Publicado el viernes 30 de marzo de 2007 - Edici�n No. 888 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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POR LA SOMBRITA
¡Corran, allá va la tecnología!

El cerebro de la persona promedio casi que saca músculo de tanto nombre, USB, RSS, Wiki Blog, que ahora toca entender o por lo menos fingir que se entiende.

Roxana Muñoz

Yo viví en la época cuaternaria de las computadoras (la jurásica fue cuando uno de esos aparaticos, solito, ocupaba toda una habitación).

En quinto año de la secundaria se nos abrieron las maravillosas puertas –qué ingenuos– del frío salón de informática.

Con diagramas y cuadros sinópticos

-sí, jovencitos de la era MP3, no se rían- memorizábamos lo que era el hardware y el software.

Esas máquinas no tenían Windows. Todo se resumía a una pantalla negra con letritas verdes o amarillentas. El único mouse famoso entonces seguía siendo Mickey.

Pero apenas agregamos a nuestros vocabularios términos como DOS y LOTUS nos sentimos poderosos frente a nuestros hermanos menores.

Usábamos unos discos llamados floppys y lo que imprimíamos salía en unas enormes máquinas de matriz de punto que hoy serían ilegales por todo el ruido que hacían.

Ahora los floppys están en los museos gracias a que aparecieron los disquetes, que van por el mismo camino.

No reniego de la tecnología, ella permite que pueda equivocarme en este escrito una y otra vez sin tener que gastar papel, hasta cuento con un programita que me revisa la ortografía (sé que mis profesores de español desaprobarían el comentario anterior).

Pero (siempre hay un pero), tanto avance también nos trajo dolores de cabeza, confusiones, penas ajenas y propias.

Tengo conocidos en el trabajo que se ríen de la señora que hace muchos años pedía ‘scranear’ la foto; ¿sería ponerle cráneo? Hace poquito una amiga casi se vuelve loca tratando de descifrar que era JPG (un formato de fotografías) y mucho negocio hacen las tiendas vendiendo CD a padres despistados a los que sus hijos encargaron DVD. Trabajo con un colaborador al que le costó un montón usar un disquete, ahora que ya aprendió nos quitaron las máquinas que los usaban, le toca empezar a usar el USB.

Esos deslices hacen reír a los duchos en la materia, pero no es nada agradable estar en el otro grupo. Yo aún no tengo claro lo que son los podcast y el bluetooth me sigue sonando a jabón.

Los profesores de español ven con espanto cómo las palabras webmaster, ‘chatear’, escanear y ‘bloggear’ se infiltran en nuestro idioma.

Hace apenas 11 años que puse internet en mi casa con un servicio que prestaba la Universidad de Panamá y que costaba como cinco dólares al mes; mi hermano y yo teníamos que esperar cinco minutos entre clic y clic. Pero nos sentíamos los Jetson, ¡qué bellaquera! Después de eso no podíamos imaginar qué más se podía inventar.

Todavía me preguntó por qué no se me ocurrió lo de Hotmail, Yahoo ni lo de YouTube.

Quién sabe qué estarán inventando en estos momentos algunos veinteañeros que no han terminado la universidad, lo van a bautizar con un nombre raro y luego lo venderán por millones.


 
 
 
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