Publicado el viernes 29 de septiembre de 2006 - Edici�n No. 864 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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EL PERSONAJE
Magda Subirana
La pasión de Magda

Un día, hace cinco años, la cocinera catalana tomó la decisión de darle un cambio a su horizonte; desde entonces vive ilusionada con su diaria creación de platos y en aprender más de este cálido mundo.

Lineth O. Del Cid T.

Su día a día lleva la constante de la cocina, un proyecto de vida profesional que acepta con una sonrisa y una libertad que anima a probar a aquellos que la siguen en los cursos que dicta en su pueblo catalán.

En Magda Subirana, cocinera diplomada, su compromiso culinario tiene raíces y tradición. Señala que en su familia todos sabían cocinar y se recuerda en sus años juveniles compartiendo horas con su abuela, quien le transmitió esta afición y que ella con una sonrisa llama sencillamente ‘mi pasión’.

En sus inicios de vida profesional Magda desarrolló sus estudios universitarios en Economía, pero hace cinco años se arriesgó, con el beneplácito de su esposo, hijas y buenos amigos, a incursionar en lo que siempre ha sido su pasión, la cocina.

>Motivación

‘No soy chef’, enfatiza, y explica que es diplomada en Cocina de la Escuela de Hostelería Hofmann, en Barcelona, ‘una de las más importantes en España’. Un título que ha unido a cursos y talleres de cocina donde aprendió a aplicar diversas técnicas. En cada mes de verano se tomaba una semana y antes de visitar ‘un lugar tan lindo como Panamá, me inscribía para tomar algún >>> >>> curso con un buen cocinero como Ferrán Adriá, Santi Santamaría, con cualquier cocinero para aprender. De hecho no he dejado de asistir a clases’.

Luego de años de compartir con amigos y vecinos en la casa familiar de Subirana, ‘cuyas puertas siempre están abiertas para compartir con mucha gente’, decidió tomar la iniciativa para darle más libertad a su pasión culinaria. Y fueron los amigos y familiares, especialmente, quienes la animaron a crecer en su pasión, pues la respuesta inmediata a su buena sazón la veía en ‘la cara de satisfacción que pone la gente una vez que había comido. Es un pago que no tiene precio’, señala Subirana.

Acepta que le encanta trabajar con todos los ingredientes, pero le aburre muchísimo ‘hacer lo mismo constantemente. A la hora de cocinar me gusta todo’ y con esta actitud, asegura que aprovecha el cambio de las cuatro estaciones para diversificar su menú. ‘A excepción de algunos clásicos que están siempre, en las cartas de los restaurantes se nota el cambio, no son los mismos los platos de invierno que de verano’, explica la cocinera.

Vive en un pueblo cerca de Gerona, Cataluña, pues ‘es más tranquilo, hemos vivido siempre en el pueblo y tienes a mano muchas facilidades, es el hogar’, explica. Fue allí donde inició su andadura profesional. ‘Empecé haciendo pequeñas clases [de cocinaI en un sitio habilitado en la casa del pueblo, que de hecho continuamos haciendo con grupos de 8 a 10 personas. Son clases muy personalizadas, con gente que le gusta mucho la cocina’, dice.

‘En mis clases la gente puede manipular los alimentos, y así cuando llegan a casa pueden ponerse a cocinar, pues recuerdan cómo lo hacía’, sustenta. Además de la clases, ‘a las señoras les gusta por que pasan un día divertido’.

Junto a las clases, la cocinera mantiene cenas gastronómicas, donde se reúnen de 8 a 12 personas, además de ofrecer sus servicios para consultas que le piden restaurantes, pedido que motivó su visita a Panamá, para enseñar a los cocineros y chefs del restaurante Scena & Platea, en el casco antiguo.

>Nuevos rumbos

Siendo una mujer madura, Subirana decide arriesgarse con un nuevo trabajo y lleva su oficio de horas libres a nivel profesional, un paso que dio en respuesta a lo que la gente le pedía.

‘La gente dice que cuando me encuentran y me preguntan por una receta, aunque sea de un pescado de muy poco valor, como la sardina en mi tierra, mi rostro, mis ojos, se iluminan’, acepta con alegría y comparte que esta respuesta hace que le pidan enseñar a prepararlo, a que les cuente cómo hacerlo.

Pero en esta travesía pasional Magda no está sola. Su familia, su esposo y sus dos hijas adolescentes, sienten igual pasión, tanto por la creación como por disfrutar de lo preparado. ‘En casa mis hijas, como a todos los jóvenes, les encanta la pasta italiana, pero nos gusta mucho el marisco, el pescado, la carne. Intentamos comer de todo. Yo no como verduras, pero hay que comerlas’, dice con una sonrisa.

Según cuenta, a su esposo ‘los arroces le salen de maravilla, y las niñas cuando tienen un cumpleaños ellas mismas preparan el dulce y lo llevan a la escuela para compartir con sus amigos, pero eso pasa al vivir la pasión, cuando uno ha vivido con la pasión, algo se pega’.

>La mejor

En 2005 Magda Subirana estuvo en las planas de los periódicos al ganar en un reconocido programa televisivo del Canal Cuatro de Cataluña.

Su familia, a escondidas de ella, la inscribió en el concurso de cocina donde se busca ‘el mejor cocinero de España’ y se llama Duelo de chef.

Un día del canal la llamaron ‘para el casting para el concurso y ahí empezó todo. El equipo a concursar lo conforman tres grupos de 16 personas’, y explica que en cada programa compiten dos personas, la que pierde abandona el duelo y la que gana busca un nuevo contrincante. ‘Yo primero superé a las 15 personas de mi grupo y luego competí con las dos ganadoras de los otros grupos’, señala.

Explica que la dificultad del concurso no es el plato, sino el tiempo. Subirana ganó el duelo con un plato de bogavante asado con un fondo de mariscos y un lecho de acelgas, decorado con piñones y champiñones. . . ‘era muy espectacular’, y explica que el concurso consiste en que al llegar al estudio no se sabe qué se cocinará, pues ‘te entregan un plato tapado con un ingrediente y cuando levantas la campana te encuentras un muslo de pollo. Tienes 25 minutos para preparar el plato y un minuto para elegir el resto de los ingredientes. . . entonces debes improvisar y ese es el reto del concurso’.

El día de la final, recuerda la cocinera, ella y sus contrincantes eligieron tres ingredientes principales, y se hicieron dos torneos. ‘En uno de ellos yo cocinaba la receta de mi contrincante y en el otro, hacía mi plato y la suma de los dos torneos daba el ganador. . . No fue fácil, pero lo pasé divinamente’, acepta Subirana.

Ganar la competencia le cambió la vida. En la calle del pueblo la gente la paraba para saludarla y comentarle que la había visto en la televisión, pero el colmo de la fama le llegó una noche cuando salió a tomar unas copas en un bar con su esposo y unos amigos, y ‘el chico que nos atendía me dijo, 'perdone, pero a usted la conozco'. ¿A mí?, 'sí, en la televisión, en el concurso', me dijo el chico’, afirma con una carcajada Subirana.

Dice tener muchas recetas y anuncia que está preparando un libro con ellas. Una tarea que reafirma su pasión y su posición de no abrir un restaurante. ‘Hace 20 años hubiese dicho que quería abrir un restaurante pequeño, era mi ilusión, pero al poner los pies en el suelo y ser un poco mayor, hoy ya no’.

Subirana ha descubierto que la pasión por la cocina es ‘incompatible con un restaurante. La pasión por la cocina es compatible con lo que estoy haciendo, con la libertad para hacer lo que quiero’.

Subirana quiere mantener esa libertad que le dan las clases de cocina, los cursos de preparación, el asesoramiento a particulares. Sabe que tener un local la obligaría ‘a tener una receta y mantenerla igual, aquellos que no tenemos restaurantes nos encanta echar a volar la imaginación y abrir el refrigerador y ver qué tenemos y entonces qué vamos a hacer. . . y eso es lo que más me gusta’, afirma.


 
 
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