S� o no, he ah� el dilema
Esther M. Arjona
Piensas en una respuesta r�pida y no llegas a una decisi�n, mientras al otro lado de la l�nea telef�nica est� ese hombre que conociste hace poco y te cay� bien (pero m�s nada), invit�ndote a salir.
La verdad, no tienes ni un real de ganas, pero no encuentras una raz�n poderosa para rechazar la invitaci�n. Salen aquel angelito y diablito, cada uno sobre uno de tus hombros. Mientras uno te dice: �Sal, de repente le encuentras un atractivo; adem�s, si no le das la oportunidad �c�mo lo vas a conocer?; si te pones as� de exclusiva no vas a salir nunca�; el otro, bastante menos generoso, te recuerda: �Podr�a ser un plomazo, mira lo que te pas� la �ltima vez�.
S�, recuerda cu�ntas veces has salido con alguien que no te gusta y aquel asunto termina convirti�ndose en una pesadilla.
Fulano todav�a espera la respuesta. No es feo, por lo menos es lo que recuerdas de aquella vez cuando te lo presentaron, pero �porqu� no te caus� mayor impresi�n?
Dios, �qu� indecisi�n!
Terminamos algunas veces diciendo s�, cuando hemos debido decir no. Pero m�s triste es decir no, cuando quieres decir s�.
Ahora piensa en aquellas veces en que te fuiste de una fiesta cuando estaba en lo mejor, porque �ten�as que irte�, o en aquella ocasi�n en la que te negaste a bailar con el m�s guapo de la discoteca porque no bailabas tan bien como �l, y de la que m�s te arrepientes, de aquella vez que Mengano te invit� a pasar el fin de semana en la playa y dijiste �lo que pasa es que tengo muchas cosas que hacer en la ciudad�. �Haci�ndote la interesante o huyendo de la situaci�n?
Con todo y mi fama de exclusiva, guardo en mi r�cord una cantidad de citas que no deb� aceptar, pero lo hice por sentirme comprometida o por el mero �por qu� no? Claro, debo admitir que de un par de esas inciertas ocasiones obtuve muy buenos resultados. Ese es el problema con el futuro: no sabemos qu� nos traer�, pero un poco de sentido com�n puede hacer la diferencia.
No hay que temer a responder no. Cualquier petici�n que se nos haga est� hecha con el riesgo de una negativa. Aun as�, quien nos la hace corre ese riesgo a sabiendas. As� es el juego y hay que respetar sus reglas. Un s� no es obligatorio.
Muchas veces la intuici�n femenina est� de nuestro lado y nos permite saber cu�ndo una cita �pinta bien� y cu�ndo no. Es cuesti�n de ser consecuentes y honestas con nosotras mismas y con la persona que nos solicita.
�Realmente queremos decir s�?
Eso en el fondo lo sabemos todas, aunque ese s� nos haga sentir totalmente vulnerables o nos ponga en cierto tipo de riesgo, y no me refiero a riesgos f�sicos mientras que en algunas ocasiones negamos una posibilidad para no hacer las cosas tan f�ciles, pero se nos puede pasar la mano.
�Cu�ntas veces me he quedado con ganas de decir s�? He de admitir que varias, y por m�ltiples razones. Y es que ese responder con monos�labos no cuesta mucho a la voz, pero s� a la mente, y sobre todo a las emociones. Pero lo m�s dif�cil es vivir con las consecuencias de esa respuesta.
�Por qu� no acepte? Tal vez la hubiese pasado muy bien, tal vez hubiese sido un desastre, pero lo sabr�a en el mismo momento y no tendr�a la duda en adelante.
Hay que ser valientes, inteligentes y sensatas a la hora de tomar decisiones; no hay como estar tranquila, y no solo por el hecho de haber acertado siempre, como por la seguridad de haber sido una quien decidi� qu� ocurrir�a, en lugar de dejar esa responsabilidad a otra persona.
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