Publicado el viernes 9 de junio de 2006 - Edici�n No. 849 | Inicio | | Foros | Favoritos | Buzón | ? |
Secciones  
Sólo para ellas
Sólo para ellos
Ventana abierta
La vida en fucsia
Esta semana
Conversación
Finanzas
Belleza
Salud
Lista de Ellas
Diario de mamá
Moda
Evento
De la cocina
Horóscopo
Ediciones anteriores
Suplementos  
Martes Financiero
Pulso de la Nación
Recetario
AprendoWeb
BUZON DE ELLAS
Más aromas

El tema de moda de la aromaterapia y el reforzar el sentido del olfato para incentivar nuestras relaciones interpersonales está en todo su apogeo (artículo ‘Aromas para el alma’, 2 de junio). Ahora una gran mayoría de mujeres y una creciente minoría de hombres se preocupa no solo por llevar un perfume que denote personalidad, sino que llame la atención de otras personas. Pues, ¿cuántos no nos hemos impregnado en perfume para hacer que otros nos digan ‘Umm, qué bien hueles’?

Los aromas nos traen recuerdos de todo tipo. Recuerdos de nuestra niñez, de nuestros amores, de nuestra madre, de nuestra tierra.

Pero nos preocupamos también por embellecer nuestro entorno de vida. Por esta razón he visto la creciente demanda de velas, de sachets para colocar en las gavetas de nuestra ropa interior, de aceites para quemar en pebeteros, de inciensos. He visto cómo muchas de mis amigas tienen en sus baños una colección de geles perfumados, de exfoliantes para cuerpo, de cremas y lociones con componentes naturales. Es que estamos volviendo a querer oler a naturaleza, estamos aprendiendo a ‘perfumarnos en capas’ para prolongar la sensación de que desprendemos un delicioso aroma todo el día.

Me parece que a este artículo ha omitido la mención de una tienda que no podía faltar. L'Occitane en Provence, de Multiplaza, tienda que puedes ‘oler’ a la distancia.

Nora M. Correa

Marketing

Saint-Honoré

Hombres fucsia

Me encantan sus historias cargadas de mucho realismo. Mi comentario sería: si los chicos leyeran todos los viernes el Ellas y en especial esta sección (Vida en fucsia, 26 de mayo), les iría súper bien con las chicas, ya que ustedes les ofrecen muchísimos tips para que ellos pisen tierra y salgan a flote. . . Chicos, tomen nota y no las dejen allí, pongan en práctica estas lecciones. Gracias por este excelente suplemento,

Lariza D.

Viajar en bus

Querida Julieta:

Disfruto el poder relajante de todos sus artículos, con ellos he rememorado la gran felicidad que dan las pequeñas cosas del campo, como bañarse en la quebrada al día siguiente de un gran aguacero. Otras veces, sus artículos me ubican en el ambiente familiar y también me permiten ver con humor o ‘por el lado amable’, las tragedias de nuestra ciudad y en este caso me refiero al artículo en el que describe lo que representa manejar en Panamá.

Sería muy interesante que con su poder descriptivo nos hablara de la temeraria aventura de subir en un diablo rojo -de verdad que son diablos porque subirse en ellos es entrar al infierno-. Yo me muevo en ambos ambientes y le puedo decir que subir en un diablo rojo no es menos estresante que manejar un viernes de quincena, después de que hayan anunciado un alza del combustible, cuando los taxistas querrán hacer más carreras en menos tiempo.

Quizá usted no ha tenido la experiencia, por lo que paso a relatarle lo que es un minúsculo asomo a este mundo. Recuerdo que años atrás se pedía desde su asiento y con tiempo la singular ¡parada!; hoy, las estrepitosas bocinas le hacen llegar una canción con expresiones vulgares o tan violentas como ‘te voy a enviar a la morgue’. Por supuesto que de nada le valdría romperse las cuerdas vocales gritando ¡parada! pues no lo escucharía ni su compañero de asiento. Ante esta realidad, lo que se ha impuesto es que el pasajero(a) avanza por el pasillo del bus hasta colocarse cerca del asiento del conductor y esta es la señal de que se baja en la próxima parada y si usted no avanza con la rapidez que el conductor requiere, la mira por el espejo y le dice ¡venga, venga!

A manera de ejemplo, le cuento algunas de las cosas que he visto:

Dejaron a un señor lejos de la parada y el señor protestó, a lo que le contestó el conductor: ‘Da gracias a Dios que estás viejo porque sino ya verías’. En Avenida Perú recogen pasajeros antes y después del semáforo, por lo que el primero que se pasa la luz roja le gana los pasajeros al otro. No piense que tienen ruta definida, todo depende de la competencia con otro diablo rojo. Pueden saltarse cuatro paradas para salirle adelante al otro y ¡ay del que se le ocurra protestar porque no pasaron por su parada y ahora tendrá que caminar más!

Puede ocurrirle lo que a una amiga mía, que el chofer del diablo rojo que venía de la terminal dejó a los pasajeros en un lugar oscuro en el camino y les dijo: ¡Aquí los dejo, váyanse en otro bus! y se bajó a ver una colisión que encontraron en la ruta.

No hay un problema que el pueblo panameño haya vivido con mayor estoicismo que el del transporte, y cuando nos hablan de buses articulados no quiero hacerme ilusiones y pensar que las cosas cambiarán, pues me inquieta el comentario que recibí cuando comenté que afortunadamente la defunción de los diablos rojos estaba próxima: ‘¿Y quién crees tú que manejará aquellos buses?’.

¿Será posible que nadie pueda poner orden? Donde tenemos que ser firmes es en no permitir que se degenere el nuevo sistema y desde el principio exigir respeto a los pasajeros y buenos modales.

Dixa Castillo de Méndez

 
 
 
Corporación La Prensa - Todos los Derechos Reservados 2005