Una dif�cil despedida
Despedirse de un padre, ante la certeza de que va a morir, suele ser un proceso doloroso, pero, como todo, puede convertirse tambi�n en una experiencia enriquecedora
Julieta de Diego de F�brega
Luego de siete a�os de estar compartiendo con ustedes, mis lectores, puedo afirmar que se han convertido en una parte importante de mi vida. A lo largo de la existencia de esta columna he compartido con ustedes toda clase de vivencias, unas alegres, otras tristes, algunas rega�onas y de vez en cuando una que otra espiritual. Sea como sea, lo que ustedes leen cada semana en esta hoja de papel es en cierta forma una radiograf�a de Julieta de Diego de F�brega.
No me averg�enza mostrarles mi alma, pues no creo que exista gran diferencia entre el esp�ritu que mueve mi cuerpo y el que mueve al del resto de la humanidad. Puntos m�s, puntos menos, comas m�s o comas menos, la vida en general est� compuesta de vivencias similares y si el escuchar que otro est� pasando por lo mismo que uno ofrece alg�n tipo de consuelo, pues que todos se enteren.
Mi pap� est� muy enfermo. Hace 22 a�os afront� por primera vez al caballero de la armadura negra llamado c�ncer. Pele� con �l batallas campales y una que otra escaramuza, logrando siempre salir victorioso. Sin embargo, esta vez el enemigo consigui� una legi�n de aliados. El ataque viene por varios frentes y no hay armas, ni guerreros suficientes para afrontarlo.
Mi familia est� triste, yo estoy triste. No quisiera verlo sufrir, pero a la vez reconozco que partir� cuando tenga que partir, ni un minuto antes y ni un minuto despu�s. En una familia tan grande como la m�a, se dificultan los acuerdos. Es cierto aquello de que �cada cabeza es un mundo�, a�n cuando todas procedan de un mismo padre y una misma madre. Ser�a iluso pensar que todos vamos a concordar en cada detalle insignificante.
Luego de las iniciales pujas y repujas, comprendimos que lo �nico que verdaderamente importa es que cada uno de nosotros lo quiere much�simo. Algunos quieren en voz alta, otros en silencio, algunos quieren entre llantos y otros entre risas. Hay d�as que preferimos quererlo en solitario y otros en que necesitamos un abrazo o una caricia. Para todos los gustos hay voluntarios.
Sus nietos han encontrado la forma de apoyarse y consolarse unos a otros, sin fijarse mucho en las diferencias de edades. Su compa��a nos gusta, sus comentarios, a ratos ingenuos y por momentos profundamente sabios, nos reconfortan. En el ambiente est� la certeza de que hay suficientes cosas buenas que recordar, suficientes paseos en lancha, suficientes expediciones, suficientes explicaciones detalladas acerca de alg�n misterio del universo, como para mantenerlo entre nosotros hasta que nos llegue la hora de reunirnos nuevamente con �l.
Recordamos tambi�n los rega�os, las man�as y los comportamientos extra�os que de alguna forma convirtieron a nuestra familia en un clan muy pero muy peculiar. Las rarezas nos dan un toque de individualidad ante la monoton�a de un mundo lleno de seguidores de tradiciones prestadas. Las tradiciones familiares no cumplen con los par�metros pre-establecidos, pero son propias y nos gustan. Y es en esa tendencia a ser disidentes, en lo que m�s nos parecemos a mi pap�.
A veces en las noches, cuando me siento a ver a mis hermanos entrar y salir del cuarto, puedo ver que en cada uno de ellos hay un rasgo de mi pap�, un gesto, una palabra, una acci�n. Somos como las piezas de un rompecabezas que al unirse forman un paisaje coherente y para ver a mi pap� lo �nico que tenemos que hacer es reunirnos e interactuar. En cuesti�n de segundos surge la imagen clara e imponente de quien sembr� en cada una de sus seis macetas una semilla diferente.
Ser�a deshonesto decir que mi pap� fue un hombre perfecto, no lo fue. �Qui�n lo ha sido? Ser�a tonto empezar ahora a adjudicarle virtudes que nunca tuvo e inventar en mi mente una persona que nunca existi�. Yo quiero mantener viva la imagen del pap� que tuve, del que fue, del imperfecto ser humano que me quiso como sab�a querer, me educ� como sab�a educar y nunca fingi� ser lo que no era.
As� me propongo recordarlo, porque eso es lo que �l hubiera querido.
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