Publicado el viernes 6 de octubre de 2006 - Edici�n No. 865 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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EL PERSONAJE
Fernando Cebamanos
Empeñado en prevenir

A este oncólogo se le conoce por sus esfuerzos en educar a la población panameña sobre las maneras de prevenir y detectar el cáncer temprano, de manera que menos personas mueran por esta enfermedad.

Ileana Pérez Burgos

‘El doctor Fulinito’ es como le dicen en el Instituto Oncológico Nacional (ION). El oncólogo Fernando Cebamanos no solo tiene un apodo de cariño, sino que además entre los funcionarios del hospital oncológico, el personal de la Asociación Nacional Contra el Cáncer (Ancec) y sus pacientes, tiene un verdadero fan club.

Durante uno de los recesos del congreso sobre cuidados paliativos, el doctor se sentó en uno de los sofás en el pasillo del hotel. Las decenas de personas que pasaban por su café giraban la cabeza para mirarlo. Le sonreían, levantaban la mano en un saludo y le exclamaban un ‘hola’. Cuando estaba por partir, algunos lo corretearon para saludarlo o hacerle alguna pregunta.

Si por algo lo conocen es porque le encanta esclarecer dudas e informar. La relacionista pública del Instituto Oncológico, Milagros Velasquez, lo describe como un ‘educador’. ‘Siempre tiene capacidad para ayudarte, escucharte, contestarte una pregunta’, dice.

Velásquez cuenta que fue Cebamanos, como director del Instituto, quien creó el departamento de Relaciones Públicas porque consideraba que la mejor forma de lograr la prevención y detección temprana del cáncer era educando a la comunidad a través de los medios de comunicación.

Por esa misma razón, para prevenir, se involucró con Ancec hace 25 años, primero dando charlas y hoy es el presidente de esta asociación. >>>

Bajo su dirección también se realizó la mudanza del hospital de la avenida Justo Arosemena a las antiguas instalaciones del Hospital Gorgas en 1999.

‘Fue una organización tremenda, sin orgullos, sin vanidad y, sobre todo, de cara y de mano con el paciente’, recuerda Milagros. ‘Porque fue igual que cuando uno se muda de una casa chica a una grande, tú mismo cargas tu maleta, tú mismo limpias y coges la brocha. . . No puedo olvidar a Fernando Cebamanos con su cuadrilla de voluntarios que se olvidaron de ser médicos, administrativos, economistas y educadores, para convertirse en trabajadores de escoba y trapeador para limpiar las áreas de todo el hospital y recibir a los pacientes’.

La oncología a través de Cebamanos no parece una especialidad médica más, sino una vocación. Atiende pacientes más allá de la cantidad regular o de las horas laborales, y aún así siempre está dispuesto a detenerse a contestar lo que le pidan. Si a simple vista todo esto parece desgastante, a juzgar por la sonrisa perenne del doctor es inmensamente gratificante.

>Tras la esperanza

‘Cuando estaba estudiando medicina los avances parecían ofrecer un futuro muy bonito al tratamiento del cáncer’, cuenta Cebamanos sobre cómo terminó eligiendo la oncología como especialidad. ‘Se iniciaba a hablar de algunos avances en la comprensión de las moléculas y que por esa vía iban a salir medicamentos. . . Lo que nos induce a estudiar medicina es ver sufrir a alguien y pensar inmediatamente que queremos ayudarlo. Estos eran los pacientes [los de cáncerI para los que no había esperanza y esa búsqueda de la esperanza fue lo que me llevó a esto’.

Era una época en que ser oncólogo no era atractivo (comenta que todavía es raro que un médico se decida por esta rama), pero él apostó por la luz que se asoma tenuemente en la oscuridad.

No obstante, dice que los progresos de la medicina no ocurrieron tan rápido como él esperaba. ‘Hoy sí estamos viendo que va más rápidamente el aspecto que yo veía en aquella época. Creo que donde más rápidamente está progresando la medicina es en el área de la oncología’.

En sus 36 años como oncólogo, trabajando tanto en el sector público como privado, ha notado dos avances transcendentales en el tratamiento del cáncer.

‘Uno es la biología molecular, la comprensión de cómo se provoca el cáncer y la creación de medicamentos dirigidos a esos puntos’ explica. ‘Entonces ya no agarras sustancias para ver si funcionan, sino que creas las sustancias para que actúen en un punto definido y pueda curar el cáncer’.

El otro aspecto en que considera que se ha avanzado mucho es en la atención más allá de lo médico, en lo que atañe a las emociones.

‘Hay una rama que se llama psicooncología [que proponeI que al paciente con cáncer hay que acompañarlo incluso antes del diagnóstico, porque produce una conmoción emocional muy grande’, señala. ‘El paciente que se va a hacer una mamografía está pensando que le va a salir un cáncer y hasta que ve al médico con el resultado hay un padecimiento muy grande. Además de eso, cuando recibe la noticia de que tiene algo, ese sentimiento se multiplica. Piensa que tiene muchas cosas incompletas, que va a entrar en un montón de problemas con los tratamientos. . . La psicooncología juega un papel importante para acompañar a la persona a ir entendiendo una serie de conflictos y temores que van surgiendo. No pensamos en la enfermedad sino en la persona y eso es muy importante, no solo dar medicamentos sino que acompañarlo. Estamos viendo integralmente a la persona’.

>Buenas noticias

Ante la pregunta de si habrá una cura para el cáncer a corto plazo, afirma enfático que ‘hay muchas curas ya. Si se detecta en forma temprana, hay muchos tumores curables. No hay una sola cura porque el cáncer es más de 100 enfermedades, y hay tumores que no curamos pero se logra que esas personas vivan por muchos años con excelente calidad de vida, trabajan, crean. . . y hay desarrollos muy prometedores en la oncología con nuevos medicamentos’.

También desmiente aquello de que no hay una manera ‘buena’ de dar un diagnóstico de cáncer.

‘Sí creo que hay una forma buena de dar malas noticias, como se dice. Primero el médico tiene que ser muy sincero, no mentir. Existe una manera tonta de pensar que podemos engañar siempre al paciente. Creo que lo más importante en una relación con el paciente es que este siga confiando en ti y si tú en el primer momento lo engañas, no te vas a poder ganar la confianza del paciente’, explica.

Agrega que siempre hay que ofrecerle esperanza. ‘La esperanza de que hay cosas que hacer. Saber que podemos hacer mucho para disminuir el sufrimiento y muchas de las complicaciones que va sintiendo en el camino’.

En ese camino que recorre con los pacientes, Cebamanos dice que surge una relación ‘afectiva’, y también se sufre. Asegura que hasta hoy no ha logrado mitigar el agotamiento emocional.

‘Eso no lo he podido aprender, al contrario. Cuando se es joven, a uno le enseñan que no puede involucrarse, pero a medida que van pasando los años te involucras más con el paciente y definitivamente eso es desgastante, agotador’, comenta.

Para contrarrestar esto, en los últimos años ha descubierto un remedio infalible que menciona con alegría: ‘los nietos’. Tiene cinco y uno de ellos recién había nacido la noche anterior a la entrevista.

La conversación con Cebamanos hace que el cáncer parezca menos aterrador, más una enfermedad con posibilidades de cura que una tragedia. Explica que a los oncólogos les enseñan que deben ‘curar el cáncer’, pero en la práctica reciben muchos pacientes con enfermedades avanzadas que no pueden sanarse. Por eso, su empeño en la detección temprana que conlleva menos impacto emocional y físico para la persona, así como menores costos para el sistema de salud.

‘Del 100% de los pacientes que sufren de cáncer, 40% podían haberse prevenido y 30% pudieran haber sido curados’, es su estimado de la enfermedad. El 30% restante acude en fase donde solo se le pueden dar cuidados paliativos y procurarles una mejor calidad de vida en sus últimos días.

‘Tercos para conseguir un sueño’, dice Milagros Velásquez que es el lema del doctor Cebamanos, y con esa terquedad, bien acompañada de una sonrisa, lleva años procurando que más panameños acudan al médico a tiempo.


 
 
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