Publicado el viernes 24 de noviembre de 2006 - Edici�n No. 873 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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Sociedad
Obsesión por récords

Deseosos de que su nombre figure en el Libro Guinness de los Récords, cada vez son más los indios que intentan las proezas más insólitas, desde reunir a 8,000 personas para que toquen el tambor hasta escribir miles de caracteres en un grano de arroz.

Más que una moda, batir récords es en la India una auténtica ‘obsesión nacional’, según el profesor y ensayista Vinay Lay, que en un estudio sobre este fenómeno apunta a que con estos intentos los indios buscan ante todo ‘reconocimiento’, ya sea individual o colectivo.

Este último es el caso de la ciudad de Meghalaya, que el pasado mes de octubre logró que su nombre aparezca en la próxima edición del Guinness (2008) al congregar a 7,951 personas para tocar, en perfecta sincronización, el mayor concierto de tambor del mundo.

Otra entrada reciente en el Guinness, que también figurará en la edición de 2008 (la de 2007 está ya cerrada), es la del artista N. Karthik, que tocando su ‘veena’ (un instrumento indio de cuerda) ofreció en Bangalore el mayor número de conciertos del mundo en 24 horas. Las actuaciones fueron de un cuarto de hora cada una y logró dar nada menos que 50 en otras tantas salas de la ciudad.

Algunos todavía no han entrado en el Guinness, pero tienen la firme intención de lograrlo, como Uttam Gosh, de 22 años, que es capaz de sostener durante horas un balón de fútbol en su cabeza sin que se le caiga, ni siquiera, cuando sube o baja escaleras e incluso cuando nada.

Ante la oleada de intentos de batir récords en la India, los responsables del Guinnes se están planteando el nombramiento de un representante permanente para este país, según indicó recientemente una fuente de la organización a la agencia local PTI.

De poseer récords mundiales presumen incluso algunas empresas nacionales, entre ellas la compañía Air India, que en su página web recuerda que en 1990 logró entrar en el Guinness por el mayor puente aéreo de evacuación hecho nunca por una aerolínea civil, a raíz de la invasión de Kuwait por el Ejército iraquí.

La historia de los récords indios la tiene Dipak Syal, quien se convirtió en 2000 en el asiático con el récord de récords, tras lograr figurar por cuatro proezas distintas: escribir 2,557 caracteres en un grano de arroz; hacer una torre de 253 monedas sobre una moneda colocada de canto; hacer una torre con 21 monedas colocadas, alternativamente, de canto y en horizontal, y enhebrar una aguja 8,927 veces en dos horas, a un ritmo de 77 veces por minuto.


Orgasmo por la paz

Dos activistas por la paz están organizando una manifestación antibélica masiva para el 22 de diciembre, primer día del invierno boreal y el verano austral. Pero no quieren que la gente salga a la calle. Prefieren que se quede en sus casas.

El Orgasmo Global por la Paz fue concebido por Donna Sheehan, de 76 años, y Paul Reffell, de 55, con el objetivo nada modesto de que la mayor cantidad de gente tenga un orgasmo pensando en la paz mundial. ‘El orgasmo crea una sensación increíble de paz durante y después’ del acto, dijo Reffell. ‘Tu mente está en blanco. Es como un estado de meditación. Y se sabe de meditaciones masivas que han provocado cambios’.

La pareja conoce bien la combinación de sexo y activismo social. Sheehan reunió a medio centenar de mujeres en 2002 que se desnudaron y formaron la palabra ’Paz’'. De ahí nació un pequeño movimiento que realizó actos similares. Al promover lo que esperan que sea un orgasmo global sincronizado, quieren que la gente canalice su energía sexual hacia algo más positivo.


Consumo prohibido

El pangolín, un mamífero en peligro de extinción célebre porque se enrolla y forma una bola cuando es atacado, ha reaparecido en los menús de la provincia sureña de Cantón con la llegada del otoño. Aficionados a incluir en su dieta prácticamente cualquier tipo de ser vivo, los cantoneses han conseguido saltarse la prohibición de consumir esta especie amenazada, muy apreciada también en la medicina tradicional, y no son pocos los restaurantes que la ofrecen de forma encubierta.

Un banquete a base de pangolín para tres o cuatro comensales puede llegar a costar, debido al riesgo que entraña ser descubierto por las autoridades, hasta 760 dólares, por lo que se ha convertido en un nuevo símbolo de posición social, según la agencia China News Service.

El consumo de animales salvajes fue prohibido totalmente a raíz de la epidemia de Síndrome Respiratorio Agudo y Grave en 2003, cuya erupción se vinculó al consumo de animales exóticos en los restaurantes cantoneses.


 
 
 
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