Publicado el viernes 15 de diciembre de 2006 - Edici�n No. 876 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
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LA VIDA EN FUCSIA
En defensa de las aburridas
Roxana Muñoz

En este mundo ya hay defensores para todo. Actitudes, hechos y personas vergonzosas tienen apologistas. Pero a quienes se inclinan por la tranquilidad en sus ratos de ocio, al paso le salen los detractores. A un montón de gente supuestamente divertida le molesta que otros no se diviertan a su manera.

A esos les digo: dejen de una buena vez a la gente aburrida ser como somos. Sí, porque yo me manifiesto promotora y activista de una vida tranquila, casera, sencilla: sí, aburrida.

Las fiestas navideñas estresan a todas, los compromisos hay que cumplirlos con zapatos de tacón, trajes de noche, horas interminables en el salón de belleza -y no peinándose, sino haciendo fila- y para todo esto hay que hacer malabarismos con el presupuesto y llegar a los centros comerciales dispuestas a enfrascarse en una lucha máscara contra cabellera para lograr guardar paquetes, meterse en los vestidores y pagar en las cajas. Y hay que estar vivas, porque no faltan los que se cuelan.

Por eso yo entiendo a quienes prefieren recibir el Año Nuevo con lo mismo que han usado los 364 días anteriores. Estoy en el grupo de las que encuentra diversión en pasar un sábado por la noche en camisón viendo televisión.

Sé que para mucha gente es divertido llegar a su casa para luego arreglarse para salir de noche. Con la pereza que me da tener que quitarme el maquillaje a la 1:00 a. m. o tener que cepillarme los dientes a las 2:00 a. m. Ni se diga lo que me molesta la idea de saber que a la mañana siguiente voy a despertarme cansada, de mal humor. Y todo para qué.

Esta adversión mía por las fiestas no es solo en época navideña. Las salidas nocturnas me dan mucha pereza. Ya en muchas discotecas no se baila, no se puede conversar y por lo caros que están los tragos tampoco se puede beber mucho, entonces díganme, cuál es la gracia.

Por supuesto, soy una aburrida. Mi idea de trasnochar es estar afuera de la casa a las 11:00 p. m. A esa hora, esté donde esté, me empieza a dar sueño y pongo una cara de aguafiestas que a los que están a mi alrededor les urge llevarme a mi casa.

Una conocida de gran experiencia me dice que no sea boba, que aproveche ahora, que quienes no aprovechan en su juventud (entiéndase por aprovechar: bailar, tomar, trasnocharse) luego llegan a los 50 años y les da la locura de andar por allí en minifalda enseñando el avejentado ombligo o acosando a muchachitos de 25 años de edad. Todavía me faltan como 20 años para llegar a los 50, pero me voy a arriesgar, así que no sé si después me dé por llevar una vida más loca.


 
 
 
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