Flores frescas para Ellas
Saludos, deseo �felicitarlos! por su magnifica revista, la cual no me pierdo nunca y a la vez por haber impreso en la secci�n de �Flores marchitas� el lamentable desmoronamiento de nuestro Arco Chato debido a la desidia de aquellas personas que de una u otra forma hubieran podido salvar tan importante monumento hist�rico; lo �nico que lamento es que no publicaron los nombres de todas aquellas personas que conforman la Oficina del Casco Viejo y sobre todo el nombre del director de Patrimonio Hist�rico.
Hace una semana les escrib� para informarles que le daba mi voto indiscutible para que en �Flores Marchitas� apareciera dicha noticia tan triste, por lo que me sent� muy, pero muy complacida, al igual que muchos otros paname�os, de ver denunciado este lamentable hecho.
Saludos
Elia S. Rodr�guez
Flores marchitas para Ellas
Perm�tanme expresarles mi punto de vista acerca de este segmento. Es una l�stima que una revista tan buena est� tan contaminada con la l�nea pol�tica de su peri�dico. He observado que por lo menos en un 90% de las flores marchitas las dedican al Gobierno, como si cualquier cosa mala que ocurriera aqu� en nuestro pa�s no tuviera otra etiolog�a que este Gobierno. Un ejemplo claro es la ca�da del Arco Chato. Ser�a bueno que investigaran cu�l fue el �ltimo gobierno que le dio mantenimiento a �ste y a otros monumentos hist�ricos de nuestro pa�s. En ninguno de sus art�culos, por ejemplo, he le�do que le hayan tirado flores marchitas a la basura que est� acumulada en los puentes elevados y a orillas de las carreteras�
O. de Jurado
margot en casa
Disfrut� la lectura de su art�culo sobre esos extranjeros que prefirieron quedarse en nuestro pa�s, a pesar de todos los avatares que pudieron haber encontrado en �l. Por ese tipo de personas siento una profunda admiraci�n. A pesa de no haber sido incluida en esta lista, quisiera mencionar a la Prima Ballerina Assoluta inglesa, dame Margot Fonteyn, que pudo haber residido en su pa�s o en las grandes capitales del mundo, con todos los lujos, pero prefiri� venir a �recogerse� a la tierra natal de su esposo, agreste y tropical, de la manera m�s sencilla posible, en una casa junto al mar. Qu� grandeza de esp�ritu.
Atentamente,
Brenda I. Cuevas C.