Lilia Cherniak
Poemas en imágenes
La filóloga rusa-panameña recopila las fotos de sus viajes y de sus hogares, junto con sus poemas en ruso y español, en el libro 'Nada personal'. Ileana Pérez Burgos
Prueba el café con leche que le entrega su esposo y decide que lo tomará aunque esté muy azucarado para su gusto. Confiesa que las mañanas son difíciles para ella, ‘soy de las personas que hablo más por la noche’. Aún así, arranca la conversación animada por el café, en su español con marcado acento de muchas partes: ruso es su lengua materna; ucraniano es la de sus padres; alemán es la que estudió y con la cual trabaja, y el español, la de su hogar en Panamá. A medida que habla de su nuevo libro de fotografía y poesía, la filóloga va despertando.
>Del pueblo de Kant
Se identifica como ucraniana, pues sus padres son de allí, pero nació en un pueblo en la costa del mar Báltico que hoy se llama Kaliningrado, y que es famoso porque allí también nació el filósofo alemán Immanuel Kant. Lilia considera que esa mezcla cultural, de aquel pueblo y de su familia, la llevó a estudiar ‘germanística’ en un curso experimental. >>>
>>> En los años 80 se muda a Ucrania y allí trabaja como traductora, y su oficio la lleva a pasar más días del año viajando por la Unión Soviética y países cercanos, que en casa.
‘Después pensé que necesitaba algo exótico’, cuenta, y como tenía amigos colombianos eligió este país del sur para su aventura, pero terminó viviendo algo que no había planeado.
‘Viajé en el tiempo menos apropiado porque comenzó la época de violencia’; corría el año 87 y Lilia se instaló en Bogotá donde ‘realmente vivía entre bombas y mataron a una amiga mía. Ayudé a la gente que se estaba escondiendo de la lista negra. Era un enredo total y yo, una extranjera metida en un lío, pasé de una inestabilidad mayor a un caos total’.
Resistió dos años y entonces, en diciembre de 1989, decide venirse a Panamá donde una amiga ucraniana la había invitado a reemplazarla en el trabajo mientras ella se iba de viaje.
Al llegar recuerda que sintió ‘algo tan agradable, aunque hacía mucho calor, sentí como paz, armonía, tranquilidad, porque Colombia me dio muchas cosas, pero vivir con violencia es fuerte, eso no es normal, así que llegué aquí y estaba feliz. Pero ya sabemos qué pasó en un par de semanas y me quedé otra vez atrapada’.
Lilia había escapado de la violencia en Colombia para vivir de primera mano la invasión a Panamá. Aún así, aquí se quedó, poco después conoció a quien sería su esposo, Luis Romero, encargado de información de Unicef. Actualmente, esta traductora y profesora de idiomas trabaja con la Fundación Friedrich Ebert, que maneja programas auspiciados por Alemania en Panamá.
‘Pensaba que América Latina era demasiado fuerte’, comentó, explicando que nunca pensó quedarse. ‘Pero parece que en Panamá encontré ese equilibrio entre lo que es el trabajo y la disciplina, y tener flexibilidad, tener la alegría caribeña. Entonces ahora me cuesta vivir en Europa porque me gustaría tener esa mezcla, pero me gustaría que Panamá marchara un poco más organizado’.
>El libro de la viajera
De ese andar, ir y venir entre culturas, Lilia llega a juntar sus poemas y fotos en un libro. Le parece en cierta forma algo lógico, pues en su estudio de idiomas ha leído muchísimo, de diferentes épocas y países. ‘Mi esposo dice 'tú te pasaste leyendo toda la vida’, comenta.
Considera que aunque se ha dedicado a armar el libro en el último año y medio, lo ha estado trabajando toda su vida, ‘el disco duro estaba viendo todo’.
Una Navidad estaba en Nueva York y se tropezó con uno de esos instantes que retrató. ‘Caminábamos, la gente comprando sus cosas, y todo mundo tropezaba con algo en la mitad de la acera y la gente no se paraba a ver ese algo. Yo me tropecé y me molesté en ver qué era: gente que estaba en huelga, que había perdido el trabajo. Pedí permiso para tomarles fotos. Así vivimos muchas veces, sin darnos cuenta de qué está pasando alrededor’, relata.
Aquellas fotos se fueron guardando con otras hasta que al regreso de una estadía en Italia, la Embajada de Rusia organizó una exposición en la Casa Museo del Banco Nacional, donde participaron artistas de habla rusa residentes en Panamá. Junto a sus fotos, Lilia exhibió sus versos. ‘Pensé 'a lo mejor a la gente no le va a gustar o no lo va a entender’, pero fue todo lo contrario. Entonces decidió hacer algo más grande, ‘debe ser un libro’.
Al libro, que será presentado el 19 de septiembre en la Biblioteca Nacional, con auspicio de la Alcaldía de Panamá, la Caja de Ahorros y la Embajada de Rusia, lo tituló Nada personal. ‘Porque adopté muchas personalidades, del punto de vista del neoyorquino que está sin trabajo, de mi madre a quien también le saqué una foto. . . Me puse en diferentes situaciones, diferentes ángulos, diferentes perspectivas para llamar un poco la atención, no a la foto, sino a la vida, a lo que nos está pasando’.
Poema
Un día más
Un viajero
cansado
camina en la lluvia.
Avanza,
para buscar nuevos desafíos.
Desconocidos son sus senderos.
Pero puede ser que él sea feliz,
porque no vive observando por la ventana
cómo se mojan otros,
no él.
Foto
La portada
‘Estaba viajando de Perugia a Roma, 160 kilómetros, con Luis [su esposoI, un amigo director de cine y un amigo de Georgia, que estaban rodando un cortometraje. Era una mañana y yo por la mañana no puedo hablar ni pensar ni nada; quería dormir, de repente nos paramos en un pueblo. Ellos se fueron a comer helado pero yo voltee al lado izquierdo y vi de repente un monumento dedicado a los pilotos dentro de un lago. Me transformé. Tomé montones de fotos’.
Lilia Cheriak
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