Sociedad
'Mi esposa y el cáncer'
En la experiencia de quienes atienden a pacientes de cáncer, son muchas las parejas que se separan tras el diagnóstico de cáncer de mama de la esposa. Aún así, hay hombres que se mantienen como columna de apoyo de sus cónyuges.
MarÍa del Pilar MÉndez
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“Su belleza interior pudo superar la belleza que ella pensaba que no tenía en ese momento”, dice Sergio Delgado sobre su esposa Lesvy, durante el tratamiento de cáncer. En la foto, la familia Delgado: Sergio hijo, Lesvy, Diego, Sergio y Ana Gabriela. |
Hay una promesa que reza ‘estarán juntos en la riqueza y en la pobreza; en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe’. Se considera un pacto inquebrantable ante Dios, pero al parecer, para muchos hombres es difícil cumplirlo cuando su pareja es diagnosticada con cáncer de mama. En el Instituto Oncológico Nacional, enfermeras, médicos y voluntarias aseguran que han sido testigos de hombres que abandonan a sus esposas en algún momento entre el diagnóstico, el tratamiento y la recuperación.
Es justo cuando su presencia se hace más preponderante en la vida de su compañera, pues necesita apoyo, que muchos deciden irse.
Aún así, la historia no siempre es trágica y hay hombres que mantienen la promesa, a pesar de las penas que se presenten.
> La más bella de todas
Lesvy Acevedo de Delgado y Sergio Delgado llevan un matrimonio de 20 años y tienen tres hijos: Ana Gabriela, de 18 años; Sergio, de 17 años, y Diego, de 6 años. Además, juntos manejan Delace, una empresa importadora y exportadora de materia prima para laboratorios y fábricas.
El cáncer los golpeó desde inicios del milenio. En 2002, a la madre de Sergio se le diagnosticó cáncer de mama. Fue Lesvy quien la acompañó a todas sus citas y tratamientos. Un año después, al padre de Sergio se le diagnosticó cáncer.
Cuando parecía que las cosas estaban bien, Lesvy se hace una mamografía y un ultrasonido en octubre de 2006. Este último arroja que hay un quiste en uno de sus senos que debe ser investigado a profundidad. Luego de una biopsia se confirma el diagnóstico: cáncer.
‘Sentí que se me apagaba gran parte de mi vida. Estaba triste, preocupado y desesperado’, dice Sergio al traer a su mente el momento en el que le dieron la noticia. ‘Le pedí a Dios que cambiara los papeles y fuera yo y no Lesvy quien pasara por esa situación’.
Lo primero que buscaron fueron las alternativas que tenían de tratamiento y a Dios para que todo saliera bien.
Para informarles a sus hijos, se reunieron con los dos mayores y ellos lo tomaron bastante tranquilos. ‘No eran ajenos a esto, su abuela y una amiga de la familia habían pasado por esto y estaban bien. Así que no fue tan traumático’, agrega Lesvy.
Uno de sus senos fue extirpado. Durante la quimioterapia, ella perdió todo su cabello, sentía náuseas y sufría de mucha debilidad en su cuerpo. Pese a estos efectos secundarios y la pérdida de una mama, comenta su esposo que lo primordial era que su salud estuviera mejorando, y que volviera a ser la misma y agrega que ‘mi esposa siempre ha sido y será bella para mí, aunque ella no lo crea. Su belleza interior pudo superar la belleza que ella pensaba que no tenía en ese momento’.
El trabajo en la empresa debía continuar, así que Sergio tenía que dejar a su esposa en casa. Como ella no siempre podía hablar por teléfono, le regaló una computadora portátil para que estuvieran en contacto por mensajería instantánea.
Una de las tareas del hogar en la que Sergio no se involucraba mucho era en ir al supermercado, pero tuvo que aprender. ‘Mi hijo menor me acompañaba a hacer las compras y comprábamos una que otra galleta que no estaba en la lista’, comenta Sergio con una sonrisa. Pero Lesvy agrega que su esposo tenía problemas para atinar con los tamaños, ‘traía cosas en tamaños extra familiares. Todavía tenemos una maicena gigante que compró el año pasado’.
Lesvy ya culminó la quimio y se hizo el primer examen para saber si todo está en orden, dando resultados positivos; aunque aún debe someterse a otros análisis para descartar la posibilidad de reaparición del cáncer.
Ella recalca que ante un diagnóstico de cáncer de mamas, lo que debe prevalecer es el amor en la pareja, ‘juntos pueden superarlo todo y llegar a la meta, que es la recuperación total de la persona. Necesitan mucha compresión y entender que esta no es una etapa fácil’, dice. Sergio añade ‘que cuando uno escoge caminar junto con una pareja es en la salud y en la enfermedad. Al sentir esos momentos de desesperación y dolor, aferrarse a la fe, sin importar la religión’.
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“Es cierto que hay un cambio, pero la vida no ha acabado”, afirma Rodolfo Pérez, en la foto junto a su esposa Iria Alice Richel, quien es paciente de cáncer de mama, y su hija Ángela Irene. |
> Nunca es demasiado tarde
Cada cierto tiempo, Iria Alice Richel Pérez se hacía su autoexamen de mamas. A finales de 2005, detectó una masa extraña en uno de sus senos. Se lo comentó a su esposo, Rodolfo Pérez, y este le recomendó que fuera al médico. ‘Ella era enfermera en el Hospital Oncológico de Brasil, así que conocía la situación de los pacientes de cáncer y las experiencias de los médicos. Sin embargo, una cosa es ser un profesional de la salud y ver la enfermedad desde ese punto, y otra es vivirla’, recuerda él.
Rodolfo la describe como una mujer muy activa y relata que ‘un día, la hierba del patio estaba alta e Iria no quiso esperar a que llegara el día libre para que yo lo hiciera y se puso a limpiar. Cuando llegué del trabajo me dijo que le dolía el pecho’.
Al revisarla sintió dureza en el área del seno que había cambiado de aspecto. Ella le confesó que nunca había ido al médico. El cáncer había avanzado.
‘Aún no sé por qué no fue al hospital. Supongo que por miedo a saber la verdad’, dice Rodolfo, quien es gerente de administración y finanzas de Multicentro.
Él tuvo que recurrir a una amiga de la familia para que convenciera a su esposa de recibir la evaluación de un especialista. ‘Ella se fue con Iria a un centro de salud y de allí la refirieron de urgencia al Instituto Oncológico. En esa misma tarde le diagnosticaron cáncer’.
En medio de las lágrimas y la preocupación, Rodolfo cuenta que le dio ánimos y palabras positivas a su esposa. La acompañó durante todo el proceso de tratamiento y recuperación. ‘Debíamos asumir este asunto juntos, sin preocupar a nuestra hija’, agregó.
Afirma que es un hombre que cumple sus promesas. ‘Yo prometí en el altar que estaría con ella para siempre y así lo haré. Los desacuerdos familiares siempre van a existir, pero hay que mirar hacia adelante y aceptar el compromiso’.
Cuando no estaba junto a Iria, le tocaba hacerse cargo de ciertas tareas que ella, por estar convaleciente, no podía realizar. ‘Tenía que llevar a nuestra hija a la escuela, ayudarla con las tareas. En ese entonces yo trabajaba como vendedor y cuando llegaba a la casa me ponía a cocinar, a pesar de que no me gusta hacerlo, me defiendo ya que fui boyscout. También, llevaba la ropa al lavamático’.
Hubo momentos en los que la depresión se apoderaba de su esposa, por lo que también debía estar pendiente de motivarla y estar al día con sus medicamentos. Además, la remoción del seno no afectó la relación.
Para Rodolfo lo más difícil fue cuando ella tuvo recaídas y debía llevarla al hospital. ‘No tenía con quién dejar a la niña o debía salir del trabajo y quedarme en el hospital’.
Iria, quien no se encontraba durante la entrevista, se encuentra mejor y debe asistir periódicamente al médico para prevenir cualquier reaparición del cáncer.
Luego de esta experiencia, varios amigos de los Pérez pasaron por la misma situación y la pareja les brindó su apoyo. Rodolfo recuerda que ‘les dije que tomaran las cosas con calma. Es cierto que hay un cambio, pero la vida no ha acabado. A quienes también estén viviendo una experiencia así, les recomiendo que lean cosas positivas y se apeguen a Dios. Si en las buenas estuvieron juntos, en las malas deben estar más unidos, ya que el matrimonio no es algo temporal’.
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Aunque muchas mujeres terminan pasando por los tratamientos sin el apoyo de su pareja, cónyuges de pacientes aseguran que lo importante para ellos es que su esposa recupere la salud, sin importar los cambios físicos y emocionales en ella. MCT Direct |
> Lucha a dúo
En septiembre de 2004, Ligia de Melo fue a hacerse una mamografía, por orden de su ginecólogo, a la Caja de Seguro Social en Calle 17, cuyo resultado fue confirmado por una biopsia: cáncer de seno.
‘Pedí que me refirieran al Instituto Oncológico, porque mi esposo [Julián MeloI ha sido paciente allí desde hace 11 años. Él padeció cáncer de próstata y tiempo después le apareció un tumor canceroso en el riñón derecho. Así que los dos hemos luchado contra esta enfermedad’, cuenta Ligia.
El 5 de enero de 2005 se le practicó una mastectomía radical, e iniciaron todos los tratamientos que le siguen a esta intervención. ‘Quimioterapia, radioterapia y otras situaciones muy fuertes, pero que gracias a Dios, siempre estuve rodeada del amor y afecto de mi esposo, que fue mi pilar, y de mis hermanos evangélicos’.
Recuerda que el día de la confirmación del diagnóstico de cáncer, su esposo no pudo acompañarla porque tenía una cita médica. Al obtener el resultado, Ligia llamó a la casa y le dijo a Julián que la esperara para almorzar, pero él le insistió en que le dijera cuál había sido el resultado. No fue hasta que estuvieron en la mesa que le contó todo.
Julián quedó muy impactado con la noticia; Ligia recuerda que lloró, pues él ya sabía lo que era estar en quimioterapia y todos aquellos malestares que acarrean los tratamientos para combatir el cáncer.
Dejarla sola nunca una fue una opción, él comenta que cuando un paciente sale de la quimio necesita escuchar palabras de aliento y siempre debe estar acompañado, aunque en muchas ocasiones no sea así. ‘Cuando a ella le ponían la intravenosa, yo sufría más que Ligia. Las veces que estuvo en el hospital, me quedaba todo el día con ella hasta que, ella misma, me mandaba a la casa para descansar’.
Para la pareja, el momento más doloroso fue decirle la noticia a los hijos de Ligia, que viven en Colombia, su país natal. ‘Ellos estaban, y aún están, muy angustiados’, agrega ella.
Debido a efectos de las medicaciones e indicaciones de los doctores, Ligia no puede hacer ciertas tareas en la casa, las que su esposo ha asumido.
‘Él se ha apropiado del desayuno. Muchas veces me despierto con el olor sabroso de lo que Julián está preparando. También lava la ropa, aunque hace desastres con eso, pero tiene la buena voluntad de ayudar’, asegura Ligia, y agrega que generalmente hacen las compras juntos, pero cuando él va solo, le gusta comprar ‘burundangas’.
Aseguran que, a pesar de todo, esta enfermedad los unió más. Para Julián, el hecho de que su esposa perdiera un seno no tuvo ninguna importancia. ‘Lo único que importa es que su salud esté mejor’, comentó.
Además, sus actividades han continuado como siempre. ‘Pertenecemos a un coro de adultos mayores en nuestra congregación evangélica y colaboramos mucho en ella’. Para Ligia, su fe en Dios es lo que la hizo tomar la situación de manera positiva.
Ambos aconsejan a otras parejas que estén pasando por esto que apoyen incondicionalmente a su cónyuge, pues, aseguran, si una persona que padece esta enfermedad siente que nadie la quiere, no prospera en sus tratamientos. Asimismo, insisten en que no deben perder su lado espiritual.
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