicación para sacar el Carnaval tableño más a flote, que sea un negocio internacional y no un negocio solamente nacional, porque el Carnaval tableño es el Carnaval de Panamá. Si las dos tunas se unieran solamente para explotar ese Carnaval como se debe y recibieran mucho más dinero, no tendríamos que pedirle nada a Río [de JaneiroI porque tendríamos mucho más entrada que salida [de dineroI’.

Al final de la conversación, Rogelio González confesó, casi sin querer, que ha decidido -a menos que Dios disponga lo contrario- que este será su último año diseñando para el Carnaval.

‘El corazón se me parte en mil quinientos pedazos. Siempre estaré allí apoyando a mi gente, pero es hora de darle campo a los más jóvenes, hay muchos artistas buenos’. >>>

>Plumas en acuarela

Antes de que siquiera se compre una pluma, el diseñador Horacio Prado dibuja todo lo que sale de su mente, así justo como lo va soñando. Comienza a diseñar disfraces y carrozas para el siguiente Carnaval, apenas acaba el anterior, no hay respiro ni descanso, los diseños deben entregarse en mayo para comenzar a fabricarse hacia fin de año. Luego de dibujarlos, los pinta con acuarela y finalmente se los presenta a la directiva de la tuna de Calle Arriba de Las Tablas.

A partir de allí, lo único que restringe el diseño o atrasa la confección no es el gusto de la directiva ni del diseñador ni de la reina, sino el presupuesto. ‘Para un diseñador la parte difícil es ajustarse al presupuesto’, cuenta. Por eso, le quedan muchos diseños en el tintero por hacer realidad, y los mantiene en secreto porque no pierde la esperanza de que se logren en algún momento.

Prado es diseñador gráfico en la Universidad de Panamá, ese es su trabajo formal, en horario de oficina. Todo lo relativo al Carnaval lo hace luego de las 4 p. m. , así que es como trabajar doble jornada, eso sin contar sus diseños de moda, que es otra faceta suya.

Una vez comienzan a montarse los carros, Prado viaja todos los fines de semana a Las Tablas, pues allá están los talleres. Para aminorar la distancia y agilizar la comunicación, se apoya en la tecnología. Cualquier ajuste a los diseños, lo dibuja, lo escanea y lo manda por email a Las Tablas. Asimismo, durante la semana, le envían por internet fotos de las piezas en proceso para que vaya supervisando el trabajo.

Tableño de crianza

Horacio nació en la capital, pero sus padres son tableños, todavía viven en Azuero y fue allá donde se crió este diseñador. ‘Mi familia por tradición siempre ha sido Calle Arriba, pero todas mis amistades de la escuela eran de Calle Abajo. Para mí más que una pelea esto es mi trabajo y me gusta mucho hacerlo’, cuenta.

De hecho, ha trabajado con Rogelio González, diseñador de la tuna contraria, en eventos no carnestolendos como el desfile de Navidad y decoraciones de bodas.

Recuerda que antes de involucrarse en el diseño de disfraces, pensaba que era tan fácil como ir a comprarlo a una tienda.

‘Nunca me imaginé que eso era tanto trabajo hasta que estuve dentro’, y a esto llegó sin proponérselo. Como desde pequeño dibujaba, un amigo que trabajaba en el Carnaval le dijo un día que por qué no presentaba un dibujo suyo para diseño de una carroza. ‘Mandé unos dibujos por molestar, como decimos, y a la gente le gustó mucho y allí empecé’.

En esto ya lleva 15 años.

Reinas en aprietos

Prado desbanca el mito de que los disfraces se hacen en tallas pequeñas. Comenta que en general las reinas suelen estar pasaditas de peso.

‘La mayoría tiene que perder peso. Desde que yo empecé, solo cuatro o cinco reinas no han tenido que perder peso’, cuenta. Lo malo es que pese a que él les advierte que se propongan perder las libritas de más en los meses previos al Carnaval, muchas no lo hacen y luego se ven en aprietos.

‘Cuando no han perdido el peso lo malo no es para el diseñador, sino para ellas mismas, por lo incómodo de llevar una faja allá arriba y estar sonriendo. Aparte de que están expuestas a miles de personas que les van a gritar desde vaca a hipopótamo. Y tienen que mantenerse fresquitas’.

En sus recuerdos hay reinas inolvidables por lo rebeldes que fueron para aceptar un disfraz o un color. Mientras que con otras tuvo mas química, por ejemplo, con Ana María Gómez, que además era prima suya.

Pueblo chico, secreto grande

Parece increíble que en una ciudad pequeña como Las Tablas, donde además las personas de las tunas contrarias son familia, vecinos y amigos, y donde la celebración mayor sea el Carnaval, se guarden tan bien los secretos sobre los temas de los carros alegóricos.

‘A veces se escapa algo y uno se pregunta cómo fue. . . pero la clave para guardar el secreto es mantenerse trabajando con las mismas personas desde hace muchos, muchos años’.

Corredera de último minuto

Cuando apenas comenzaba a involucrarse con el Carnaval como ayudante, le tocó ir a recoger un disfraz que estaba confeccionando una modista en la capital. Llevaban semanas llamándola y no respondía, así que la semana antes del Carnaval, fue con otra persona de la tuna a gritarle desde abajo del balcón para pedirle el traje. La señora nunca se asomó ni respondió, pero desde el balcón les cayó el vestido, sin terminar, apenas cosido malamente.

En siete días hicieron el vestido a la carrera en Las Tablas.

Sus contribuciones

Como todo diseñador de Carnaval, Prado trajo innovaciones. Una fue la inclusión de figuras masculinas en los carros alegóricos. ‘Ahora todo mundo lo hace, no solo en Las Tablas. La primera vez que se hizo fue en el Carnaval de Carmen Eneida Smith, en 1999’, recuerda.

También se alegra de haber eliminado los mantos de coronación. ‘Eran muy bonitos, pero extremadamente costosos. Se usaban una noche nada más y costaban hasta 10 mil dólares. No era muy práctico. El último manto fue el de Ana María en 1997. Entonces se empezaron a hacer los aparejos más voluminosos con figuras en tres dimensiones’.

Otra novedad fueron los espectáculos de coronación que incluyen desde bailes hasta actores, y que rompieron con la ‘monotonía’ de estos actos.

¿Qué te gustaría cambiar?

‘Que sea más equitativo’, dice el diseñador refiriéndose a la distribución del presupuesto de Carnaval por parte del Gobierno. ‘Porque le dan tanto dinero al Carnaval de la ciudad y nunca se ocupan del Carnaval del interior’.

También considera que los patrocinadores en lugar de limitarse a ‘comprar’ un espacio publicitario en las carrozas o pagar por tener un sitio donde ubicar una discoteca, ‘podrían contribuir con cierta cantidad de dinero, sin esperar nada a cambio’.


 
 
 
Corporación La Prensa - Todos los Derechos Reservados 2007