Entafilarse: �Necesidad o flojera?
Creo que el siglo XXI podr� denominarse �el de los nuevos verbos�; empez� con ese tan feo dizque �consensuar� seguidito por �emeiliar�, �chatear� y los dem�s cibern�ticos. �Entafilarse� (reflexivo) se ha ganado tambi�n su lugar en la lista
Julieta de Diego de F�brega
El jueves 16 de octubre, cuando le� el titular de la secci�n Revista de La Prensa �Generaci�n Tafil�, mis ojos se fueron veloces a buscar el nombre del autor de dicho art�culo. Jackie Souter, dec�a en negrita antes del texto. Sum�, rest� y conclu� en que definitivamente los tiempos cambian a velocidades que yo jam�s podr� comprender. Digo esto porque cuando yo ten�a 21-22 a�os hab�a o�do mentar un tal Valium que usaba la gente grande cuando estaba a punto de perder la chaveta o ya la hab�a perdido, pero hasta ah� llegaban mis conocimientos, o curiosidades m�s bien, sobre controladores de ansiedad y otros medicamentos prescritos para los males de la cabeza.
En aquellos d�as solo los valientes iban al psiquiatra o al psic�logo, los problemas se manten�an en secreto y por supuesto no se resolv�an. Causaban mucho sufrimiento, eso s�, pero sufrir se consideraba bueno, supongo. Era algo as� como la cuenta de ahorros para el cielo. Como muchos de ustedes habr�n notado, en situaciones como estas en que las personas no toman las medidas necesarias para resolverlas, se aplica la ley del p�ndulo: vamos de un extremo a otro a toda velocidad.
Vemos entonces que de no mencionar las depresiones, los ataques de ansiedad, los s�ndromes de d�ficit atencional, las personalidades lim�trofes, las dependencias qu�micas y otros asuntos relacionados con la electricidad del cerebro, hemos pasado a conversar de ellos en los pasillos del supermercado. Es m�s, creo que ahora se mira con m�s recelo a los �sanos� que a los que... no quiero decir enfermos, as� es que digamos... �tienen desajustes�.
Me llam� la atenci�n el art�culo de Jackie, primero porque es obvio que ya la gente joven est� plenamente familiarizada con los cruces de cables y por ende con los tratamientos para resolverlos, y segundo porque est�n viendo tambi�n que la gente ha encontrado en estos diagn�sticos el refugio perfecto para no enfrentar la vida.
Hace poco visit� a una amiga en el extranjero. Est�bamos conversando sobre cualquier cosa y ella mencion� que poco antes de morir a su mam� le hab�an recetado Tafil para controlarle la ansiedad que su enfermedad le produc�a. Dice mi amiga que meses despu�s estaba ella todav�a arreglando cajones en casa de su mam� cuando se encontr� una buena remesa de pastillitas rosadas. Autom�ticamente las ech� al cesto de la basura, pues en su mente no exist�a uso aparente para ellas. A m� me dio un ataque de risa y le dije: �amiga, si t� supieras que en Panam� �entafilarse� es un verbo y cualquiera hubiera matado por un lote de Tafil�.
El art�culo de Jackie acaba de comprobar mi apreciaci�n. No quiero ofender a nadie con este comentario, pues conozco personas que est�n bajo tratamiento y muy cuidadosamente siguen las instrucciones de su m�dico en lo que a la ingesti�n de medicamentos se trata. Sin embargo, conozco otras que simplemente abusan. Apenas sospechan que algo va a alterar el ritmo normal de su vida �digamos manejar en viernes de quincena o cuadrar el presupuesto� se entafilan porque no son capaces de manejar tanto estr�s.
Lo mismo sucede cuando prev�n que van a tener una gran alegr�a. Digamos que les toca celebrar la primera comuni�n de un hijo. A las 6:00 a.m. se toman medio Tafil porque �Imag�nate, vestir tres chiquillos y un marido a esa hora�. �Heeeelllllo! Si les hubieras ense�ado a vestirse no estar�as pasando el percance. Lo cierto es que prefieren andar como bobos toda la distancia antes de sufrir la m�s m�nima incomodidad.
Yo ser� idiota, pero no todo en la vida es color de rosa, y no todo lo gris mata. O sea que tener unos cuantos callitos en el alma puede ser hasta bueno. Y pasarse un par de d�as por el mundo con todos los sentidos alerta no puede ser tan horrible. Yo lo encuentro bastante divertido, pero quiz�s esa opini�n no cuenta, no es ning�n secreto que mis hijos piensan que se me han ca�do un par de tuercas.
Ac�rquense, que les voy a hablar en voz baja. Esas tuercas no me han hecho ni pizca de falta, al contrario, ando m�s liviana. Reacciono bien en las emergencias, trabajo eficientemente bajo presi�n y s� que no me gusta el olor a combustible quemado que percibo por las avenidas de la ciudad. Ante eso, para �entafilarme� primero tendr�n que amarrarme.
|