Hacia la menopausia
En la edad madura cosechamos lo que hicimos con nuestro cuerpo en la juventud
Aunque la literatura refiere que despu�s de los 40 a�os el cuerpo empieza a declinar, las condiciones del entorno est�n contribuyendo a que este l�mite de acontecimientos se adelante o retrase; basta escuchar a las mam�s, t�as y abuelitas para comprender a qu� me refiero.
Hoy muchas j�venes acuden a los gimnasios, salas de est�tica y parques; pero adem�s fuman (o respiran el humo de otro), se trasnochan, beben sin mesura y olvidan llevar una dieta balanceada. Es dif�cil escapar de estas tentaciones.
En esta clase impersonal le propongo aprender a valorar su cuerpo y conocerlo, entender sus componentes como las hormonas, un motor esencial en el funcionamiento del cuerpo femenino. Mientras unas no quejamos de los c�licos, otras abanicamos los bochornos. Qu� injusto es que la ciencia no haya invertido m�s tiempo en buscar remedio a este problema.
La regla, como la conocemos, representa nuestra juventud. Nuestro reloj biol�gico tiene un final casi ignorado, cuando se acaban nuestras hormonas esto influye en nuestra apariencia, �rganos p�lvicos, memoria, estado de humor.
Cuando abuelita (se hacen antes de tiempo), est� de mal humor, nadie quiere estar cerca, porque se queja de todo; muchas atraviesan los incomprensibles problemas de pareja, el compa�ero empieza a hacer de las suyas, para otras, todo se acab�, hay que resignarse. Pocas buscan ayuda m�dica para vencer los obst�culos.
El abordaje de la menopausia es de poca data; hasta 1800 las mujeres mor�an antes de llegar a ella, no hab�an menop�usicas y no se investigaba al respecto. A partir de la mitad del siglo XIX, la vida media empieza a remontarse por encima de los 50 a�os y con ello la poblaci�n postmenop�usica crece.
Todav�a vivimos el oscurantismo del climaterio, edad cr�tica donde experimentamos las consecuencias de la carencia de estr�genos y cambios endocrinos: diabetes, hipertiroidismo, obesidad y virilismo.
La carencia de estr�genos se muestra en los �rganos efectores de estr�genos: �tero, mamas, piel y el sistema nervioso central. La vagina sufre adelgazamiento y resequedad de sus paredes, se escoria o irrita con facilidad durante las relaciones sexuales, hay m�s riesgo de infecciones (producidas por g�rmenes banales); tambi�n se presentan cambios en el endometrio (capa interna), las menstruaciones son irregulares antes de la menopausia. Hay molestias en la vejiga e inflamaciones. Los sofocos en parte son de origen ps�quico y por fen�menos circulatorios.
Tambi�n se padece de distensi�n y dolor a la palpaci�n de las mamas. El hipertiroidismo es el responsable de la excitabilidad y los cambios de humor. El virilismo sucede porque los andr�genos no son transformados (de all� el car�cter dominante de la abuelita y los escasos bigotes que le aparecen).
Y la lista sigue... hay trastornos del sue�o (que luego van disminuyendo), cambios de car�cter, cansancio, fatiga, dolores de cabeza, p�rdida del inter�s sexual, excitaci�n m�s lenta y sobreviene la osteoporosis, (con m�s rapidez, por factor gen�tico, historia de ingerir poco calcio en la dieta, la vida sedentaria), como tambi�n aparece la depresi�n y la p�rdida de memoria.
Es alentador mencionar que no todas padecen estos s�ntomas. Para algunas esta es una �poca de renovada energ�a, m�s concentraci�n y un inter�s por el sexo. Por esto cada mujer necesita una f�rmula espec�fica prescrita por un profesional, en vez de copiar el remedio de la vecina.
Los cuidados deben iniciar en la juventud: caminar durante media hora diariamente a la misma hora para estimular las energ�as del cuerpo, incorporar a la dieta vitaminas, antioxidantes y minerales (calcio, magnesio, zinc y potasio) presentes en los vegetales, alimentos de bajo contenido de grasa y altos en fibra. Evitar: cafe�na, alcohol, sal, az�cares, bebidas de cola y acudir al especialista para seguir el tratamiento adecuado.
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